Libertad controlada
LA RECIENTE crisis financiera de los llamados tigres asi¨¢ticos ha escorado definitivamente la atenci¨®n de la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), que acaba de concluir en Hong Kong, hacia el espinoso problema de la libertad de capitales y sus efectos sobre las econom¨ªas menos desarrolladas. Sobre el terreno de juego del FMI, el secretario del Tesoro norteamericano, Robert Rubin, el especulador fil¨¢ntropo George Soros y el primer ministro malaisio, Mahathir bin Mohamad, han dirimido una tensa confrontaci¨®n entre la liberalizaci¨®n de las transacciones de capital y las advertencias sobre los flujos incontrolados de dinero y la especulaci¨®n ilimitada, que en opini¨®n de los pa¨ªses afectados es la causa de los terremotos burs¨¢tiles y de divisas en Asia.Era inevitable un compromiso. Los pa¨ªses occidentales sostienen que es imposible retroceder en el proceso de la libertad de capitales y que los controles que se sugieren para evitar la especulaci¨®n favorecen las posiciones m¨¢s proteccionistas. El primer ministro malaisio, que soliviant¨® a Rubin con su propuesta de prohibir las transacciones de divisas en su pa¨ªs, encontr¨® la r¨¦plica m¨¢s mordaz en boca de Soros, quien explic¨® que la mejor receta contra la especulaci¨®n es "tener las cuentas saneadas". Sin poner en cuesti¨®n las ventajas de la liberalizaci¨®n total, la presi¨®n de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo ha impuesto la tesis prudente de la flexibilidad. As¨ª, mientras los pa¨ªses con redes bancarias solventes pueden afrontar la liberalizaci¨®n total inmediata, las naciones en desarrollo, cuyas entidades financieras mantienen cr¨¦ditos de alto riesgo y mal provisionados, deber¨¢n aplicar medidas liberalizadoras a un ritmo m¨¢s lento. Libertad total s¨ª, pero con calendario tasado en funci¨®n de la salud financiera de cada pa¨ªs.
Las tensiones en el FMI remiten a un problema pendiente. A pesar de los da?os considerables que la circulaci¨®n masiva e instant¨¢nea de capitales puede producir, la comunidad internacional carece de una instituci¨®n con autoridad para intervenir all¨¢ donde se produzca una crisis. La pretensi¨®n de que el FMI y el Banco Mundial "ordenen la globalizaci¨®n" es poco realista por ahora: carecen de organizaci¨®n para tan ardua tarea.
La asamblea tampoco ha resuelto el problema de los brutales desequilibrios econ¨®micos mundiales. Michel Camdessus, director gerente del FMI, asegur¨® que es hora de apostar por un "crecimiento econ¨®mico de alta calidad". Pero esa "alta calidad" exige incorporar a los criterios de baja inflaci¨®n, flexibilidad laboral, cuentas p¨²blicas saneadas y bancos solventes otros como la reducci¨®n del paro y de las enormes desigualdades. Y en ese orden de cosas no se ha pasado de la mera ret¨®rica.
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