Prote¨ªnas contagiosas o priones
Nobel de Medicina a un hallazgo espectacular e inacabado
El Premio Nobel de Medicina se ha concedido al bioqu¨ªmico estadounidense S. B. Prusiner por sus revolucionarios estudios sobre los priones, part¨ªculas infectivas responsables de la encefalopat¨ªa espongiforme bovina (mal de las vacas locas) e involucrados en otras lesiones neurodegenerativas humanas, como el mal de Alzheirner.Los priones carecen de ¨¢cido nucleico codificable y constan de un sola prote¨ªna que tambi¨¦n est¨¢, sorprendentemente, presente en todas las personas. La infecci¨®n pri¨®nica provoca alteraciones conformacionales de la prote¨ªna celular que desencadenan la enfermedad. Adem¨¢s de su inter¨¦s cl¨ªnico, la estructura de los priones plantea profundos interrogantes sobre su modo de multiplicaci¨®n, desafiando normas biol¨®gicas esenciales que demandan la presencia de genes (ADN o ARN) como material b¨¢sico portador de la herencia.
Con esta decisi¨®n, la Academia de Ciencias de Suecia modifica su trayectoria anterior de galardonar aportaciones fundamentales al conocimiento de la complicada biolog¨ªa de los seres vivos, suficientemente contrastadas y admitidas. As¨ª, recordemos que en a?os anteriores se premiaron descubrimientos relevantes sobre la organizaci¨®n y funcionamiento del sistema inmune; estudios sobre gen¨¦tica del desarrollo; la funci¨®n de las prote¨ªnas G, un grupo especial de sem¨¢foros celulares implicados en la correcta transmisi¨®n de se?ales; trabajos sobre los procesos de f¨®sforilaci¨®n reversible de las enzimas (catalizadores biol¨®gicos); el modo de acci¨®n de los oncogenes, o el hecho inesperado de que los genes no est¨¢n dispuestos de forma continua, sino que aparecen partidos en el cromosoma.
En esta ocasi¨®n, la Academia ha optado por una apuesta arriesgada, al otorgar el Nobel a un trabajo espectacular y novedoso, pero todav¨ªa inacabado. Prusiner comenz¨® sus investigaciones hace 25 a?os, siendo acogido con dudas y recelos entre la comunidad cient¨ªfica. Con el tiempo, sus evidencias experimentales han ido ganando adeptos, pero todav¨ªa quedan detractores que -entre otros argumentos- resaltan la ausencia de una teor¨ªa satisfactoria que permita explicar c¨®mo se replica una part¨ªcula subviral sin la esencia de la vida: el material gen¨¦tico.
Sin embargo, en el desarrollo de la ciencia ha sido habitual que grandes avances fueran promovidos por autores heterodoxos en desafio a los conocimientos, aparentemente firmes y definitivos, existentes en su tiempo. Los criterios de elecci¨®n constituyen un argumento convincente e irrefutable en contra de la corriente en boga, que propone enfocar la investigaci¨®n cient¨ªfica como una actividad meramente encaminada a la obtenci¨®n de resultados aplicables de modo directo y a ser posible inmed¨ªato en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Filosof¨ªa que parece inspirar a nuestros responsables encargados de dise?ar pol¨ªticas y l¨ªneas prioritarias de actuaci¨®n en materia cient¨ªfica. Por el contrario, toda investigaci¨®n seria y rigurosa que incremente nuestro acervo de conocimientos tiene un valor intr¨ªnseco y a la vez deja abierta la puerta a su aplicaci¨®n potencial en el futuro. Este argumento fundamenta la decisi¨®n del instituto sueco al afirmar: "Los trabajos del laureado abren nuevas posibilidades en la comprensi¨®n de las enfermedades neurodegenerativas, su diagn¨®stico y tratamiento".
Una de las se?as de identidad de la investigaci¨®n cient¨ªfica actual es la de ser universal, de forma que dentro de ciertos l¨ªmites- se dispone de los par¨¢metros adecuados para evaluar el impacto inmediato y la trascendencia futura que pueda derivarse de las aportaciones de cualquier grupo investigador medianamente cualificado, a nivel internacional. La discusi¨®n bizantina entre ciencia pura y aplicada o entre ciencia ¨²til es irrelevante y deber¨ªa sustituirse por una exigencia inequ¨ªvoca de ciencia importante y de calidad; lo contrario, simplemente, no es ciencia.
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