"Para hablar con ETA no es imprescindible que deje de matar"
Jos¨¦ Mar¨ªa Seti¨¦n, obispo de San Sebasti¨¢n, ha cumplido sus bodas de plata, veinticinco a?os de obispo, en el Pa¨ªs Vasco, su amada tierra, tan herida por la violencia terrorista. En esta conversaci¨®n, monse?or Seti¨¦n ha expresado s¨®lo dos deseos con vehemencia: que se logre la paz en Euskadi y que no se le contagie el odio que le profesan algunos. "Yo no me siento como la bestia negra de la Iglesia. Y en cuanto a si me afecta esa leyenda negra, he de decir que s¨ª, pero menos" "No estuve en ninguna manifestaci¨®n por Miguel Angel Blanco. Lo que hice fue manifestar la pena y el dolor que me produjo el hecho" "Estoy en contra del a¨ªslamiento social de HB, porque eso es declarar la guerra social en el Pa¨ªs Vasco, y yo no lo quiero"
En marzo cumplir¨¢ setenta a?os, pero sus facciones recias, de impenetrable expresi¨®n, no lo delatan. S¨ª aparece en primer t¨¦rmino de su car¨¢cter una desconfianza, acerada e insobornable, frente a la periodista, que apenas ha podido conseguir de ¨¦l un gesto relajado, un s¨ªntoma de vulnerabilidad.
Pregunta. Veinticinco a?os como obispo suponen una dilatada experiencia. Y mucho m¨¢s, supongo, si todos estos a?os se han vivido en el Pa¨ªs Vasco. ?Hasta qu¨¦ punto le han marcado?
Respuesta. Pues la verdad es que la vida de un obispo no es una vida demasiado sencilla, por lo menos en el lugar en el que nosotros estamos. Pero s¨ª que es, sin duda, una vida enriquecedora, y yo tengo la conciencia, la impresi¨®n, independientemente de los juicios objetivos que se puedan hacer sobre mi trabajo como obispo aqu¨ª, que, personalmente, a m¨ª me ha enriquecido, porque me ha dado muchas oportunidades de ahondar sobre mi propia respuesta y, consiguientemente, sobre mi propia realizaci¨®n. Yo he percibido mi experiencia episcopal como una plena realizaci¨®n. Entiendo que la satisfacci¨®n mayor que puede tener una persona no est¨¢ en si se lo ha pasado m¨¢s o menos bien, sino en pensar que aquello que ha hecho entra dentro de una l¨ªnea de coherencia con lo que pensaba que ten¨ªa que hacer. Yo pienso que ¨¦sa es la m¨¢xima gratificaci¨®n que uno puede tener y trato de vivir desde esa perspectiva.
P. En su vida de obispo en el Pa¨ªs Vasco, ?ha habido m¨¢s luces o m¨¢s sombras? ?M¨¢s gratificaciones o m¨¢s cruces?
R. No es exactamente lo mismo. No se puede confundir la luz con la gratificaci¨®n ni las sombras con el pasarlo mal. Cuando a m¨ª la gente me dice que sufre por lo que yo sufro, les digo que no sufran m¨¢s de lo que yo sufro, porque es un sufrimiento in¨²til. Entonces tampoco es que yo est¨¦ permanente en una situaci¨®n de sufrimiento. Yo vivo en la continuidad de mis servicios, que son muy variados y muy diversos en las parroquias, en el despacho, escribo cartas a los ni?os, en reuniones con los j¨®venes... Y luego, cuando veo en un peri¨®dico que se meten conmigo, pues no me gusta mucho, pero como eso ya me lo s¨¦, pues no me preocupa demasiado. ?M¨¢s luces que sombras, m¨¢s gratificaciones que..., que momentos de ¨¦sos? Pues yo pienso que s¨ª, porque es que, si no, no merecer¨ªa la pena.
P. ?Es usted una persona vulnerable?
R. Vulnerable en el sentido de que el sufrimiento me haga cambiar de forma de pensar o de actuar, pues, ciertamente, no. Vulnerable en el sentido de que yo me frene en mi actuaci¨®n de lo que yo creo que debo hacer, pues tampoco. Ahora, si por vulnerable usted quiere decir que si soy sensible, le dir¨¦ que s¨ª, en mayor o menor medida. Pero no hasta el punto de llegar a poner en quiebra mi actuaci¨®n y mi respuesta en funci¨®n de esa vulnerabilidad. Eso supondr¨ªa que lo afectivo, lo que siento, prevalecer¨ªa sobre lo que tiene que ser el proyecto de mi vida.
