Ateneo
Las palabras Ateneo de Madrid me sugieren inmediatamente el nombre de Manuel Aza?a: uno de sus presidentes. Ahora llega a ¨¦l Carlos Paris: la herencia de la izquierda parece asegura da por votaci¨®n, si no hay desastres gubernamentales o de otra autoridad que lo cambien. Entre los desastres est¨¢ la falta de dinero: imprescindible para mantener un gran caser¨®n y una a¨²n fant¨¢stica biblioteca. Si la cultura que tengo es digna de agradecimiento, que no lo s¨¦, se lo debo a esa biblioteca. Madrid fue una gran ciudad de bibliotecas abiertas, libres, cuidadas. Hablo de la Il Rep¨²blica. No exig¨ªan nada para servir libros ni siquiera que uno fuera adulto. En la calle de San Opropio hab¨ªa una que dirig¨ªa el escritor Ortiz de Pinedo; en lo que llam¨¢bamos Hospicio, hoy Museo Municipal, estaba la que dirig¨ªa Manolo Machado. Adem¨¢s de la sala de lectura de la Nacional. Hablo de las m¨ªas: y otra en la Gran V¨ªa, esquina a San Bernardo. La d¨¦l Ateneo, m¨¢s tarde, -hab¨ªa que ser socio- tenla ventajas paradisiacas: se pod¨ªan pedir varios libros de una vez, los pupitres eran c¨®modos, estaba abierta hasta la madrugada, se tocaba un timbre y venia un camarero... Todo fue desapareciendo por la nueva vida precaria., Desde all¨ª, por una puertecita, se accec¨ªa al alto del sal¨®n: hab¨ªa conferencias importantes y; especialmente, los conciertos: el Cuarteto Nacional de C¨¢mara, pianistas como Cubiles o G¨¢lvez. (Muchos a?os despu¨¦s hicieron all¨ª el homenaje f¨²nebre a mi hijo Eduardo).A¨²n hay un republicanismo latente. Una tertulia que rememora, habla, estud¨ªa y prepara. A¨²n est¨¢ la sombra de Lauro Olmo, por citar uno de los grandes atene¨ªstas de nuestro, tiempo (la mantiene viva Pilar Enciso: fue ella la que me dijo que hab¨ªan ganado ellos sobre una dictadura anterior).
Pero no ignoro que en la ¨¦poca dura, cuando Franco o sus gentes se lo dieron a un cura para que lo expurgara, ese cura lo mantuvo lo mejor posible, con un secretario general que era el escritor Eugenio Mediano Flores, comunista hasta que la guerra le hizo falangista. Lo que le queda por hacer a nuestro Carlos Paris: restaurarlo todo, rehacer la hemeroteca, conseguir adquisiciones de libros. No creo que dejen de ayudarle Esperanza Aguirre y Miguel ?ngel Cort¨¦s: estoy seguro de que le echar¨¢ una mano Ruiz-Gallard¨®n. Volver a los buenos tiempos no es posible, porque ya los tiempos son otros: mejorar ¨¦stos es trabajo dif¨ªcil pero necesario.
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