Un lastre para el vicepresidente
Al Gore es, por el momento, la ¨²nica v¨ªctima pol¨ªtica del esc¨¢ndalo de la financiaci¨®n de la campa?a presidencial dem¨®crata. Mientras que la popularidad de Bill Clinton sigue alta, en los niveles del pasado agosto -el 59% de los norteamericanos aprueban su gesti¨®n, seg¨²n la encuesta difundida ayer por The Washington Post-, la del vicepresidente est¨¢ cayendo. Gore, seg¨²n esa encuesta, recib¨ªa en marzo el aplauso del 56% de sus compatriotas, en abril el del 49% y ahora, el del 45%.Los norteamericanos saben que Clinton es un "pol¨ªtico nato" , as¨ª que no se escandalizan por el hecho de que hiciera todo lo posible para conseguir el dinero con que financiar la costos¨ªsima campa?a que condujo a su reelecci¨®n en 1996. Pero Gore es diferente. El gran capital de Gore -su imagen de hombre incorruptible- se est¨¢ viendo minado por las revelaciones de que jug¨® un activo papel en la poco ortodoxa recaudaci¨®n de fondos, incluidas decenas de llamadas telef¨®nicas efectuadas desde la Casa Blanca.
Hace unos meses, nadie discut¨ªa en EE UU el hecho de que Gore ten¨ªa enormes posibilidades de ser el candidato dem¨®crata a la elecci¨®n presidencial del a?o 2000, y no pocas de ganar esa liza. Ahora ya no est¨¢ tan claro. Gore camina con lastre. La decisi¨®n de Reno de ampliar la investigaci¨®n sobre sus llamadas recaudatorias desde la Casa Blanca puede concluir con el nombramiento de un fiscal independiente, una aut¨¦ntica pesadilla para Gore en los pr¨®ximos a?os.
El esc¨¢ndalo sigue sin alterar el buen humor de los norteamericanos. A la gran mayor¨ªa les va bien -el pa¨ªs est¨¢ en paz, la econom¨ªa prospera y la delincuencia disminuye- y, adem¨¢s, piensan que la pol¨ªtica de su pa¨ªs siempre ha sido as¨ª, siempre ha estado supeditada al dinero. 0 sea que su ¨²nica sorpresa es ver que los periodistas de Washington y los congresistas republicanos -los ¨²nicos que se apasionan por el asunto- se sorprendan tanto.
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