El due?o del Arny admite que en su bar hab¨ªa "relaciones" , pero sin ni?os
El due?o del pub Arny, Carlos Salda?a, abri¨® ayer el turno de declaraciones de imputados en el juicio por prostituci¨®n de menores, con una parlamento definido por los abogados como de "parar, templar y mandar". El principal acusado admiti¨® que su local era "un bar de ambiente homosexual" donde ¨¦l fomentaba "relaciones humanas". Incluso admiti¨® que pudo haber relaciones sexuales en los reservados, que se alquilaban por 1.000 pesetas, pero s¨®lo entre adultos, "libre e individualmente". "Nunca hubo menores en el Arny y, si entraron, fue con enga?os", dijo.El interrogatorio de Carlos Salda?a consumi¨® la sesi¨®n de ayer del juicio que se celebra en la Secci¨®n Tercera de la Audiencia de Sevilla. Una hora estuvo bajo el fuego de la fiscal, Marta Valc¨¢rcel, que centr¨® su interrogatorio en que el due?o del ya decr¨¦pito bar de la plaza de Armas explicara las funciones de cada miembro de la plantilla y en saber si conoc¨ªa a determinados menores o coimputados. "He contestado lo que vi en el Arny y lo que conoc¨ª en el Arny", dijo en un receso, "e insisto en que si all¨ª ha habido prostituci¨®n ha sido individual, libre y de personas mayores. Si hab¨ªa menores, es que nos han enga?ado, no s¨¦ con qu¨¦ m¨¦todos".
Y eso sostuvo con firmeza, con. ligeras contradicciones ("tengo gazpacho de fechas", dijo) y sin dudar, seg¨²n letrados que estuvieron en el juicio, a puerta cerrada para no "escandalizar" a la sociedad. Salda?a no neg¨® lo innegable: que su bar era conocido entre los homosexuales de Sevilla como un bar "de ambiente", donde hab¨ªa cuatro reservados, que se alquilaban por 1.000 pesetas, con s¨¢bana opcional. "Yo no sab¨ªa lo que ocurr¨ªa en los res ervados", afirm¨®, aunque dijo que parte de su trabajo era "fomentar relaciones humanas". Pero de menores, nada. Carlos Salda?a, para quien el fiscal pide 168 a?os de presidio, asegur¨® que la posible entrada de menores fue sin su consentimiento y que s¨®lo conoci¨® el caso de un menor que se col¨® con el carn¨¦ de identidad de su hermano, mayor de edad. Otros se colaban, aleg¨®, diciendo que iban s¨®lo al ba?o.
Incluso lleg¨® a admitir parcialmente uno de los asuntos que m¨¢s alarma crearon en Sevilla cuando salt¨® el caso: sus viajes por los pueblos de la perifer¨ªa para reclutar j¨®venes. Salda?a reconoci¨® que lo hac¨ªa, pero entre j¨®venes "no menores de edad".
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