Donizetti y las dos resacas
La semana pr¨®xima se cumplen 200 a?os del nacimiento en B¨¦rgamo de Gaetano Donizetti, un compositor que jug¨® un papel determinante en la historia de la ¨®pera italiana al servir de puente entre Rossini y Verdi, o, si se prefiere, entre el belcantismo y el romanticismo. Donizetti hizo evolucionar el canto desde una abstracci¨®n ornamentada hasta una expresividad teatral de corte apasionado. Su espontaneidad mel¨®dica y su atenci¨®n prioritaria a la voz fueron aprovechadas por Mar¨ªa Callas, Alfredo Kraus o Montserrat Caball¨¦ para alcanzar con sus personajes algunas de sus interpretaciones m¨¢s felices. En determinados sectores de la musicolog¨ªa se pone hoy en duda la verdadera importancia del compositor. Los oper¨®filos lo tienen m¨¢s claro: le adoran.Con ¨®peras de Donizetti se inauguraron los dos principales coliseos l¨ªricos espa?oles: el Liceo de Barcelona (en 1847, con, Ana Bolena) y el Real de Madrid (en 1851, con La favorita). Ninguno de los dos teatros le recuerda en este a?o simb¨®lico, como s¨ª lo ha hecho, por ejemplo, el teatro de La Zarzuela, con La hija del regimiento, escenografiada por Botero, y como har¨¢ la Abao de Bilbao, el pr¨®ximo diciembre, con la reina actual de la coloratura, la soprano Edita Gruberova, insuflando fuego vocal y pirot¨¦cnico a Linda de Chamounix. No es que el Real y el Liceo tengan ninguna obligaci¨®n de programar este a?o a Donizetti, pero habr¨ªa sido un detalle.
Se puede achacar este descuido a los tiempos de resaca que viven actualmente ambos teatros. Son resacas muy distintas, evidentemente: m¨¢s agitada y mundana la madrile?a; m¨¢s nost¨¢lgica y prudente la barcelonesa. La del Real se manifiesta especialmente en la platea y tiene su exponente m¨¢s agudo en los malos tragos que han tenido que pasar los principales responsables pol¨ªticos espa?oles de la cultura para defender con incondicional entusiasmo algo en lo que hasta hace muy poco no cre¨ªan. Joaqu¨ªn Leguina lo recordaba en una entrevista publicada en El Mundo al d¨ªa siguiente de la inauguraci¨®n del Real, poniendo en boca de la actual ministra Esperanza. Aguirre frases como "la ¨®pera es una cosa de ¨¦lites y una mariconada", o "es para cuatro gilipollas que les gusta", pronunciadas cuando estaba en el Ayuntamiento de Madrid para justificar la negativa a aportar los 200 millones que a ¨²ltima hora el alcalde ha dado para salir en la foto. La hipocres¨ªa de algunos pol¨ªticos (?se acuerdan de la visceral oposici¨®n de Miguel ?ngel Cort¨¦s al Teatro Real en la etapa socialista?) se ha puesto de manifiesto con transparencia en estos d¨ªas con los encendidos elogios p¨®stumos a Pilar Mir¨® de muchos de sus verdugos. Sobran comentarios.
La resaca del Liceo va por otros derroteros y en su faceta nost¨¢lgica est¨¢ marcada por la celebraci¨®n de los 150 a?os de apertura del teatro. Una magn¨ªfica exposici¨®n se exhibe (hasta el 11 de enero) con este motivo en el Museo de Historia de Catalu?a. Estructurada cronol¨®gicamente en un preludio y cinco actos separados por telones rojos y por musicas representativas -Orfeo, Ana Bolena, La traviata, La dama de picas, Los maestros cantores, Matias el pintor- la muestra relaciona con habilidad diferentes aspectos institucionales, sociales y art¨ªsticos. La presentaci¨®n es ejemplar en su sencillez y claramente did¨¢ctica para comprender las vicisitudes de un teatro integrado en la historia de una ciudad.
No s¨¦ si el Liceo resolver¨¢ con acierto los muchos problemas que a¨²n tiene pendientes antes de su anunciada reapertura a finales de 1998 con Turandot, de Puccini (la ¨®pera que estaba programada a continuaci¨®n del incendio de enero de 1994). Lo que s¨ª se vislumbra es la existencia de un proyecto art¨ªstico coherente, de unos planteamientos audiovisuales, y, sobre todo, de un tono reflexivo en este inc¨®modo periodo de silencio y exilio. Es curioso. A lo mejor la resaca le est¨¢ sentando bien al Liceo.
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