P. Para muchos, usted es el gran desconocido y, al mismo tiempo, el m¨¢s vapuleado de los obispos espa?oles. ?C¨®mo se siente usted ante la acumulaci¨®n de tantos juicios, despiadados incluso?
R. Pues, sencillamente, le voy a decir una cosa que, a lo mejor le sorprende y que les sorprender¨¢, tambi¨¦n, a muchos: no es lo primero que est¨¢ en el ranking de mis preocupaciones. No es eso lo que me preocupa. Por tanto, si es as¨ª, si son muchos, si son pocos, pues no lo s¨¦. Al obispo Seti¨¦n le preocupa la paz, y hace lo que cree que tiene que hacer para que se acerque el d¨ªa, tan deseado, de la paz. Luego, las reacciones que puede haber en torno a esa actuaci¨®n m¨ªa, en unos o en otros, tengo que reconocer, por un m¨ªnimo de coherencia que me exijo a m¨ª mismo, que tienen que ser un elemento secundario y, si es secundario, no le puedo conceder una atenci¨®n primaria a mi persona.
P. Arzalluz confesaba recientemente que a ¨¦l s¨ª le afectan los juicios negativos de las personas sencillas, de las que act¨²an de buena fe. ?Le pasa a usted lo mismo?
R. Yo creo que en el fondo de todo no hay una cuesti¨®n de conocimiento no conocimiento, sino una cuesti¨®n de confianza, de que se conf¨ªe, o no se conf¨ªe en una persona. Y si esa confianza no se merece, o no se consigue, pues poco puedo hacer yo. S¨®lo padecer esa falta de confianza... Pero yo tampoco generalizar¨ªa, porque he recibido algunas comunicaciones, muy curiosas, de personas de fuera del Pa¨ªs Vasco que, con ocasi¨®n de mis bodas de plata en el episcopado, me animan y me alientan. Y luego, la gente que escribe en los peri¨®dicos son los que tienen una posici¨®n que la leen luego mil personas. Pero los que escriben siempre son los que tienen inter¨¦s en decir determinadas cosas. Otros mil que puedan tener otras opiniones no escriben.
P. Tendr¨¢ que aceptar que para algunos sectores usted es la bestia negra de la Iglesia ?Puede convivir con esa sensaci¨®n?
R. Ciertamente, yo no me siento como la bestia negra de la Iglesia, ciertamente... Ante esas campa?as a las que usted alude, lo que hago es relativizar su valor. Y, claro, si usted me pide que yo me defina a m¨ª mismo, pues le dir¨¦ ?por qu¨¦ no le dice usted a esos periodistas que me atacan que me reflejen como soy? Creo que ser¨ªa mucho m¨¢s eficaz... Y en cuanto a si me afecta esa leyenda negra, le tengo que decir que s¨ª, pero menos. Eso es lo que tengo que decir.
P. Como obispo, pero tambi¨¦n como ciudadano, ?c¨®mo ve usted la situaci¨®n actual del Pa¨ªs Vasco?
R. Pienso que el Pa¨ªs Vasco, en todas sus dimensiones de convivencia social, est¨¢ experimentando una gran transformaci¨®n que no se da solamente en el Pa¨ªs Vasco sino que se da en todas partes. Entonces, hacer del Pa¨ªs Vasco una especie de problema particular, como si se estuvieran dando aqu¨ª unas razones que justifiquen un planteamiento de evoluci¨®n cr¨ªtica... Yo me esfuerzo por reducirlas a sus verdaderas dimensiones. Y no es que me est¨¦ inventando ahora nada. Nosotros, en algo que nos interesa tanto como el proceso de secularizaci¨®n de la sociedad, por ejemplo, no podemos admitir que tenga que ver con el terrorismo, sino que es un fen¨®meno que se da en todas las sociedades.
P. Pero ?qu¨¦ posibilidades de futuro ve usted a pesar de la realidad del terrorismo, que a veces parece que no vaya a acabar nunca?
R. Es que yo no pienso que el terrorismo no vaya a acabarse nunca. No lo creo as¨ª. ?Por qu¨¦ va a ser as¨ª? No tendr¨ªa respuesta, sencillamente, porque no estoy de acuerdo con el planteamiento. Si todo el problema que estamos viviendo, y que se manifiesta en actuaciones de terrorismo y dem¨¢s, tiene que ser como algo permanente en el Pa¨ªs Vasco, pues ?menuda dicha! Es necesario ver las cosas desde una perspectiva mucho m¨¢s positiva, y es que, si nosotros queremos un pueblo, incluso como pueblo que sea capaz de conservar su identidad desde el punto de vista social y que tenga el progreso econ¨®mico necesario para que puedan resolverse problemas como el del paro, necesitamos tener un proyecto com¨²n. Un proyecto en el que todos nos pongamos a trabajar sin que tenga dificultades a?adidas y la falta de entendimiento individual que provoca que, en el Pa¨ªs Vasco, exista el fen¨®meno del terrorismo.
