La cuadratura del c¨ªrculo
Es al menos sorprendente que en la crisis econ¨®mico-pol¨ªtica de algunos pa¨ªses de los denominados tigres asi¨¢ticos, que comenz¨® en pleno verano y a¨²n persiste, nadie -de sus antiguos entusiastas- haya salido a defender el modelo. Y sin embargo, los tigres asi¨¢ticos han sido un factor fundamental de la propaganda del pensamiento neoliberal durante bastante tiempo; su enorme potencial de crecimiento, la agresividad comercial de los mismos, la r¨¢pida acumulaci¨®n originaria de capital, la libertad de precios, un peculiar sistema educativo, etc¨¦tera, eran puestos por encima de otras contradicciones ocultas hasta ahora: son sistemas mecidos por el Estado a trav¨¦s de ayudas, subvenciones, tipos de cambio administrativos, est¨ªmulos a las ventas y un proteccionismo ofensivo; el Estado ha tenido el cuidado de proteger a determinadas empresas o sectores productivos para discriminarlos positivamente mediante apoyos a la exportaci¨®n o restricciones a las importaciones. Pero, ante todo, este modelo asi¨¢tico ha despreciado otros asuntos de primera magnitud que no figuraban en la agenda de prioridades de sus hagi¨®grafos: la cohesi¨®n social y las libertades pol¨ªticas cl¨¢sicas para sus ciudadanos: no permiten la disidencia.Ha coincidido la exposici¨®n p¨²blica de estas limitaciones a trav¨¦s de un crash controlado -algo habr¨¢ que agradecer a la crisis burs¨¢til- con la aparici¨®n en Espa?a de un op¨²sculo de Ralf Dahendorf, cuyo original data del a?o 1995, titulado La cuadratura del c¨ªrculo (Fondo de Cultura Econ¨®mica), que nos devuelve parte del sentido com¨²n perdido en las ¨²ltimas d¨¦cadas acerca de las necesarias combinaciones entre el bienestar econ¨®mico, la cohesi¨®n social y la democracia.
El profesor alem¨¢n, que ha ejercido gran parte de su carrera docente en Gran Breta?a, se pregunta cu¨¢l es el precio que habr¨¢n de pagar las sociedades modernas para gozar de la utop¨ªa posible en este mundo, de la mejor buena sociedad: ?desarrollo econ¨®mico en libertad pol¨ªtica pero sin cohesi¨®n social?; ?desarrollo econ¨®mico y cohesi¨®n social -si fuera posible aunarlas- en la pobreza? Dahrendorf recuerda que las sociedades sobre las que hay consenso en considerar m¨¢s avanzadas del mundo (los Estados Unidos desde Roosevelt a Kennedy, los pa¨ªses escandinavos y, m¨¢s gen¨¦ricamente, los comunitarios de la Uni¨®n Europea) gozaron, en su mejor momento, de la siguiente combinaci¨®n de factores:
- Econom¨ªas que no se limitaban a ofrecer una vida decente para muchos de sus ciudadanos, sino que parec¨ªan hechas expresamente para crecer y ofrecer oportunidades incluso a aquellos que a¨²n no hab¨ªan alcanzado la prosperidad.
-Sociedades que hab¨ªan dado el paso del statu quo al contrato social, de la dependencia inerte a un individualismo combativo sin destruir las comunidades en las que viv¨ªan las personas.
- Programas pol¨ªticos que combinaban el respeto al Estado de derecho con los riesgos de la participaci¨®n pol¨ªtica y con la alternancia: la democracia.
En resumen, las mejores caracter¨ªsticas de esta utop¨ªa factible eran las oportunidades econ¨®micas, la sociedad civil y las libertades pol¨ªticas. Como se sabe, esa edad de oro ten¨ªa tambi¨¦n sus contrastes, que se exacerbaron conforme se acentu¨® la globalizaci¨®n: los miembros del Primer Mundo exclu¨ªan a otros de los beneficios de sus conquistas y hasta de sus oportunidades, y la sociedad civil (la ciudadan¨ªa) era incompatible con los privilegios. Mientras existieran individuos que carecieran de derechos de participaci¨®n social y pol¨ªticos, no pod¨ªan considerarse leg¨ªtimos los de los pocos que los pose¨ªan. As¨ª, la aproximaci¨®n continua de muchas naciones -los pa¨ªses emergentes- a las cotas de ciudadan¨ªa pol¨ªtica, econ¨®mica y social de las zonas m¨¢s avanzadas eran pasos hacia adelante en el progreso de la humanidad.
