Transparencias
TONY BLAIR ha mostrado una extraordinaria habilidad pol¨ªtica para minimizar los da?os del primer esc¨¢ndalo que le ha salpicado sobre la financiaci¨®n del Partido Laborista. Ha devuelto el dinero al donante, Bernie Ecclestone, presidente de la Asociaci¨®n de F¨®rmula 1 (un mill¨®n de libras: 245 millones de pesetas), y ha anunciado una investigaci¨®n parlamentaria y una reforma en profundidad del sistema de financiaci¨®n de los partidos brit¨¢nicos, uno de los m¨¢s laxos y opacos de las democracias occidentales, muchas de ellas aquejadas por este mismo mal. Desde luego, la espa?ola, en la que la ponencia parlamentaria sobre la materia est¨¢ dando un espect¨¢culo bochornoso.Los partidos brit¨¢nicos pueden recibir donativos an¨®nimos sin limitaci¨®n. El Partido Laborista revela los nombres de los donantes que aportan m¨¢s de dos millones de pesetas, pero no la cuant¨ªa. La donaci¨®n de Ecclesto?e -aparentemente, la mayor donaci¨®n individual en la ¨²ltima campa?a electoral- ten¨ªa el objetivo de hacer cambiar a los laboristas, una vez en el poder, su pol¨ªtica de prohibici¨®n total de la publicidad del tabaco, de la que depende en buena parte la f¨®rmula 1. Ante lo que consider¨® un "aparente conflicto de intereses", Blair consult¨® al presidente del comit¨¦ parlamentario de Normas de Vida P¨²blica, quien le aconsej¨® devolver el dinero. Y as¨ª lo hizo. En el debate parlamentario, Blair se present¨® como ardiente`defensor de la transparencia en la financiaci¨®n y encarg¨® al citado comit¨¦ posibles medidas para avanzar en este camino, aunque ocult¨® al Parlamento que, siendo ya primer ministro, hab¨ªa recibido nuevas ofertas de donaciones, al parecer rechazadas, por parte de Ecclestone.
Una financiaci¨®n transparente -y razonable aportar¨ªa mayor credibilidad a los partidos. Tambi¨¦n en Espa?a, donde los numerosos esc¨¢ndalos de financiaci¨®n ilegal, pese a la diversa suerte que han corrido en los tribunales, han escandalizado a los ciudadanos, que entienden cada vez menos c¨®mo los partidos son incapaces de limitar unos gastos en principio cubiertos por el erario p¨²blico mediante la aportaci¨®n anual de 12.000 millones de pesetas, a los que hay que sumar las subvenciones electorales. Pero la ponencia que estudia la nueva ley de financiaci¨®n de los partidos no logra un consenso m¨ªnimo, necesario en una materia como ¨¦sta. El ya excesivamente largo debate alimenta las sospechas de que se intenta esconder lo inconfesable.
Escaldado por Filesa, el PSOE pide una transparencia total. Converg¨¦ncia i Uni¨® parece defender ahora una limitaci¨®n de las donaciones an¨®nimas individuales a 500.000 pesetas, como si no se pudiera utilizar de forma repetida esa f¨®rmula hasta alcanzar cualquier cuant¨ªa. El PP, con el apoyo del PNV, propugna la emisi¨®n de bonos por los partidos, lo que podr¨ªa crear un nuevo foco de deuda semip¨²blica en este pa¨ªs. Tampoco parece razonable que las sanciones a los partidos las decidan, a este respecto, la Mesa del Congreso a propuesta del Tribunal de Cuentas. Ni siquiera por ley pueden quedar los partidos pol¨ªticos por encima de la ley. S¨®lo una transparencia total eliminar¨¢ las dudas razonables de los ciudadanos.
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