P. Desde su punto de vista, ?existe alguna f¨®rmula, alguna opci¨®n que usted pondr¨ªa en marcha para acabar con el problema?
R. Yo creo que el terrorismo se termina haciendo cada uno lo que tiene que hacer. Eso supone, por parte de los terroristas, el tener confianza mayor en los procedimientos de una convivencia respetuosa de los derechos fundamentales de las personas, aun cuando sean contrarios, digamos, a su forma de pensar. Que esos de rechos sean respetados a base de aceptar que otros puedan tener otras visiones distintas respecto al futuro de Euskadi, a la identidad de Euskadi. Y tambi¨¦n, que por la otra parte, las personas piensen que lo mismo que no existe un dogmatismo que haga referencia a la visi¨®n que puedan tener ciertos grupos en Euskadi, tampoco los otros posicionamientos sean dogm¨¢ticos. Es necesaria una cierta relatividad en lo que se entienda que debe ser la manera de organizar el futuro de la convivencia de los pueblos en relaci¨®n con el Es tado Espa?ol, que es algo que ha de someterse a estudio; y del estudio y de la autocr¨ªtica que se d¨¦, entre unos y otros, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil, y m¨¢s perceptible, la b¨²squeda de unos caminos para una salida...
P. ?Usted es partidario de una negociaci¨®n entre ETA y el Gobierno al margen de que ETA deje o no de matar? ?Cree en la conveniencia de una negociaci¨®n subterr¨¢nea?
R. Yo soy partidario de que haya las conversaciones necesarias -negociaci¨®n o no negociaci¨®n- para que se pongan de acuerdo en cu¨¢les han de ser las condiciones para salir de esta situaci¨®n. Es que parece que lo ¨²nico que se puede es debatir sobre si negociaci¨®n o negociaci¨®n no, y yo digo: hablen ustedes y vean si es posible negociar, y qu¨¦ condiciones hacen falta para poder negociar; y sean ustedes los que, despu¨¦s, saquen la conclusi¨®n de lo que hay que hacer. Antes de que se d¨¦ el s¨ª o el no a la negociaci¨®n, me parece necesario que existan unas conversaciones en las que unos y otros piensen que se puede seguir adelante.
P. Pero ?no es imprescindible, en su opini¨®n, que antes ETA ofrezca un compromiso formal de dejar de matar?
R. Para hablar con ETA, no. ?Por qu¨¦? Estoy esperando que alguien me diga, me explique, por qu¨¦. Porque una de las cosas que hay que hacer es pasar a una conversaci¨®n en sinceridad que es previa a la negociaci¨®n. La negociaci¨®n puede ser algo a lo que se llegue en su momento, pero incluso para llegar ah¨ª, habr¨¢ que hablar ?no? En cualquier caso, si esa negociaci¨®n de buena voluntad es asumida por las dos partes, como consecuencia de una conversaci¨®n previa en la que, de com¨²n acuerdo, dicen 'por ah¨ª tendr¨ªamos que ir', a m¨ª me parecer¨ªa muy bien.
P. Su personal apuesta por un entendimiento, por una negociaci¨®n con ETA, ?no se le viene abajo, no pierde usted la es peranza cuando se produce otro atentado? ?O piensa que es un camino a largo plazo?
R. Esa no es una cuesti¨®n s¨®lo m¨ªa. A muchos personajes, de los que m¨¢s pueden estar interesados en ir por una v¨ªa, la que fuera, para terminar con el problema de ETA, les he escuchado decir que, a pesar de todo lo que podamos hacer y decir, tenemos que tener, todav¨ªa, que se d¨¦ eso, actos de violencia. Yo no entiendo que el s¨ª o el no a una t¨¢ctica de pacificaci¨®n est¨¦ condicionado por la realizaci¨®n de unos actos que, por muy brutales que sean, estaban previstos en aquellos que estaban diciendo cu¨¢les ten¨ªan que ser las l¨ªneas a seguir. Esto no lo digo yo, lo dice mucha gente: si nuestros posicionamientos est¨¢n condicionados a que en un momento determinado suceda algo, cuando eso que suceda sab¨ªamos que iba a suceder o por lo menos tem¨ªamos que iba a suceder, ?d¨®nde est¨¢ la solidez de nuestras perspectivas de pacificaci¨®n? Pues no parece muy claro.
