Una triunfal actuaci¨®n
En su primera temporada, dise?ada en gran parte por Lissner, el Teatro Real abri¨® sus puertas a la formaci¨®n completa del Teatro de la Moneda de Bruselas para presentar un excelente Peter Grimes, primer t¨ªtulo importante de Britten que sent¨® las bases de lo que ser¨ªa su producci¨®n teatral. El ¨¦xito respondi¨® a la gran calidad del espect¨¢culo y a la belleza de la obra que en 1991 se dio por primera vez en Madrid en el teatro de la Zarzuela, seg¨²n producci¨®n de la WeIs National Opera.Ha pasado m¨¢s de medio siglo desde el estreno de Peter Grimes y a la altura de los tiempos que corren, con el siglo XX en la ¨²ltima vuelta del camino, puede constatarse que pertenece al gran repertorio y que para hablar de ella debemos olvidar el t¨¦rmino manoseado de eclecticismo.
Peter Grimes
?pera de Slater sobre Crabbe, y Benjamin Britten. Producci¨®n del Theatre Royal de la Monnaie, 1994. Direcci¨®n musical: A. Pappano; direcci¨®n esc¨¦nica: W. Decker; escenarios y trajes: J. Mac Farlane; iluminaci¨®n: M. Keller; coreografla: A. Farmer. Teatro Real. Madrid, 15 de noviembre.
En Peter Grimes aparece un tema muy querido por Brittenel de los ni?os. Y como en otras ocasiones, el m¨²sico parte de un poema descriptivo bastante lejano: El burgo, de George Crabbe, nacido en el a?o 1754 en Aldeburgh. Es precisamente esa villa, que tanta significaci¨®n iba a tener en la biograf¨ªa de Britten, la que el escritor investiga y retrata a lo largo de 25 cartas, una de las cuales, la n¨²mero 22, utilizan el libretista Slater y el compositor para su ¨®pera.
Peter Grimes es para Claude Rostand la obra esc¨¦nica m¨¢s aut¨¦ntica, perfecta y m¨¢s inglesa de Britten, en tanto el italiano Andrea Lanza especifica el valor de la partitura por su "adherencia a los valores sem¨¢nticos y al ritmo interno de la palabra, la preeminencia de las partes vocales articuladas en una trama de aria y airosos concertados y el relieve dram¨¢tico de los preludios e interludios sinf¨®nico-corales". Y es que ese protagonismo del coro, representante del pueblo, se alza, desde Musorski, como dato caracter¨ªstico del operismo del siglo XX. Trat¨¢ndose de la vida en una aldea marina, con los peque?os o grandes problemas en torno a la pasi¨®n religiosa, la vida de labor o de fiesta tocada de erotismo, la murmuraci¨®n acusatoria y la presencia de la muerte, Britten airea sus pentagramas con vientos tradicionales y formas pret¨¦ritas m¨¢s recuperadas que arcaizantes. El conjunto no solamente es bello y funcional sino decididamente original.
En la producci¨®n del conjunto beIga el trabajo de todos se unific¨® en beneficio de la sustancia, el ambiente dram¨¢tico, la evocaci¨®n po¨¦tica y la oscura angustia, desde la simplicidad grandiosa de los escenarios al inteligente juego de luces pasando por un movimiento esc¨¦nico que parec¨ªa polifon¨ªa viviente.
El tenor William Cochran, en el personaje central; la soprano Susan Chilcott, la maestra de escuela; el bar¨ªtono Victor Braun, marino retirado, o la contralto Anne Collins, tabernera de El Jabal¨ª, encabezaron el magn¨ªfico reparto asistidos por un brillante cortejo de segundas partes y una crecida figuraci¨®n.
Estuvieron esplendorosos los coros, y prest¨® la orquesta su servicio con prontitud y exacta integraci¨®n a las ¨®rdenes del maestro Pappano, due?o de todas las condiciones para hacer buen teatro l¨ªrico.
Babelia
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