La guerra UNITA entrega al Gobierno angole?o una de sus principales minas de diamantes
La guerrilla de la Uni¨®n Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) cedi¨® al Gobierno la ciudad de Cuango, al este de la provincia de Luanda Norte, muy cerca de la frontera con el antiguo Zaire, y el control de la: vecina mina de diamantes de Luzamba, uno de sus principales surtidores de dinero fresco. No hubo aplausos despu¨¦s de que, tras una ausencia de cinco a?os por la ocupaci¨®n guerrillera, la bandera angole?a volviera a ondear en el municipio y que cavernosos altavoces difundieran el himno nacional.
Dos aviones de la UNITA y dos de la ONU se miraban los morros al final de la pista de tierra de Cuango. Cascos azules y uniformados azules de la Fuerza de Intervenci¨®n R¨¢pida (la que entren¨® Espa?a y a la que UNITA culpa de su derrota en 1992, cuando, se alz¨® en armas tras perder en las urnas) vigilaban la pista, los cruces de caminos y la plaza Mayor de Cuango, un municipio de 50.000 habitantes que ayer pas¨® a manos del Gobierno sin que se oyera un solo tiro. Muy poco entusiasmo demostraron los presentes, en su mayor¨ªa simpatizantes de UNITA y ocultos tras desafiantes gafas oscuras, ante los mortecinos vivas lanzados por el gobernador provincial. S¨ª aplaudieron las palabras del general Altino Sapalalo Block, con un brazo de menos a causa de los confrontos y uno de los halcones del mais vello, el lider Jon¨¢s Savimbi.El representante especial de la ONU en Angola, el jurista maliano Alioune Blondin Beye, volvi¨® a demostrar por qu¨¦ se le conoce como Mister los enemigos de la paz, el latiguillo que recorre todos sus discursos, trenzados de un optimismo a prueba de bombas. Con frases en franc¨¦s, cortas y en¨¦rgicas, traducidas al portugu¨¦s con calcado vigor por un int¨¦rprete, repudi¨® ante delegados de La guerrilla y del Gobierno y los embajadores de EE UU, Rusia y Portugal, a "los profetas del mal, esos enemigos de la paz", que esperaban lo peor tras la reuni¨®n del Consejo de Seguridad, que el lunes decidi¨® dar 30 d¨ªas m¨¢s a UNITA, para que cumpla sus compromisos.
"Cuango es la prueba de que estaban equivocados". Mientras el Gobierno angole?o "deplor¨®" la pr¨®rroga y el general Block declar¨® a media voz que en ese lapso de tiempo cumplir¨ªan lo que falta, "salvo la desmovilizaci¨®n" [de sus tropas], "que todav¨ªa no ha comenzado", seg¨²n admiti¨® en una confesi¨®n ins¨®lita, el portavoz de Beye, David Wimhurst, afirm¨® en voz baja que "los 30 d¨ªas caer¨¢n como, una guillotina sobre UNITA si no cumple".
A Serafim Mar¨ªa Prado no le llegaba la camisa al cuerpo. El elegante y holgado pantal¨®n gris de rayas le serv¨ªa para ocultar el tembleque. El nuevo administrador municipal de Cuango reconoci¨® que la tarea entra?aba sus dificultades. Una buena raz¨®n para que su mujer y sus dos hijos permanezcan de momento en Luanda. Un total de 120 aguerridos miembros de la Fuerza de Intervenci¨®n R¨¢pida (los temibles ninjas) fueron desplegados ayer, y hoy se esperaba la llegada, de otros 400. No hab¨ªa ni rastro de efectivos de UNITA en la zona, aunque fuentes diplom¨¢ticas period¨ªsticas aseguraron que entre 8.000 y 20.000 hombres, entre ellos antiguos miembros del antiguo Ej¨¦rcito hutu ruand¨¦s y ex soldados de Mobutu Sese Seko, siguen fuera del control de la ONU.
En Libreville, la capital de Gab¨®n, se forj¨® el acuerdo que permiti¨® ayer representar la hora en que UNITA ced¨ªa al Gobierno la mina de Luzamba. Aunque los t¨¦rminos del pacto son secretos, "la mina ser¨¢ verbalmente gestionada por un consorcio, pero en realidad ser¨¢ una concesi¨®n del Gobierno a UNITA, que tendr¨¢ que pagar sus impuestos por la explotaci¨®n", seg¨²n Kini Mafunda, vicepresidente de la Asociaci¨®n de Empresarios de las Luandas. Ante los que manifiestan cierta perplejidad, Mafunda recalca que "es una pr¨¢ctica que, de forma m¨¢s o menos disfrazada, se sigue en todo el mundo. Todos los partidos se financian como pueden".
No est¨¢ claro que el Gobierno vaya a cumplir sus compromisos, toda vez que en Luzamba hab¨ªa invertido grandes sumas hasta que, en 1992, la guerrilla de Savimbi se hizo con la explotaci¨®n y engras¨® a placer su maquinaria b¨¦lica.
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