El p¨²blico infantil brit¨¢nico se rinde ante la nueva serie de los 'telegorditos'
La traducci¨®n literal ser¨ªa telegorditos y si las empresas de televisi¨®n del mundo hispano todav¨ªa no han pensado en ellos es mejor que lo vayan haciendo, porque la nueva industria brit¨¢nica del entretenimiento infantil se est¨¢ lanzando a una de las m¨¢s audaces empresas de los ¨²ltimos tiempos: exportar a los Teletubbies. Creado para difusi¨®n en el primer canal de la BBC, el cuarteto de rollizos mu?ecos con antenas en la cabeza y pantallas de televisi¨®n en la panza ya ha sido comparado con el impacto cultural de Barrio S¨¦samo.
Principalmente dirigidas a ni?os y ni?as en edad preescolar (numerosos adultos se incluyen entre el creciente n¨²mero de adictos a la serie matinal), las extra?as andanzas de los Teletubbies se han convertido en una verdadera veta de oro. En menos de seis meses la audiencia ha escalado a dos millones de espectadores por d¨ªa. Los v¨ªdeos son caros y se agotan velozmente.Fuentes del mercado dicen que el programa est¨¢ a punto de ser vendido a varios pa¨ªses europeos, Estados Unidos, Sur¨¢frica y Nueva Zelanda, porque, dicen, los Teletubbies son un "raro ejemplo de programaci¨®n perfectamente exportable por su compatibilidad con otras culturas". Richard Covington, analista del mercado de medios para el International Herald Tribune, apunta que, conscientes de que la mitad de los ingresos de la industria de la televisi¨®n provienen de la exportaci¨®n de productos, las empresas productoras est¨¢n ansiosas por convertir esa "compatibilidad cultural" en lucrativas ganancias.
Los Teletubbies ya han provocado una divisi¨®n entre pedagogos ilustres que defienden su nov¨ªsimo "arte" y aquellos que aborrecen su existencia en general y su irritante manera de comunicarse en particular. Sobre esto ¨²ltimo hay en realidad muy poco. Balbuceando como beb¨¦s, los mu?ecos se limitan a proponer la persecuci¨®n de un conejo o el olfateo de flores. Sus brev¨ªsimos di¨¢logos concluyen general e inexplicablemente con una ca¨ªda al c¨¦sped que es misteriosamente festejada con los gorgoritos de un sol con la cara sobreimpuesta de un ni?ito muy rubio y eternamente contento.
Tal es la popularidad que est¨¢n adquiriendo los Teletubbies que algunos pol¨ªticos ya han comenzado a manifestar inter¨¦s por las potencialmente rentables posibilidades de explotaci¨®n del cuarteto. Pero, de momento, se est¨¢n llevando un chasco, como lo comprobaron hace poco las facciones rivales de cat¨®licos y protestantes de Irlanda del Norte. En un raro gesto de unidad, el Ayuntamiento de Belfast invit¨® a los Teletubbies a encender las luces de Navidad a comienzos de diciembre. "Imposible", explic¨® un portavoz de los mu?ecos, "los Teletubbies jam¨¢s abandonan Teletubbyland".
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