El presidente ruso firma la pol¨¦mica 'ley de religi¨®n'
Bor¨ªs Yeltsin firm¨® ayer, a hurtadillas como quien dice, la controvertida Ley sobre la Libertad de Conciencia y las Asociaciones Religiosas, denunciada por cat¨®licos y protestantes por la que consideran que amenaza gravemente su libertad de acci¨®n en Rusia y coloca a la Iglesia ortodoxa en una injusta situaci¨®n de privilegio. Previamente, las dos C¨¢maras del Parlamento hab¨ªan aprobado la segunda redacci¨®n del proyecto, elaborado por una comisi¨®n especial creada por Yeltsin tras vetar el primer texto, que consider¨® inconstitucional tras recibir numerosas protestas exteriores, desde la del papa Juan Pablo II a la del Senado norteamericano, que amenaz¨® incluso con cortar la ayuda econ¨®mica a Rusia.Lo parad¨®jico del caso es que la nueva versi¨®n es muy parecida a la primera, incluso m¨¢s dura en algunos aspectos, aunque incluya al "cristianismo" (un t¨¦rmino premeditadamente global) entre las religiones tradicionales, junto al juda¨ªsmo, el islam y el budismo. El texto reconoce, adem¨¢s, "el papel especial jugado por la Iglesia ortodoxa en la historia de Rusia y en la edificaci¨®n y desarrollo de su espiritualidad y cultura". Un privilegio que Yeltsin se encarga de concretar con respaldos tangibles. Forma parte del discurso nacionalista, cuando ¨¦ste es necesario.
Estricta vigilancia
La ley establece que los "grupos" religiosos (con fuertes restricciones a su funcionamiento) deben demostrar su existencia legal en Rusia durante al menos 15 a?os para convertirse en "organizaciones", ya con todos los derechos. Hasta superar ese techo ser¨¢ necesario, adem¨¢s, que pasen registros anuales. Todas estar¨¢n sometidas a fuerte controles.
Svetlana Filonova, representante del arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz, administrador apost¨®lico, asegura por ejemplo que, antes de la revoluci¨®n, en 1917, hab¨ªa 150 templos cat¨®licos tan s¨®lo en la parte europea de Rusia, pero que, en 1939, con Stalin en el poder, fueron aniquilados. "?De qu¨¦ 15 a?os est¨¢n hablando entonces?", se pregunta indignada desde el museo dedicado en Mosc¨² al desaparecido disidente Andr¨¦i S¨¢jarov.
La misma preocupaci¨®n muestran evang¨¦licos, bautistas, pentecostales e incluso ortodoxos disidentes, que consideran que la Iglesia ortodoxa oficial, a la que respaldan ¨¦l Kremlin y el Parlamento est¨¢ dirigida por antiguos agentes del KGB que se vendieron al poder sovi¨¦tico. Todos ellos se enfrentan al mismo dilema: si durante el comunismo estuvieron en la clandestinidad, ?c¨®mo demostrar que tienen 15 a?os de existencia legal?
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