Indecisi¨®n castigada
LA INDECISI?N del Gobierno laborista brit¨¢nico respecto a la integraci¨®n en la moneda ¨²nica europea comienza a tener un precio. Aunque el canciller del Exchequer, Gordon Brown, haya prometido una pronta clarificaci¨®n de los planes brit¨¢nicos -a trav¨¦s de un informe que ser¨¢ analizado en el Parlamento cuando ¨¦ste reanude sus sesiones la semana pr¨®xima-, lo cierto es que los mensajes transmitidos a los mercados desde que Blair lleg¨® al poder han sido nebulosos o insuficientes. Las declaraciones del propio Brown, primero en un diario y despu¨¦s en la inauguraci¨®n del nuevo sistema electr¨®nico de la Bolsa de Londres, fueron r¨¢pidamente castigadas ayer por los inversores con una ca¨ªda en el mercado londinense y descensos moment¨¢neos en varias bolsas europeas, que despu¨¦s remontaron.La hip¨®tesis m¨¢s verosimil, s¨®lo confirmada a medias por el ministro de Econom¨ªa, es que el Gobierno brit¨¢nico retrasar¨¢ su incorporaci¨®n a la moneda com¨²n hasta el a?o 2002. En esa fecha se introducir¨ªan en el Reino Unido los billetes y monedas del euro. Esto es, cuando la actual legislatura est¨¦ agotada. El Gobierno aprovechar¨ªa los pr¨®ximos a?os para analizar el impacto de la integraci¨®n en su nivel de empleo, las inversiones, los tipos de inter¨¦s y en la actividad financiera de la City londinense, que se ha convertido en el adalid de una pronta integraci¨®n para no perder su significaci¨®n como plaza financiera: es lo que Brown ha denominado "pruebas decisivas". De momento, el calendario que insin¨²a el responsable econ¨®mico brit¨¢nico deber¨ªa servir para disipar la idea que hab¨ªa venido circulando de que el Reino Unido podr¨ªa adelantar su decisi¨®n. Blair prometi¨® ayer a Kohl, durante la entrevista que ambos mandatarios celebraron en Chequers, en las afueras de Londres, no sabotear el proyecto de moneda ¨²nica; promesa que, en s¨ª misma, ya es un claro progreso respecto a sus predecesores.
Los mercados requieren permanentemente definiciones claras, m¨¢xime en este caso, puesto que las dudas, brit¨¢nicas podr¨ªan contaminar la gesti¨®n de lapresidencia de la Uni¨®n Europea, que le corresponde a Blair a partir del pr¨®ximo 1 de enero. En la primavera de ese semestre brit¨¢nico, por parad¨®jico que parezca, Blair y Brown han de presidir las reuniones en las que se ha de decidir qu¨¦ pa¨ªses -y a qu¨¦ tipo de cambio- se integrar¨¢n en la moneda ¨²nica a partir del 1 de enero de 1999. Blair -que prometi¨® un refer¨¦ndum sobre la cuesti¨®n- corre el riesgo de enredarse en un debate nacional sobre la moneda ¨²nica. Es una raz¨®n poderosa para que su Gobierno clarifique cuanto antes sus posiciones. Ya es importante que el Gobierno laborista haya dado un giro copernicano en las posiciones euroesc¨¦pticas que manten¨ªan los conservadores; pero no es suficiente. La ambig¨¹edad y la indecisi¨®n pueden resultar severamente castigadas si no se cumplen en plazo breve esas exigencias de claridad requeridas.
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