Salt¨¦monos los beneficios de la globalizaci¨®n econ¨®mica, saludados con frecuente intensidad en todo tipo de estudios y art¨ªculos (y que son aut¨¦nticos), y deteng¨¢monos en lo que Dahrendorf califica de nuevos tipos de exclusi¨®n social, que tambi¨¦n son producto de la misma globalizaci¨®n: la d¨¦cada y media de hegemon¨ªa del pensamiento neoliberal en los Gobiernos ha aumentado las desigualdades: los ricos son cada vez m¨¢s ricos, y los pobres, cada vez m¨¢s pobres. Pero adem¨¢s ha surgido una porci¨®n reducida de la poblaci¨®n (?un 5%?, ?un 10%?) que ha perdido todo contacto con la esfera de la ciudadan¨ªa. Es lo que denominamos lumpen, los no ciudadanos, que no constituyen una clase, social para s¨ª, y que no tienen contacto alguno con el mundo oficial. Para esos no ciudadanos no existe una explicaci¨®n unificada ni unificante de sus sufrimientos; los realmente desfavorecidos por la globalizaci¨®n -y quienes temen perder su condici¨®n- no representan una fuerza productiva, ni si quiera un grupo social con el que se deba ajustar cuentas.
Los ricos se hacen m¨¢s ricos sin ellos, los Gobiernos pueden ser reelegidos sin sus votos, y el PNB seguir¨¢ creciendo indefinidamente sin su participaci¨®n. De la explotaci¨®n a la exclusi¨®n: eso es lo que Viviane Forrester llama el horror econ¨®mico y que ha sido definido por Vargas Llosa como una supercher¨ªa sin fundamento. ?Supercher¨ªa? ?Sin fundamento? ?Qu¨¦ pasa con la gente que carece de la sensaci¨®n de pertenencia a sociedad alguna, del compromiso social y, por tanto, de razones para respetar la ley o los valores que la han inspirado? Dahrendorf cita a los j¨®venes que no ven raz¨®n alguna para continuar ateni¨¦ndose a las presuntas reglas generales del clan del que forman parte y prefieren separarse de una sociedad que ya los ha marginado y para la cual se vuelven una amenaza.
El Estado liberal democr¨¢tico devino en Estado social democr¨¢tico cuando se aunaron la ciudadan¨ªa y la solidaridad. Ahora hay una marcha atr¨¢s; existe una extra?a semejanza en algunos aspectos entre el final del siglo XIX y el t¨¦rmino de este milenio: el individualismo rampante ante los problemas sociales. Entonces era el manchesterianismo; hoy, el pensamiento neoliberal devenido en pensamiento ¨²nico. Ayer, la reacci¨®n fue el colectivismo. ?Y ahora? ?D¨®nde est¨¢ el equivalente al movimiento socialista de anta?o, tan amplio?
No emerge por ninguna parte. Mientras tanto, el mercado domina a la sociedad civil y sustituye a la democracia. La cuadratura del c¨ªrculo de la congruencia pol¨ªtica, econ¨®mica y social se practica en pocos lugares. Los tigres asi¨¢ticos, China (anal¨ªcese el resultado tan mercantil de la reciente visita del presidente chino a Estados Unidos) o los pa¨ªses emergentes de Europa del Este y de Am¨¦rica Latina est¨¢n m¨¢s obsesionados por el crecimiento econ¨®mico r¨¢pido que por la cohesi¨®n social o el Estado de derecho. El crecimiento econ¨®mico es la prioridad de la OCDE y tambi¨¦n del proceso de construcci¨®n de Europa -el espacio por antonomasia de la cuadratura del c¨ªrculo-, que camina por ahora con el ¨²nico horizonte de una uni¨®n monetaria: los economicistas ponen a su ciencia favorita en el nivel de la antigua ideolog¨ªa pol¨ªtica.
El modelo asi¨¢tico (crecimiento econ¨®mico, escasa cohesi¨®n social y reg¨ªmenes pol¨ªticos fuertes, sin capacidad de contestaci¨®n) gusta tanto a la mayor parte de los hombres de negocios y a muchos pol¨ªticos conservadores como a los gur¨²s pol¨ªticamente correctos, envarados en su ortodoxia irrenunciable. Ahora que se han explicitado las debilidades, de ese modelo en lo que parec¨ªa ser m¨¢s fuerte -las oportunidades, instant¨¢neas de las finanzas y los mercados burs¨¢tiles-, se debe abrir una ventana de reflexi¨®n para superar la transici¨®n neoliberal en la que estamos inmersos desde finales de la d¨¦cada de los setenta. Y estudiar con pasi¨®n c¨®mo aproximarnos a la cuadratura del c¨ªrculo de Dahrendorf. Sin ser excomulgados.
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