Sayles emprende una hermosa incursi¨®n en el genocidio indio
'Hombres armados' es uno de los cuatro t¨ªtulos merecedores de la Concha de Oro
El concurso qued¨® ayer visto para la sentencia de esta noche cerr¨® por todo lo alto con Hombres armados, que est¨¢ entre las m¨¢s bellas pel¨ªculas del cine estadounidense reciente y es una de las cuatro -con Mart¨ªn (hache), de Aristar¨¢in; Afterglow, de Rudolph, y No va m¨¢s, de Chabrol- que se barajan como ¨²nicas con merecimientos para ganar la Concha de Oro. La incursi¨®n de John Sayles, escritor y director de este conmovedor filme, en el interior del territorio f¨ªsico y moral del genocidio de los pueblos indios por la rapi?a colonizadora de los hombres blancos, da lugar a una met¨¢fora extraordinariamente concisa y de sobrecogedora, sencillez y hermosura.
Con anterioridad concurs¨® la tambi¨¦n estadounidense Simoon, una pasi¨®n en el desierto, dirigida por Lavinia Currier e inspirada en un cuento de Honorato de Balzac. Decir de ella que es una pel¨ªcula extravagante es decir poco, pues cuenta con derroches de dramatismo nada menos que el idilio entre un oficial del Ej¨¦rcito de Napole¨®n en su campa?a de Egipto y, as¨ª como suena, una leoparda. No una mujer pantera, una guapa muchacha gatuna del Nilo, sino una leoparda en toda la regla, de esas que hay en los zool¨®gicos, que se enamora perdidamente del apuesto militar gabacho y viceversa.Este cronista confiesa que se sali¨® a media pel¨ªcula, tras asistir -sin saber si era una broma o iba en serio-, a la primera escena de cama de la parejita, en la que tras una raci¨®n de besos mutuos en las fauces, el salido militar desvirga a la casquivana fiera. Ignoro qu¨¦ consistencia literaria tiene esta f¨¢bula en un tintero tan competente como el de Balzac, pero recreada siglo y medio despu¨¦s en una pantalla resulta tan disuasoria que no tiene sentido esperar a su desenlace y ver qu¨¦ tipo de u?as tienen los leoparditos resultantes de tan peligroso coito, ya que es de dominio p¨²blico que estas animalitas no tienen fama de dejar sus zarpas quietas cuando las penetra un pene humano, por napole¨®nico -es decir, por diminuto- que sea.
Por suerte, a este demencial desprop¨®sito est¨¢dounidense sigui¨® el ba?o de cordura, de clarividencia y de generosidad de Hombres armados, puro cine estadounidense, inimaginable fuera de las tradiciones creadas por el milagro del Hollywood cl¨¢sico, hoy casi perdidas y de vez en cuando reencontradas por unos pocos admirables cineastas islotes,
En ellos se encuentra John Sayles, que -as¨ª como Clint Eastwood arranca su cine del de William Wellman; Francis Coppola del de Orson Welles; y Woody Allen del de Mitchell Lesen- prolonga la compleja sencillez de John Ford y los largos tent¨¢culos que su mirada crepuscular proyect¨® sobre su larga herencia, todav¨ªa viva.
B¨¢rbaros militares
John Ford confes¨® una vez que se sent¨ªa torturado por las ficiciones donde encumbr¨® las haza?as del siniestro S¨¦ptimo de Caballer¨ªa, una horda de b¨¢rbaros militares genocidas. Pero, en contrapartida, nadie como Ford -un poeta plagado de contradicciones- represent¨® con tanta verdad -es decir: resucit¨®- los pueblos que en sus pel¨ªculas diezm¨®, ni nadie cant¨® con mayor elegancia y amistad su cultura y su sabidur¨ªa. Nadie, salvo ayer aqu¨ª Sayles, que en Hombres armados, a trav¨¦s de la aventura de un relato itinerante dentro de las selvas del Yucat¨¢n, logra representar en forma de pura met¨¢fora, de refinado poema, la interioridad, de la devastaci¨®n sin l¨ªmites,que la llamada civilizaci¨®n -l¨¦ase aqu¨ª la palabra con los ojos de Hermann Melville: el estadio m¨¢s avanzado de la barbarie- ha causado en los pueblos abor¨ªgenes de Am¨¦rica, desde Hern¨¢n Cort¨¦s al PRI y desde Terranova a la Patagonia. Ahora, estos d¨ªas, en la pantalla de Canal + est¨¢n reponiendo Passion Fish, una de las pel¨ªculas que mejor revelan el complejo y dif¨ªcil estilo de John Sayles.
