La Complutense gast¨® 225 millones en un centro que no se usa
Pese a lo que pudiera dar a entender su nombre, el Instituto de Comunicaciones Avanzadas (lUCCAA) de la Universidad Complutense de Madrid tiene m¨¢s aire de museo arqueol¨®gico que de centro de altas tecnolog¨ªas. El rectorado de la universidad, por entonces en manos del hoy consejero regional de Cultura, Gustavo Villapalos, acord¨® en 1991 invertir unos 225 millones de pesetas en este centro, radicado junto a la cafeter¨ªa de la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n.Sin embargo, sus instalaciones apenas se han utilizado en todo este tiempo para alguna videoconferencia y los llamados cursos a la carta, sesiones que alg¨²n fin de semana se impartieron a alumnos de tercer ciclo (doctorado).
Desde su adjudicaci¨®n, jam¨¢s se volvi¨® a invertir una sola peseta en el proyecto. Hoy, el lUCCAA es una colecci¨®n de ordenadores desfasados y sin la menor de las utilidades, una sala de reuniones presidida por una m¨¢quina de escribir con demasiados kil¨®metros a sus espaldas y un peque?o estudio
radiof¨®nico al que tampoco se le extrae ning¨²n partido, seg¨²n los profesores de la facultad.
La profesora de periodismo Petra Mar¨ªa Secanella se vali¨® del aval de este instituto, del que ella misma es directora ejecutiva, para acceder el a?o pasado a una subvenci¨®n de 163 millones de pesetas con cargo al Fondo Social Europeo. Aquella partida deber¨ªa haber servido para ayudar a conseguir empleo a parados madrile?os de zonas desfavorecidas, como el sur de la regi¨®n y el corredor del Henares. PASA A LA P?GINA 3
La Comunidad subvencion¨® los cursos de cata de aceite por el aval del centro infrautilizado
VIENE DE LA P?GINA 1La petici¨®n de subvenci¨®n corri¨® a cargo de la desconocida Asociaci¨®n Pro Cultura del Olivo Mediterr¨¢neo, en teor¨ªa una entidad sin ¨¢nimo de lucro, presidida por Secanella, para la promoci¨®n de la miel, la leche y el aceite del turolense Bajo Arag¨®n.
Secanella present¨® un proyecto para impartir 35 cursos de periodismo y cata de aceite por 163 millones. Para ello se vali¨® del nombre del Instituto de Comunicaciones Avanzadas. La Consejer¨ªa de Econom¨ªa, que gestionaba el reparto de esas ayudas, ha asegurado que concedi¨® la multimillonaria cantidad porque la asociaci¨®n del olivo contaba supuestamente con este refrendo universitario. El visto bueno a la operaci¨®n lo dio el entonces director general de Empleo, Rafael Mateos, ex vicegerente de personal en la Complutense y compa?ero de Secanella en el viaje que ambos con la compa?¨ªa, al menos, de Dolores Gonz¨¢lez Tejeiro, gerente de la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®nrealizaron a Estados Unid¨®s en 1990 con el fin de recabar ideas para la puesta en marcha del IUCCAA.
La propia Gonz¨¢lez Tejeiro y el vicedecano de esa facultad, Rafael P¨¦rez Amat, accedieron el viernes a mostrar a este peri¨®dico el Instituto de Comunicaciones Avanzadas, cerrado a cal y canto tras un par de puertas con alarma y control de acceso por tarjeta magn¨¦tica.
Al otro lado se descubre un puesto de tratamiento de im¨¢genes, un esc¨¢ner, un fax, un proyector de aspecto antediluviano, ocho peque?os monitores que sirvieron, en sus buenos tiempos, para controlar las se?ales de las antenas parab¨®licas de la facultad, la ya citada -y desvencijada- sala de reuniones, un despacho, un flexo, dos docenas de esas cl¨¢sicas sillitas descascarilladas con apoyabrazos incorporado, un p¨®ster del prestigioso Gannett Center de Washington -el espejo en el que un d¨ªa quiso mirarse el lUCCAA- y poca cosa m¨¢s.
Ordenadores sin cerebro
Los ordenadores, eso s¨ª, merecen un cap¨ªtulo aparte. Desperdigadas por las mesas se cuentan unas 20 pantallas, de marca Mitsubishi, pero de las unidades de proceso (el cerebro del ordenador, con el disco duro, la memoria y dem¨¢s placas y tarjetas) no queda rastro en la mayor parte de los casos. Una que s¨ª sobrevive se encuentra, en apariencia, vac¨ªa. A todo esto, las unidades est¨¢n desenchufadas o, sencillamente, carecen de cable.
El servidor, el ordenador central que pone en contacto las distintas unidades de la sala, tampoco parece ning¨²n prodigio de la t¨¦cnica. En su caja figuran los n¨²meros 386, una generaci¨®n inform¨¢tica m¨¢s bien arcaica. "Aunque ponga eso, la tarjeta deb¨ªa de ser una
486, era lo m¨¢s avanzado por aquel entonces", aventur¨® P¨¦rez Amat.
Del inventarlo del IUCCAA, lo ¨²nico a lo que se le ha sacado cierto partido es a una mesa de edici¨®n televisiva. Sin embargo, no se encuentra en las instalaciones del instituto, sino en las de la facultad propiamente dicha. El cuarto en el que la colocaron, al lado mismo de la cafeter¨ªa, no ten¨ªa ventilaci¨®n. "Los equipos se dilataban por culpa del calor, y algunos t¨¦cnicos se mareaban cuando trabajaban all¨ª, los pobres", record¨® la gerente de Ciencias de la Informaci¨®n.
El servicio de contratos de la Complutense adjudic¨® el mon-
taje de este instituto a la empresa Equipamientos Inform¨¢ticos, SA (Ekinsa), una firma que desde entonces ha sumado un buen n¨²mero de adjudicaciones en la universidad, entre ellas alguna tan jugosa como el mantenimiento del cableado entre las distintas facultades. Su rival en aquel concurso fue la empresa zaragozana, como el m¨¢ximo responsable de Ekinsa, C¨¦sar de la Prida- Bienvenido Gil, que hab¨ªa presentado una oferta m¨¢s econ¨®mica: 217,5 millones.
?Por qu¨¦ no se hizo con el concurso, entonces? "Nos dijeron que porque Ekinsa inclu¨ªa en su oferta lo de la alarma", recuerda un responsable de
Bienvenido Gil. Y agrega: "Si la alarma vale siete millones, nosotros habr¨ªamos puesto un armero. La verdad es que en aquel concurso nos sentimos denigrados y muy dolidos".
Sea como fuere, la vida del Instituto de Comunicaciones Avanzadas result¨® muy poco activa desde aquella adjudicaci¨®n.
La propia Secanella reconoci¨® que, en los ¨²ltimos tiempos, el instituto se encontraba "en barbecho". Su ¨²ltima actividad, en septiembre y octubre de 1996, fue el final de esos pol¨¦micos "cursos de periodismo y cata de aceite", para los que la Comunidad aprob¨® 163 millones de pesetas.
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