Hamlet y el himno gallego
A ra¨ªz de la pol¨¦mica regulaci¨®n protocolaria del himno espa?ol, surgieron voces que lamentaban la falta de una letra para ser. cantado. Ha habido varios intentos, pero nunca cuajaron. Es un himno bastante impetuoso, muy marchoso, de hecho viene de una marcha real, y que sugiere una posici¨®n activa, de orgullosa afirmaci¨®n. Como suelen ser, en el fondo, todos los himnos patri¨®ticos. Pero no tiene letra.El himno gallego es un himno muy curioso, singular. Para empezar, se estren¨® en La Habana, en 1906. Tiene una letra oficial, reconocida por la ley de s¨ªmbolos de la autonom¨ªa. Bastante gente conoce esa letra e intenta cantarla cuando se interpreta. Est¨¢ tomada de un poema de Eduardo Pondal, un autor rom¨¢ntico conocido como O Bardo Celta, que recorr¨ªa la Costa da Morte a caballo y escuchaba el lenguaje secreto de los cuervos, las piedras, los ¨¢rboles y el mar.
El himno gallego casi no afirma nada, s¨®lo al final, en que invita a despertar de su sue?o al "hogar de Breog¨¢n", en alusi¨®n al caudillo celta que habr¨ªa sido el fundador de Galicia despu¨¦s de un largo peregrinaje desde Oriente hasta Finisterre. ?ste es un mito reciente, del siglo XIX, creado por los historiadores rom¨¢nticos amigos de Pondal, pero no m¨¢s descabellado que la fundaci¨®n de Roma por dos ni?os amamantados por una loba. Ahora hay alg¨²n apologeta entusiasta y menos rom¨¢ntico dispuesto a atribuir la fundaci¨®n de Galicia a don Manuel, pero todav¨ªa no lo ha puesto por escrito.
El himno gallego es un caso ¨²nico en el mundo. No afirma, inquiere. Es un continuo interrogante. Una retah¨ªla de preguntas. ?Qu¨¦ din os rumorosos ...? Cuando un gallego canta su himno parece Hamlet. Ya dec¨ªa Valle Incl¨¢n que todos somos unos hamletos. Aunque sea en muchedumbre, el gallego que canta su himno se siente solitario como Holderlin sobre un mar de nubes. Es muy dif¨ªcil de cantar a coro. Hay gente que bosteza cuando va por la segunda pregunta, pero a m¨ª me gusta. Imag¨ªnense un gent¨ªo en una plaza o en un pabell¨®n de deportes haciendo pa¨ªs- con curvas melanc¨®licas, con dudas ontol¨®gicas, pregunt¨¢ndose qu¨¦ es lo que dicen los murmullos de los ¨¢rboles en la verde orilla del mar.
El predicador san Marti?o de Dumio rega?¨® en el temprano Medievo a los gallegos porque segu¨ªan viendo dioses en los ¨¢rboles, pero luego vinieron los galleguistas rom¨¢nticos y les sali¨® un himno que es una oraci¨®n pante¨ªsta. Al fin y al cabo, como nos ense?a Andrew Linzey, titular en Oxford de la c¨¢tedra de Teolog¨ªa y Bienestar Animal, Dios fue el primer ecologista.
En esta campa?a, nadie ha utilizado el himno gallego, ni siquiera para cerrar los actos. Se prefiere a Vangelis o a Juan Pardo. No me extra?a. Despu¨¦s de los discursos, una dosis de himno gallego podr¨ªa desbaratar las adhesiones y los sondeos. A cualquiera que cante el himno gallego, por muy fan¨¢tico que sea, se le pone cara existencialista de Samuel Beckett esperando a Godot. Es el himno de una sociedad perpleja. Un himno futurista, a la espera de que alg¨²n d¨ªa hablen los ¨¢rboles.
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