P. El traslado de los presos de ETA a las c¨¢rceles del Pa¨ªs Vasco ?contribuir¨ªa, en su opini¨®n, al proceso de pacificaci¨®n de Euskadi? R. ?C¨®mo le voy a decir a quien tiene en sus manos esas decisiones qu¨¦ es lo que tienen que hacer! Y si yo digo que me parece que eso ayudar¨ªa, ser¨ªa tanto como decirle qu¨¦ es lo que tiene que hacer. No me permito decirle al Gobierno qu¨¦ es lo que tiene que hacer, porque entonces s¨ª que estoy meti¨¦ndome en pol¨ªtica. Yo lo que digo es c¨®mo se plantean los problemas, cu¨¢les son Ias coordenadas y principios que est¨¢n en juego y, a partir de ah¨ª, luego cada uno ver¨¢, en relaci¨®n con el mayor acierto o desacierto en cada una de las opciones, qu¨¦ es lo que tiene que hacer. Es que me acusan de meterme en pol¨ªtica y resulta que, cuando me quiero quedar en el terreno de los principios, se me piden pronunciamientos pol¨ªticos.
P. Tambi¨¦n se le acusa, claramente, de permanecer siempre en el terreno de la ambig¨¹edad frente al terrorismo ?C¨®mo se convive con esa acusaci¨®n?
R. Yo no estoy en la ambig¨¹edad, no me sit¨²o en la ambig¨¹edad, no creo que me sit¨²e en la ambig¨¹edad. As¨ª que eso, esa imagen, me influye, pero menos. Es que ¨¦se no es mi problema, eso lo quiero decir con claridad. Y si no es mi problema, pues no le extra?e que no le d¨¦ la importancia que usted le quiere dar. No es mi problema. Mi problema es otro completamente distinto, es hacer lo que yo creo que tengo que hacer. Y lo que pienso lo digo claramente, cada a?o, en mi carta de Adviento, y no creo que sea ambiguo. Despu¨¦s, si eso se lee con un inter¨¦s positivo de arreglar la situaci¨®n, o se ve con una finalidad distinta, bueno..., como comprender¨¢ yo no voy a ponerme a pensar en todas estas cuestiones.
P. La comparecencia de sus m¨¢ximos dirigentes ante el Tribunal Supremo ha vuelto a poner sobre la mesa la cuesti¨®n de Herri Batasuna. ?Usted cree que tiene sentido, que es ¨²til una actuaci¨®n de abierta beligerancia, de aislamiento de las gentes de HB en el Pa¨ªs Vasco?
R. A m¨ª lo que me parece es que el aislamiento social de HB es una v¨ªa sencillamente imposible. Yo quisiera saber si, efectivamente, cuando se habla de aislamiento social se sabe qu¨¦ es lo que se quiere decir. ?Es que yo tengo que hacer unas eucarist¨ªas para los que vayan a misa de HB, muchos o pocos, distintas a las que digo para los dem¨¢s? ?Qu¨¦ me contesta? Que no, ?verdad? Eso es imposible. Ahora, si se trata de un aislamiento pol¨ªtico" ¨¦sas son opciones pol¨ªticas, y ellos, los pol¨ªticos, las tomar¨¢n si lo consideran oportuno. Pero hablar de un aislamiento social, ?qu¨¦ quiere decir? ?Que no hay que ir a comprar a las tiendas de las personas que se sabe que son de HB? ?Qu¨¦ es lo que se quiere decir? Yo estoy en contra de eso, porque eso, en lugar de dar cauces de comunicaci¨®n, de normalizaci¨®n, es declarar la guerra social en el Pa¨ªs Vasco y yo no la quiero. Si me dice, pero ?est¨¢ bien lo que se ha hecho en Mondrag¨®n, lo que se hace en otros pueblos? Bueno, pues ¨¦sas son las reglas del juego democr¨¢tico y ellos ver¨¢n c¨®mo las utilizan y que saquen las conclusiones que se pueden de rivar.
P. Aquel llamado esp¨ªritu de Ermua que lanz¨® a las calles a millones de vascos en contra del terrorismo ?qu¨¦ reflexi¨®n le produjo? ?Cree que se dio un cambio cualitativo en la movilizaci¨®n ciudadana?
