El equilibrio de la memoria
Por todas partes se habla de la memoria, de la culpabilidad y la memoria, de sus zonas oscuras, enfermas, ultrasensibles. Uno habr¨ªa podido decir, 10 o 15 a?os atr¨¢s, que los traumas de la Segunda Guerra Mundial y el nazismo estaban superados en Europa. Lo que ocurr¨ªa era otra cosa: la guerra fr¨ªa anquilosaba las situaciones, imped¨ªa las grandes revisiones internas. Ahora, en cambio, parecer¨ªa que todo el mundo ha entrado en un proceso casi vertiginoso de examen del pasado, de introspecci¨®n, de autocr¨ªtica. Algunos hablan de autoflagelaci¨®n. Otros practican con fruici¨®n, con solemnidad ceremonial, el arrepentimiento p¨²blico. La Iglesia francesa ha pedido perd¨®n por su complicidad con el Gobierno de Vichy. Los protestantes se preparan para celebrar los 400 a?os del Edicto de Nantes, que marc¨® el fin de la persecuci¨®n contra los hugonotes. Los ciudadanos de diversos pa¨ªses de Europa del Este, entre ellos los alemanes, los checos, los h¨²ngaros, hacen colas para estudiar los ficheros que les hab¨ªa dedicado la polic¨ªa secreta en los tiempos del comunismo. M¨¢s de alguno descubre que el informante, el delator pagado, formaba parte de su propia familia, dorm¨ªa, en casos extremos, en su propia cama. En un tribunal de Burdeos se sigue proceso, bajo la acusaci¨®n de cr¨ªmenes contra la humanidad, a Maurice Papon, alto funcionario, prefecto de polic¨ªa del Sena, ministro de Estado, en los tiempos del gaullismo y del posgaullismo. En mis ¨¦pocas de secretario de embajada siempre hab¨ªa que hacer gestiones ante los servicios del se?or Papon con motivo de la visita de un ministro, de un pol¨ªtico importante o del jefe del Estado. Pues bien, ahora se acusa al personaje de complicidad en las deportaciones de jud¨ªos desde Vichy hasta los campos de exterminio nazis, sobre todo entre 1942 y 1944.?Hasta d¨®nde se puede llegar en estos procesos de recuperaci¨®n? ?Por qu¨¦ es necesaria y hasta saludable la instituci¨®n jur¨ªdica de la prescripci¨®n? ?Por qu¨¦ son imprescriptibles, en cambio, los cr¨ªmenes contra la humanidad? Se abre un espacio imprevisible de reflexi¨®n, de investigaci¨®n, de discusi¨®n intelectual y jur¨ªdica. Sospecho, por mi parte, que en alguna medida no se salvar¨¢ nadie. La ola de la revisi¨®n alcanzar¨¢, desde luego, a las recientes dictaduras latinoamericanas, pero no excluir¨¢ a Espa?a, ni a la Francia de la guerra de Argelia, ni a la Inglaterra de la represi¨®n contra los autonomistas irlandeses. La Iglesia espa?ola, interrogada con motivo del mea culpa de los obispos franceses, parece estar muy lejos de la idea de arrepentirse de su colaboraci¨®n con el fr¨¢nquismo. Todos recordamos las fotograf¨ªas del general Franco, a comienzos de la guerra espa?ola, rodeado de dignatarios eclesi¨¢sticos que hacen el saludo fascista. Lo que pasa, se nos dice, es que eran los primeros d¨ªas de una cruzada de este siglo. La guerra civil ten¨ªa caracter¨ªsticas de guerra religiosa. Los rojos de aquellos comienzos del conflicto incendiaban conventos y asesinaban a curas y monjas. Eran manifestaciones de la Espa?a negra, fen¨®menos de la Espa?a de don Francisco de Goya, y resultar¨ªa imposible juzgarlos desde fuera, desde nuestro tranquilo racionalismo. Nuestros amigos espa?oles, sin embargo, son aficionados a juzgarnos desde fuera, y con la mayor soltura. de cuerpo de este mundo.
Las cinco academias que forman parte del Instituto de Francia tienen la costumbre de iniciar la temporada con la lectura de sendas comunicaciones sobre un tema escogido de antemano. El tema de este a?o, seleccionado con notable sentido de la oportunidad, ha sido precisamente el de la memoria. Los cinco acad¨¦micos designados han disertado sobre la memoria en la historia, en la literatura, en las ciencias, en las bellas artes, en la pol¨ªtica. El representante de la Academia de Bellas Artes se ha referido a los museos como forma de preservaci¨®n del pasado est¨¦tico. Ha citado a Bonnard, uno de los grandes del posimpresion¨ªsmo: "Si todo se olvida, s¨®lo queda uno, y eso no es suficiente". No es suficiente, sin duda. No somos suficientes sin la memoria personal y la memoria colectiva.
Existen, eso s¨ª, seg¨²n el se?or Gilbert Dagron, profesor de historia bizantina y miembro de n¨²mero de la Academia de Inscripciones y Bellas Artes, peligros tanto en el exceso como en la flaqueza de la memoria. El profesor Dagron cita un cuento cl¨¢sico de Borges, Funes el memorioso. Bromeando, inventando, haciendo ficci¨®n pura, Borges pon¨ªa el dedo en los puntos m¨¢s sensibles de la conciencia contempor¨¢nea. No sabemos siquiera si lo hac¨ªa de un modo plenamente consciente. Funes es una met¨¢fora perfecta de la memoria como exceso y como enfermedad. Era tan incapaz de ideas generales, explica Borges, que le resultaba muy dif¨ªcil comprender que la sola palabra 11 perro" designara a tantos individuos diferentes y de formas y pelajes tan diversos. Le molestaba que el perro de las tres y catorce minutos de la tarde, visto de perfil, tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto, visto de frente.
La precisi¨®n absoluta de la memoria es abrumadora y anticreativa. La falta de memoria, por otro lado, nos paraliza y nos acerca a la condici¨®n animal. La memoria amputada por la represi¨®n, por el abuso de la ideolog¨ªa, es una memoria enferma. El esfuerzo de recuperaci¨®n y reconciliaci¨®n con el pasado que se realiza en todas partes ahora es sano, necesario, pero debe efectuarse con equilibrio, con perspectiva, con sentido de los l¨ªmites. El primer ministro Lionel Jospin ha dado una respuesta clara en la Asamblea Nacional: el proceso de Mauricio Papon es importante, pero no es el proceso de Francia ni el proceso del gaullismo. Es el proceso de una persona, y esto no hay que perderlo nunca de vista.
Uno sale a la calle, en el viejo centro de Par¨ªs, en la Isla San Luis, conocido en la Edad Media como Isla de las Vacas, y se encuentra con los signos de la memoria a cada paso. En la casa donde ocupo un pedazo vivi¨® ?mile Bernard, compa?ero de Paul Gauguin y te¨®rico de la pintura. En la casa de al lado estuvo un tiempo Camille Claudel. Charles Baudelaire fumaba hach¨ªs con sus amigos simbolistas a pocos metros de distancia. Par¨ªs es una ciudad memoriosa. Si no tiene mucho cuidado puede caer en la pesadilla de Funes.
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