Un bajonazo, una oreja
Emilio Mu?oz cobr¨® un bajonazo de ¨¦poca y le concedieron una oreja. El suceso ocurri¨® en Sevilla, en la plaza de la Real Maestranza, que fue cuna del toreo, y que la decadente modernidad, un presidente sin criterio y un p¨²blico fr¨ªvolo est¨¢n convirtiendo en un catre de ruidosos muelles oxidados. Un bajonazo, una oreja. Hay que frotarse los ojos para creer lo que se ve, o concluir que esta fiesta ya no es ni el forro de lo que fue. Es dif¨ªcil saber si el toreo ha estado peor en alg¨²n momento de su historia.Lo curioso, sin embargo, es que Mu?oz tore¨® como los propios ¨¢ngeles; pero mat¨® como un pinchauvas, y la suerte de matar es la suprema. Pero el torero de Triana se destap¨® con un toreo de muleta sencillamente excelso con la mano derecha, y consigui¨® una tanda majestuosa y solemne. Sigui¨® despu¨¦s por naturales cortos, con el gusto y la est¨¦tica de un maestro. Termin¨® su labor con dos naturales de frente con m¨¢s entrega que ligaz¨®n, y se dispuso a matar. Al primer toro de Curro Romero lo hab¨ªa toreado maravillosamente en una ver¨®nica y media que constituyeron un monumento a la profundidad.
N¨²?ez / Romero, Mu?oz, Jesul¨ªn
Toros de Joaqu¨ªn N¨²?ez del Cuvillo, bien presentados, mansurrones; el 6?, bravo. Curro Romero: goyetazo; dos pinchazos. Emilio Mu?oz: bajonazo (oreja); pinchazo y bajonazo. Jesulin de Ubrique: estocada (ovaci¨®n); estocada (oreja).Plaza de la Real Maestranza, 27 de septiembre. 1? corrida de la Feria de San Miguel. Tres cuartos de entrada.
Pero Mu?oz cobr¨® un bajonazo y algunos espectadores pidieron la oreja. Nunca parecieron mayor¨ªa, pero el presidente no lo entendi¨® as¨ª y sac¨® su pa?uelo para conceder un trofeo muy devaluado que desluce una lecci¨®n torera y agrede al prestigio de la plaza.
Como si no hubiera quedado contento, Mu?oz decidi¨® repetir y cobr¨® dos bajonazos m¨¢s en el quinto: el primero, sin soltar, y el segundo, en toda regla. El toro careci¨® de fijeza y embisti¨® descompuesto, aunque la insistencia de Mu?oz consigui¨® muletazos aceptables. No hubo, sin embargo, oreja. Menos mal.
Volvi¨® Curro, quiso y no pudo. No se le puede negar su decisi¨®n, pero los toros no le gustaron. A los dos los castig¨® sin miramientos, les quit¨® las moscas y los mand¨® al otro mundo de forma personal: al primero, con un goyetazo, y el animal rod¨® sin puntilla. No lo degoll¨® de aut¨¦ntico milagro; y en el segundo, cre¨® una nueva suerte: descabell¨® al toro al entrar a matar con el estoque al segundo intento. Fue un pinchazo, pero el toro cay¨® fulminado. Al que abri¨® plaza lo recibi¨® con dos ver¨®nicas aceptables. En el otro perdi¨® el capote y los nervios no le permitieron redondear su actuaci¨®n.
Jesul¨ªn se encontr¨® con un toro bravo, el sexto de la tarde, y dio lo mejor de s¨ª mismo con la muleta en las manos. Fue una faena seria, templada, de torero valiente y centrado. Entr¨® a matar a ley y consigui¨® una buena estocada. Esta vez, la Maestranza se llen¨® de pa?uelos y el presidente no tuvo nada que dirimir: la oreja fue de aut¨¦ntico peso. Lo dicho: como siga fij¨¢ndose, el us¨ªa llegar¨¢ a aprender. En el tercero, un toro soso, Jesul¨ªn lo intent¨®, pero no encontr¨® el camino de la emoci¨®n. Al final, lo consigui¨® sobradamente y aument¨® su cr¨¦dito.
En C¨®rdoba, la lluvia oblig¨® a suspender la novillada por el cincuentenario de la muerte de Manolete. Y la misma suerte corri¨® la corrida de Pozoblanco.
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