R. Yo estoy completamente de acuerdo en que todos estamos, tenemos que estar, en una actitud de que queremos eliminar el terrorismo. M¨¢s que eliminar, si se quiere, de hacer que desaparezca el terrorismo. Prefiero la palabra desaparici¨®n a la palabra eliminaci¨®n. El c¨®mo, eso es otra cosa distinta. Yo pienso que, por mucho acuerdo que haya en ese objetivo, no hay por qu¨¦ pensar que todas las soluciones tengan que ir, necesariamente, por las mismas v¨ªas. Si los pol¨ªticos piensan que todos tienen que ir por las mismas v¨ªas, entonces ellos ver¨¢n en qu¨¦ medida eso es coherente o no es coherente con sus posicionamientos, digamos que independientemente del esp¨ªritu de Ermua. Pero si piensan que tambi¨¦n la sociedad tiene que tener la libertad para buscar desde los distintos grupos, los caminos que consideren, mejores para superar esta situaci¨®n doloros¨ªsima en la que nos encontramos, pues ellos sabr¨¢n. Una cosa es lo que tiene que hacer la sociedad y otra cosa es lo que tienen que hacer los pol¨ªticos. Consiguientemente, que la sociedad muestre su rechazo al terrorismo, pues me parece muy bien, tambi¨¦n yo estoy dentro, digamos, de esa peripecia. ?Que yo vaya a una manifestaci¨®n? Pues ya me lo pensar¨¦. Y los pol¨ªticos que van a esa manifestaci¨®n ?qu¨¦ es lo que tienen que hacer pol¨ªticamente? Pues ellos se lo pensar¨¢n. Pero el hecho de que piensen de una manera distinta entre ellos, aun cuando compartan ellos la voluntad de rechazo al terrorismo, que yo estoy convencido de que comparten, pues ¨¦se es el gran riesgo del pol¨ªtico y el momento de ejercer la sabidur¨ªa pol¨ªtica, que a lo mejor no es la de afirmar que la unidad de la manifestaci¨®n contra el terrorismo tenga que tener unas f¨®rmulas comunes de actuaci¨®n. Entiendo que se han de mantener cada uno en su propia libertad. Yo no voy a decir lo que ellos tienen que hacer, porque si lo hago me dir¨¢n que me presente a las elecciones a ver cu¨¢ntos votos tengo. Yo lo que hago es intentar dar orientaciones, ayudar a la gente a enfrentarse con el problema y, para eso, no hace falta tener votos.
P. ?Particip¨® usted en alguna de las manifestaciones convocadas por el asesinato de Miguel Angel Blanco?
R. No, no, yo no estuve en ninguna manifestaci¨®n. Yo lo ¨²nico que hice fue manifestar la pena y el dolor que produjo en m¨ª el hecho de que ETA hubiera actuado como actu¨®. Esa es la ¨²nica manifestaci¨®n que he hecho. Y, por lo visto, tampoco debi¨® de sentar demasiado bien. Porque cuando uno va y comunica el p¨¦same a una familia que en aquel momento, precisamente, iba a rezar a la capilla del hospital, y me pareci¨® que lo m¨¢s correcto era no ser cargante con aquello, con ellos, luego me dijeron que por qu¨¦ hab¨ªa estado s¨®lo diez minutos o cinco minutos con la familia. ?Qu¨¦ es lo que ten¨ªa que hacer? Pues no molestar. Y al mismo tiempo que trataba de manifestarles a los padres de Miguel ?ngel Blanco mi simpat¨ªa y mi pena, trataba de darles el aliento no s¨®lo de una cercan¨ªa humana sino en una dimensi¨®n cristiana. Era lo que yo ten¨ªa que hacer. Y nadie tiene que decirme... ?Es que usted me tiene que decir a m¨ª que por qu¨¦ he estado cinco minutos? Pues yo le pregunto ?y usted por qu¨¦ piensa que el haber estado s¨®lo cinco minutos es una manera de marcharme del problema porque tengo otras cosas m¨¢s importantes que hacer?
P. ?C¨®mo se vive, d¨ªa a d¨ªa, sintiendo el odio de un sector de la sociedad alent¨¢ndole en el cogote?
R. Pues, con tal de que ese odio no se transfiera a m¨ª, no se me contagie a m¨ª, bien. El peligro est¨¢ en que, por ser odiado, uno odie.
P. Y ?usted odia a alguien, monse?or?
R. No. Al menos conscientemente no. ?Qu¨¦ adelanto yo con eso?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.