Quienes la descubran o la rescaten ah¨ª, tienen en ella ocasi¨®n -al contemplar las poderosas y pudorosas s¨ªntesis de este gran cineasta, due?o, casi mago, de la elipsis y la met¨¢fora visual- de entender c¨®mo es posible que el simple recorrido de cuatro personas a la deriva y conducidos por un moribundo -Federico Luppi, otro artista indispensable- comprima en un par de horas inabarcables siglos y continentes sembrados de opresi¨®n, de aplastamiento y de aniquilaci¨®n de viejas culturas hospitalarias.
No es Hombres armados uno de esos filmes indigenistas, por lo general portadores a granel de b¨¢lsamos endulzadores de la mala conciencia de los rebeldes domesticados, sino un pausado y apesadumbrado viaje pie a tierra en busca de lo que Faulkner llam¨® el rescate del honor de la especie, esfuerzo que tiene forma de un sacrificio expiatorio y liberador y que llena el fondo de esta humilde pel¨ªcula generadora de orgullo. Porque en ella John Sayles, indicando con pesimismo el abrupto camino del rescate del honor de los hombres blancos, rescata tambi¨¦n sin propon¨¦rselo el honor del cine, otro territorio colonizado y envilecido por ellos, que lo inventaron.
El realismo m¨¢gico como inspiraci¨®n
Choque entre mentalidades occidentales y culturas ind¨ªgenas, entre progresistas bienpensantes y desigualdades tozudas, la pel¨ªcula Hombres armados conmovi¨® ayer a la cr¨ªtica y al p¨²blico que pudo verla en el festival donostiarra.Octavo largometraje de John Sayles, un neoyorquino nacido en 1950, este filme de la secci¨®n oficial narra la peripecia de un m¨¦dico rico que abandona una indeterminada gran ciudad latinoamericana para visitar a antiguos alumnos suyos a los que form¨® como m¨¦dicos rurales. El personaje interpretado por Federico Luppi descubre que los doctores han sido asesinados por unos hombres armados. Sayles confes¨® ayer a los periodistas que se hab¨ªa inspirado en el realismo m¨¢gico, en autores como el colombiano Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez o la chilena Isabel Allende, para contar su historia, "en esa idea de que no se puede cambiar el destino aunque se conozca su devenir".
Con un presupuesto de dos millones y medio de d¨®lares, una inversi¨®n baja para los c¨¢nones de los Estados Unidos, Hombres armados fue rodada en seis semanas en tres zonas de M¨¦xico (Distrito Federal, Veracruz y Chiapas). Sayles se mostr¨® muy esc¨¦ptico sobre "el valor del progreso o de la tecnolog¨ªa si no se adapta, a las circunstancias de cada cultura".
"Creo", a?adi¨® el director de Passion fish o El secreto de la isla de las focas, "que las culturas ind¨ªgenas s¨®lo pueden mantener su idioma o sus costumbres si se a¨ªslan de un modo voluntario. Los occidentales siempre est¨¢n convencidos de que transmiten sabidur¨ªa y si los nativos no la entienden resulta siempre que es culpa de los receptores".
John Sayles explic¨® que con Hombres armados pretend¨ªa evitar esa especie de imposici¨®n del cine que se?ala que "cuando le ocurre algo a alguien que no es norteamericano, entonces no tiene inter¨¦s". Al tiempo que declaraba su admiraci¨®n por una producci¨®n como Missing, la historia de un joven de Estados Unidos desaparecido en el Chile de Pinochet, el director apostill¨®: "Suscit¨® el inter¨¦s porque se trataba de un ciudadano norteamericano". El realizador aclar¨® su prop¨®sito de reflejar el drama que viven muchos pa¨ªses latinoamericanos.
Babelia
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