Un fiscal independiente investigar¨¢ a Clinton y Gore si hay pruebas de irregularidades en la campa?a
Janet Reno, la fiscal general de Estados Unidos, pas¨® ayer un mal rato ante el comit¨¦ de, Asuntos Judiciales M Congreso, donde los republicanos le acusaron de no perseguir con energ¨ªa las presuntas irregularidades cometidas por Bill Clinton y Al Gore para recaudar fondos con los que financiar su ¨²ltima campa?a electoral. Para defenderse, Janet Reno respondi¨® que si encuentra pruebas de que el presidente o el vicepresidente violaron la ley, las someter¨¢ a la consideraci¨®n de un fiscal independiente. Reno ha criticado el retraso en la entrega de los videos sobre el "uso social" de la Casa Blanca en la recaudaci¨®n.
Lo m¨¢s aburrido que puede hacerse hoy en EE UU es dedicar una velada a ver en la cadena CSpan la sucesi¨®n de apretones de mano, besos, bromas y cortes¨ªas que constituye el argumento de las cintas de v¨ªdeo m¨¢s pol¨¦micas del a?o, las que muestran a Clinton recibiendo a tomar caf¨¦ en la Casa Blanca a cientos de contribuyentes de su ¨²ltima campa?a presidencial.Todo es as¨ª en este esc¨¢ndalo que comenz¨® hace un a?o, en los d¨ªas anteriores a las elecciones: mucho ruido, pero pocas nueces. Mucho apasionamiento period¨ªstico y pol¨ªtico, pero poco inter¨¦s ciudadano; mucho debate por cuestiones de formas, pero poca voluntad de reformar el sistema de financiaci¨®n de la pol¨ªtica norteamericana.
El problema de esas cintas no es su contenido -que s¨®lo prueba lo ya sabido, que Clinton dedic¨® cientos de horas a tomar caf¨¦ en la Casa Blanca con simpatizantes dem¨®cratas susceptibles de firmar un tal¨®n-, sino el hecho de que la presidencia s¨®lo las entregara a los investigadores a comienzos de este mes. Primero fue un paquete de unas cuarenta; ayer, un segundo paquete de un centenar.
"?Obstrucci¨®n a la justicia!", claman los congresistas republicanos. Uno de ellos, olvidando el Watergate protagonizado por su correligionario Richard Nixon, llega incluso a decir que ¨¦ste el "peor esc¨¢ndalo de la historia pol¨ªtica norteamericana".
Reno, en cualquier caso, reconoce que la tardanza de la Casa Blanca en entregar las cintas le ha provocado un enfado monumental. Esa es una de las razones por las que decidi¨® convertir la investigaci¨®n "preliminar" sobre las actividades recaudatorias de Clinton en una formal que puede terminar con el nombramiento de un fiscal independiente. Reno ya hab¨ªa dado ese paso en relaci¨®n a Gore.
La investigaci¨®n de la fiscal¨ªa sobre Clinton y Gore se centra en las llamadas telef¨®nicas que efectuaron desde la Casa Blanca para solicitar contribuciones. Gore reconoce que hizo 46 llamadas; Clinton, dice que no re cuerda. Una ley centenaria proh¨ªbe el uso de dependencias del Gobierno federal para solicitar o entregar fondos electorales.
Necesitados de millones de d¨®lares para contrarrestar con campa?as masivas de publicidad su derrota frente a los republicanos en las legislativas de 1994, Clinton, Gore y la c¨²pula del Partido Dem¨®crata se lanzaron en 1995 y 1996 a una fren¨¦tica actividad recaudatoria. Todo vali¨®, desde ofrecer caf¨¦s en la Casa Blanca hasta usar el dormitorio Lincoln para recompensar a los donantes m¨¢s generosos. Cualquier dinero fue bienvenido, desde el de un narcotraficante cubano hasta el de monjes budistas. Hasta que no se demuestre lo contrario, nada de aquello fue ilegal, sino tan s¨®lo feo, inmoral o ileg¨ªtimo. "No me averg¨¹enzo por haberlo hecho lo mejor que pude dentro del presente sistema", dice Clinton. El presidente a?ade que actu¨® de acuerdo con las reglas de juego vigentes y que si esas reglas no gustan, lo que hay que hacer es cambiarlas.
Hipocres¨ªa de los republicanos
Ah¨ª es donde los republicanos son sorprendidos en flagrante hipocres¨ªa. Su mayor¨ªa en el Senado acaba de bloquear la aprobaci¨®n de una ley de reforma de la financiaci¨®n de las campa?as que terminar¨ªa con las irregularidades denunciadas desde hace un a?o. Esa ley, presentada por el republicano John McCain y el dem¨®crata Russell Feingold, y apoyada por Clinton, pone l¨ªmites a las aportaciones de los partidos y los grupos de presi¨®n a las candidaturas personales, y prohibe el llamado soft money, el dinero que particulares y empresas pueden dar sin l¨ªmites a los partidos para sus "actividades generales".En su comparecencia de la pasada semana ante el comit¨¦ del Senado que se ocupa del esc¨¢ndalo, Harold Ickes, ex jefe adjunto del gabinete de la Casa Blanca, devolvi¨® a los republicanos golpe por golpe. Les record¨® que ellos son partidarios de que no se ponga coto al empleo del sagrado d¨®lar para fines pol¨ªticos y famosos por defender los intereses de las grandes empresas que financian sus campa?as..
"Como no se cree que los pol¨ªticos vayan a cambiar este corrupto sistema, el pueblo no presta atenci¨®n a estas pol¨¦micas washingtonianas", dice Gary Jacobson, analista pol¨ªtico de la Universidad de California. El resultado es que la popularidad de Clinton es m¨¢s alta que la de Ronald Reagan y se acerca a la que tuvo Dwight Eisenhower al final de su quinto a?o en la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.