No empujen
La modificaci¨®n a ¨²ltima hora del decreto regulador del Himno Nacional, aprobado el pasado viernes por el Consejo de Ministros, aplac¨® las virulentas cr¨ªticas de los nacionalistas catalanes y vascos al proyecto publicado la v¨ªspera en el portavoz period¨ªstico del PP. Tras indemnizar con 130 millones a los herederos de Bartolom¨¦ P¨¦rez Casas (autor del arreglo musical de la Marcha Real compuesto a principios de siglo), el Gobierno hab¨ªa preparado una minuciosa norma que enumeraba los actos oficiales y deportivos en que ser¨ªa preceptiva la ejecuci¨®n del Himno Nacional, establec¨ªa la obligaci¨®n de los asistentes de permanecer "en pie y en actitud respetuosa" durante su interpretaci¨®n y fijaba su precedencia sobre los himnos auton¨®micos. No s¨®lo el Jefe del Estado y los miembros de la familia real tendr¨¢n derecho a esos honores; el privilegio ha sido generosamente extendido al presidente del Gobierno, pero negado a los presidentes del Congreso y el Senado.El portavoz parlamentario del PNV, I?aki Anasagasti, invoc¨® la inexistente instituci¨®n del pase foral (seg¨²n la cual las diputaciones vascas se reservar¨ªan el derecho de acatar y a la vez incumplir las normas con que estuviesen en desacuerdo) y pronostic¨® que el Rey ser¨ªa recibido en su pr¨®xima visita al Pa¨ªs Vasco "a palo seco y sin himnos". Tambi¨¦n la reacci¨®n de CiU fue desabrida: mientras el secretario general de CDC, Pere Esteve, calificaba la disposici¨®n de "exagerada, trasnochada y pasada de moda", el presidente de UDC, Duran Lleida, acusaba al PP de provocar "pol¨¦micas est¨¦riles". Ese rechazo aconsej¨® al Gobierno suavizar el decreto: ahora la Marcha Real sonar¨¢ s¨®lo cuando lo requiera "la naturaleza del acto" y los presentes no estar¨¢n obligados a escucharla de pie.Los portavoces del nacionalismo catal¨¢n y vasco han dado el visto bueno a esa f¨®rmula de compromiso. No cabe concluir, sin embargo, que todos los problemas hayan quedado resueltos. Otros pa¨ªses tienen la fortuna de que sus himnos nacionales gocen de un ampl¨ªsimo consenso emocional y simb¨®lico. Todos los franceses, incluidos los votantes ultraderechistas de Le Pen, cantan La Marsellesa pese a su origen revolucionario. En otros casos, la calidad de la m¨²sica tal vez haya favorecido su generalizada aceptaci¨®n: si el Deutschland, Deutschland, ¨¹ber alles alem¨¢n procede del Cuarteto del emperador, de Joseph Haydn, Rule Britannia! fue compuesta por Thomas Arne y Land of Hope and Glory es una adaptaci¨®n de la primera marcha de Pomp and Circumstance, de Edward Elgar. El Himno Nacional espa?ol ha tenido menos suerte: no tanto a causa del modesto valor musical de su tachunda como por el secuestro y patrimonializaci¨®n de su capacidad simb¨®lica por los vencedores de la guerra civil. Muchos espa?oles educados bajo el franquismo cantaron la Marcha Real brazo en alto con la letra de Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n: "Viva Espa?a,/ alzad los brazos, hijos/ del pueblo espa?ol,/ que vuelve a resurgir/ Gloria a la patria,/ que supo seguir/ por el azul del mar/ el caminar del sol". Los alumnos de muchos colegios religiosos entonaron durante la inmediata postguerra otra piadosa letra del Himno Nacional: "La Virgen Mar¨ªa/ es nuestra protectora,/ nuestra defensora,/ no hay nada que teme./ Guerra al mundo,/ al demonio y la carne./ Guerra, guerra, guerra/ contra Lucifer".
La historia de un pa¨ªs no se recibe a beneficio de inventario: si en 1978 no hab¨ªa alternativa razonable a la bandera bicolor de Carlos III como insignia de la Espa?a constitucional, tampoco parece existir hoy para un Himno Nacional que se remonta a la antigua Marcha Granadera regalada -seg¨²n la leyenda- a ese rey ilustrado por Federico de Prusia. Sin embargo, quienes necesiten tiempo para reconciliar los malos recuerdos del pasado autoritario con los s¨ªmbolos conciliadores del presente democr¨¢tico tienen al menos el derecho a pedir como los viajeros del metro en situaciones de apretura: Por favor, no empujen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.