Lumpen

Un rey negro, su secretario fiel: han llegado, en el exilio de una Europa macabra de bajos fondos, a la mendicidad, al albergue: con polacos, con latinos; con caridades hip¨®critas y desleales. No es un caso especial el que inventa este autor apreciado, Ignacio del Moral: ha sucedido. Pero la ficci¨®n es suya, y probablemente no muy lejana a lo que fue. A¨²n en esos bajos fondos, el negro sigue siendo negro y discriminado: pero el odio de razas, la formaci¨®n de grupos, la idea marxista de que el lumpen-proletariat no tiene salvaci¨®n, va mas all¨¢. Si pudieran, los matones adversos, los del bate de baseball, se encargan de devolver las cosas a su podredumbre.La obra es corta, pero intensa. La violencia estalla, y hay un conato de amor que no llega a cuajar, quiz¨¢ con un s¨ªmbolo demasiado buscado: la muchacha que da su sexo a cambio de una biblia. Los recogidos no son agradecidos con su benefactora, a la que asesinan; pero la benefactora y su guardia no son, tampoco, limpios, y podr¨ªa verse aqu¨ª un conato de revoluci¨®n. En esa brevedad de la representaci¨®n no cabr¨ªa mas dureza sin ser rid¨ªcula, ni mas filosof¨ªa o mas remedo de religi¨®n sin ser pesada. Est¨¢ en su medida.

Ayudan a llevarla adelante dos actores de primer orden, Juan Jos¨¦ Otegui y Manuel Tejada. Los de m¨¢s forman las ilustraciones individuales y corales, y todo se hace visible con inter¨¦s por la direcci¨®n.