Cinco a?os en Bosnia
C¨®mo un sargento espa?ol abort¨® una asonada militar de los 'halcones' serbios
Pasadas las dos de la madrugada del ¨²ltimo 1 de octubre, un capit¨¢n espa?ol al mando de una secci¨®n de operaciones especiales, con unos 25 soldados, se present¨® por sorpresa en la cima del v¨¦rtice Leotar, cerca de de la localidad serbobosnia de Trebinje.Habitualmente, ocho militares custodiaban el repetidor que difund¨ªa en la Herzegovina serbia el canal de televisi¨®n de Pale, controlado por los radicales de Radovan Karadzic. Sin embargo, en ese momento, y no por casualidad, s¨®lo estaban de guardia tres milicianos adormilados que, bajo el pretexto de una inspecci¨®n rutinaria, franquearon el paso a los inesperados visitantes.
Una vez dentro, el capit¨¢n espa?ol les comunic¨® que ten¨ªa orden de ocupar las instalaciones, tras lo cual procedi¨® a desarmarlos sin resistencia. En pocos minutos quedaba cumplida, sin novedad, la parte espa?ola de la Operaci¨®n Bossanova. La secci¨®n de la Brigada Extremadura, con blindados medios sobre ruedas, que aguardaba en las proximidades, no tuvo que intervenir.
A esa misma hora, otros tres repetidores ubicados en lugares estrat¨¦gicos de la Rep¨²blica Srpska eran ocupados por tropas estadounidenses e italianas de la Fuerza de Estabilizaci¨®n de la OTAN (Sfor) y las emisiones de Pale, que azuzaban a la poblaci¨®n en contra de los acuerdos de paz, dejaban de recibirse en los televisores. Un mes despu¨¦s, a trav¨¦s de un sistema de enlaces v¨ªa sat¨¦lite, el canal de Banja Luka, af¨ªn a la presidenta Biljana Plavsic, enfrentada al criminal de guerra Karadzic, es el ¨²nico que puede verse en la zona serbia de Bosnia.
La ocupaci¨®n de los repetidores es una prueba de que las fuerzas de la OTAN han tenido que implicarse mucho m¨¢s all¨¢ de lo que sospechaban en el conflicto de Bosnia. La comunidad internacional es consciente de que la fragil paz fraguada al amparo de los acuerdos de Dayton, de noviembre de 1995, saltar¨¢ por los aires en cuanto se retiren las tropas extranjeras si no desaparecen de escena los halcones empe?ados en sabotearla.
La Operaci¨®n Bossanova no ha sido la primera ni la m¨¢s decisiva intervenci¨®n de los soldados espa?oles en el conflicto que enfrenta desde hace m¨¢s de un a?o a Plavsic y Karadzic, en el que el proceso de paz se juega en buena parte su consolidaci¨®n.
A primera hora de la ma?ana del 18 de noviembre de 1996, el sargento de Infanter¨ªa de Marina Juan Luna Fern¨¢ndez, al frente de seis soldados, se tropez¨® a la salida del cuartel general de Lastva, sede del Cuerpo de Ej¨¦rcito serbio de Herzegovina, con un convoy formado por varios camiones y un blindado. En su interior viajaban 40 hombres armados al mando del general Grubac, que unos d¨ªas antes hab¨ªa sido despose¨ªdo del mando.
Grubac era uno de los m¨¢s Firmes apoyos del general Ratko MIadic, responsable de la masacre de Sbrenica, destituido el 8 de noviembre anterior por la presidenta Plavsic. El objetivo de Grubac, que no aceptaba su relevo, era hacerse fuerte en la base de la brigada de Trebinje, a unos 15 kil¨®metros de distancia.
El sargento detuvo el convoy militar y advirti¨® a Grubac que su viaje con un fuerte contingente armado carec¨ªa de autorizaci¨®n, conforme a las escrupulosas normas derivadas de los acuerdos de Dayton. Tras una ardua discusi¨®n, el general desisti¨® de su prop¨®sito y se dio la vuelta, no sin antes ordenar a sus 40 seguidores que entregasen las armas a los seis espa?oles.
La haza?a le vali¨® al suboficial una felicitaci¨®n personal del general franc¨¦s Lambert, jefe de la Divisi¨®n Multinacional Sureste de la OTAN, en la que estaba integrada la brigada espa?ola, pero no la de sus compatriotas, porque el Ministerio de Defensa consider¨® entonces contraproducente difundirla en Espa?a.
Los cinco a?os transcurridos desde que, el 8 de noviembre de 1992, la primera agrupaci¨®n de la Legi¨®n desembarc¨® en el puerto croata de Split han dado pie a muchos episodios, algunos m¨¢s her¨®icos que otros.
Los bombardeos de la primavera y el verano de 1995, en los que cazas F-18 espa?oles actuaron codo a codo con los de EE UU, fueron la primera acci¨®n ofensivadel Ej¨¦rcito espa?ol en cuatro d¨¦cadas, mientras que el secuestro de tres oficiales, a los que se dio por muertos durante 48 horas, mantuvo en vilo al pa¨ªs en septiembre de ese a?o.
Unos 15.000 soldados (300 de ellos mujeres) han formado parte de los once contingentes que, sin soluci¨®n de continuidad, se han relevado en la zona, primero con la boina azul de la ONU y luego con el casco menos complaciente de la OTAN. Esa cifra hay que multiplicarla por dos si se suman las tripulaciones de los buques que han patrullado el Adri¨¢tico, los destacamentos a¨¦reos desplegados en la base italiana de Aviano o los equipos de la Guardia Civil en el Danubio y Mostar.
La misi¨®n ha costado hasta ahora a Espa?a casi 100.000 millones de pesetas, de los que la ONU s¨®lo devolvi¨® al principio una m¨ªnima parte, pero este precio resulta insignificante si se compara con la muerte de 18 personas (16 soldados, un int¨¦rprete croata y una cooperante de M¨¦dicos del Mundo) o con los 122 heridos graves.
La guerra de Bosnia ha marcado a varias promociones de militares espa?oles (casi 1.500 mandos han repetido la misi¨®n); a¨²n es pronto para saber si su influencia ser¨¢ comparable, en sentido contrario, a la que tuvieron las campa?as de Marruecos en los africanistas de los a?os 20.
Su labor humanitaria ha mejorado sustancialmente la imagen de las Fuerzas Armadas, si bien no ha impedido el auge de la objeci¨®n ni la liquidaci¨®n por derribo de la mili obligatoria.
Y, aunque han dejado de ser noticia y las visitas de autoridades o personajes famosos, tan frecuentes al principio, se han ido haciendo cada vez m¨¢s espaciadas -sigue pendiente la del jefe del Estado-, los soldados espa?oles se preparan para pasar su sexta Navidad en Bosnia.
No ser¨¢ la ¨²ltima.
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