Una decisi¨®n dif¨ªcil
Los resultados de la cumbre de Amsterdam, que han dado lugar a una nueva modificaci¨®n de los tratados de la Uni¨®n, han sido, sin paliativos, decepcionantes. Basta con hacer una somera comparaci¨®n entre los modestos objetivos que recog¨ªan la opini¨®n mayoritaria del Parlamento Europeo en los informes Mart¨ªn-Bourlanges y Maij-WeggenDury y los acuerdos alcanzados por el Consejo, o entre las orientaciones que se desprenden de los acuerdos de este entumecido organismo y las matizadas propuestas surgidas del Grupo de Reflexi¨®n que dirigi¨® el se?or Carlos Westendorp. Es natural que las primeras reacciones expresadas en la Comisi¨®n Institucional del Parlamento Europeo, a las pocas horas de conocerse los resultados de la cumbre, se movieran entre la preocupaci¨®n y el escepticismo; preocupaci¨®n para explicar los resultados a la opini¨®n p¨²blica -que habr¨¢ de expresarse. ya sea a trav¨¦s de referendos o mediante el voto de los diputados en los parlamentos estatales-, y escepticismo ante el agotamiento de la v¨ªa intergubernamental para hacer avanzar la Uni¨®n Europea hacia su plena democratizaci¨®n, con la armonizaci¨®n de una pol¨ªtica social justa, con una pol¨ªtica de seguridad y defensa com¨²n y un espacio judicial eficaz y bien definido.
Despu¨¦s de la primera impresi¨®n, el tiempo transcurrido ha comenzado a abrir camino a la reflexi¨®n m¨¢s matizada y la ¨¦tica de la responsabilidad ha entrado en conflicto con la ¨¦tica de los principios. ?Podemos olvidar todas la exigencias planteadas durante el largo periodo de prepaaci¨®n previo a los acuerdos de modificaci¨®n de los tratados de la Uni¨®n, con lo que ello puede comportar de p¨¦rdida de credibilidad en la firmeza de nuestras convicciones? ?Podemos decir no y llamar a que se diga no en los referendos o en el pronunciamiento de los parlamentos estatales, renunciando a los peque?os avances que comporta la modificaci¨®n y, sobre todo, reforzando indirectamente el voto de los antieurope¨ªstas? ?Podemos automarginarnos mediante la abstenci¨®n descansando en que sean los dem¨¢s quienes decidan? Es, sin duda, para los europe¨ªstas consecuentes, una dif¨ªcil decisi¨®n ante la que nos ha colocado la incapacidad de los miembros de los 15 gobiernos que componen el Consejo y ante la cual no basta con la lamentaci¨®n.
Nuestra opini¨®n es que, en primer lugar, hay que explicar con objetividad y sin maquillajes de ninguna clase los resultados de la cumbre de Amsterdam en lo que tienen de positivo, pero dejando claro con un enf¨¢tico acento cr¨ªtico sus insuficiencias, as¨ª como las consecuencias entorpecedoras que un voto negativo tendr¨ªa, ya que podr¨ªa ser aprovechado tanto por los antieurope¨ªstas rotundos como por los que, s¨®lo interesados por la uni¨®n econ¨®mica y monetaria para as¨ª moverse a sus anchas en el mercado ¨²nico, venden la idea de que lo importante es culminar el calendario de la convergencia nominal y cumplir despu¨¦s el Pacto de Estabilidad.
En segundo lugar, hay que crear un estado de opini¨®n que reclame a todos los niveles una modificaci¨®n de los tratados en el futuro inmediato, para cumplir los objetivos necesarios para asegurar el funcionamiento plenamente democr¨¢tico, la cohesi¨®n econ¨®mica y social y la presencia europea en el campo de la solidaridad y la seguridad internacional. En esta direcci¨®n debe dejarse claro que el procedimiento fundamentalmente intergubernamental utilizado hasta ahora para avanzar en la construcci¨®n de la Uni¨®n Europea est¨¢ completamente agotado y que para el futuro inmediato debe abrirse una nueva v¨ªa que permita avanzar a partir de los logros innegables conseguidos en la etapa anterior, lo que en concreto quiere decir que los protagonistas de esta nueva situaci¨®n deben ser las instituciones directamente elegidas por los ciudadanos, incluidas las de car¨¢cter local y auton¨®mico, junto con las organizaciones sociales.
S¨®lo as¨ª podr¨ªa considerarse, a nuestro entender, la hip¨®tesis de una aceptaci¨®n de los resulta. dos de la cumbre de Amsterdam cr¨ªticamente razonada y pol¨ªticamente justificada.
En el terreno pr¨¢ctico, en Espa?a deber¨ªan exigirse tres conliciones.
La primera, que el Gobierno espa?ol se sume inmediatamente a la declaraci¨®n conjunta italo-franco-belga que dice: "B¨¦lgica, Francia e Italia constatan que, seg¨²n los resultados de la Conferencia Intergubernamental, el tratado de Amsterdam no responde a la necesidad, reafirmada en el Consejo Europeo de Madrid, de progresar sustancialmente hacia el reforzamiento de las instituciones. Estos pa¨ªses consideran que dicho reforzamiento es una condici¨®n indispensable para la conclusi¨®n de las primeras negociaciones de adhesi¨®n".
La segunda, que el voto en el Congreso de los Diputados deber¨ªa acompa?arse de un texto an¨¢logo al que se propuso en una enmienda en el Parlamento Europeo, que encabezaba con su firma el presidente de la Comisi¨®n Institucional, el se?or De Giovanni, y que dec¨ªa: "El Parlamento Europeo expresa su consternaci¨®n ante los resultados extremadamente decepcionantes del Consejo Europeo de Amsterdam, que marcan un fracaso del plan de reformas de las instituciones europeas y de sus formas de funcionamiento, no crea las condiciones indispensables para una futura ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea y pide formalmente que una nueva reforma de los tratados sea adoptada para permitir cualquier ampliaci¨®n, seg¨²n un m¨¦todo m¨¢s democr¨¢tico y transparente".
Por ¨²ltimo, ser¨ªa indispensable una informaci¨®n a todos los ciudadanos de los resultados de la conferencia, valorando las modificaciones positivas que ha aportado (entre ellas, el aumento de la codecisi¨®n entre Parlamento Europeo y Consejo, la inclusi¨®n del protocolo social en el tratado y la definici¨®n de un nuevo cap¨ªtulo sobre el empleo), pero dejando claro que por s¨ª mismas no justificar¨ªan un voto positivo. Este hipot¨¦tico voto positivo debe razonarse a partir de la necesidad de no beneficiar a los antieurope¨ªstas. No obstante, para no caer en la par¨¢lisis, ser¨ªa indispensable contar en el momento del voto con un compromiso que garantice que se seguir¨¢ avanzando sin demora en la direcci¨®n justa, y que la pr¨®xima y necesaria modificaci¨®n de los tratados se emprender¨¢ utilizando nuevos m¨¦todos que aseguren la participaci¨®n democr¨¢tica de los ciudadanos europeos.
En conclusi¨®n, desde la firme decisi¨®n de no adoptar ninguna actitud que pueda hacer el juego a los antieurope¨ªstas, debemos exigir, precisamente desde el europe¨ªsmo, garant¨ªas de que se abrir¨¢ un proceso que lleve a la superaci¨®n de las deficiencias de la cumbre de Amsterdam, un proceso con nuevos m¨¦todos. Hemos avanzado mucho hasta hoy; pero, para seguir avanzando, hace falta cambiar de calzado.
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