Los "Reggae Boyz": de la nada a Francia
La milagrosa transformaci¨®n del f¨²tbol jamaicano de manos de un t¨¦cnico brasile?o y un presidente visionario
"No ganja, no beer" (prohibidas la marihuana y la cerveza). Pero s¨ª toda la m¨²sica reggae que quieran. Y por supuesto, f¨²tbol, mucho f¨²tbol. Los Reggae Boyz estar¨¢n en Francia. No, no son un conjunto musical heredero de los Wailers de Bob Marley, el del no woman no cry. No, son un equipo de f¨²tbol, son la sorprendente Jamaica, el pa¨ªs m¨¢s pobre, el menos poblado (2,2 millones de habitantes), el m¨¢s inesperado entre la cr¨¨me de la cr¨¦me. Jamaica ya no ser¨¢ s¨®lo el para¨ªso perdido de Ben Johnson y Donovan Bailey, la isla que dio a Merlene Ottey o la tierra de origen de tantos miles de emigrados en Londres, de los yardies -gangs mafiosos y violentos- y de los rastas. Ser¨¢ la tierra tambi¨¦n de Deon Burton, su goleador, su futbolista m¨¢s conocido. Su historia es un milagro. Sus protagonistas, aparte de los jugadores, dos visionarios.Ren¨¦ Simoes, un t¨¦cnico brasile?o de esos trotamundos -estancias en Arabia Saud¨ª y los Emiratos ?rabes-, se ganaba tranquilamente la vida en su pa¨ªs encuadrado en alg¨²n apartado de la federaci¨®n cuando un d¨ªa de septiembre de 1994 recibi¨® una curiosa visita y una no menos curiosa petici¨®n. Horace Burrell, el corpulento ex militar y presidente del gremio de panaderos de Jamaica y reci¨¦n nombrado presidente de la federaci¨®n de f¨²tbol, se present¨® a ¨¦l, reci¨¦n bajado del avi¨®n, y le espet¨® como un mes¨ªas: "Tengo un sue?o: Jamaica va a clasificarse para Francia 98. Todo lo que el esp¨ªritu concibe puede ser realidad y usted ser¨¢ el encargado de que se cumpla". At¨®nito, Simoes s¨®lo acert¨® a decir que no. Pero Burrell no es un hombre que se deje convencer a la primera. Empez¨® a hablarle a Simoes del tema que m¨¢s les une: la fe cristiana. El t¨¦cnico brasile?o termin¨® por aceptar y, convencido hasta el tu¨¦tano, contest¨® con una frase a lo Burrell: "Dios tiene un plan para Jamaica". De los asuntos terrenos, del sueldo del t¨¦cnico m¨¢s precisamente, ya se encargar¨ªa, curiosamente, Brasil: 10.000 d¨®lares (mill¨®n y medio de pesetas) mensuales durante alg¨²n tiempo a cambio del voto de Jamaica a la candidatura brasile?a al Consejo de Seguridad de la ONU.
El f¨²tbol jamaicano antes de la llegada de Simoes era un solar. "Mucho talento y pocas estructuras", dice Burrell en L'?quipe Magazine. Es el deporte m¨¢s seguido y practicado por la juventud. Pero apenas hay medios. Ni siquiera, por falta de dinero para los gastos, se inscribi¨® para los Mundiales de 1974, 1982 y 1996. Pero la tarea del brasile?o fue m¨¢s sencilla de lo que parece. Los chavales sab¨ªan jugar al f¨²tbol, pero lo hac¨ªan al estilo ingl¨¦s, patad¨®n y para adelante, cuando su ¨¢nimo, su esp¨ªritu, era m¨¢s sensible, m¨¢s de toque y retoque, m¨¢s art¨ªstico. O sea, m¨¢s brasile?o. Hasta visten camiseta amarilla. As¨ª que Simoes lleg¨®, les cambi¨® el chip a base de v¨ªdeos de la selecci¨®n tetracampeona, les colg¨® el cartel de "no ganja, no beer", les hizo jugar mucho en el extranjero -140 partidos amistosos ha jugado en estos tres a?os: "el valor de un futbolista se mide por el n¨²mero de visados sellados en su pasaporte", dice Simoes-, les dio una nueva identidad: en Zaire les bautizaron los Reggae Boyz, apelaci¨®n que hicieron suya enseguida, encantados.
M¨¢s encantados a¨²n: no perd¨ªan todos los partidos por goleada. Ni siquiera perd¨ªan. En el a?o y medio que ha durado la fase previa no han encajado ni un gol en el Estadio Nacional de Kingston, su fort¨ªn particular al que enseguida llamaron La oficina. Con la inclusi¨®n de cuatro emigrados en la Liga inglesa -entre ellos, su estrella, Deon Burton, del Derby County, el ¨²nico mestizo del conjunto y apodado Ronaldinho por su parecido con el astro brasile?o-, a los que enseguida bautizaron The Beatles, hasta se permitieron el lujo de tutear a la superpotencia de la zona, M¨¦xico, a quien hace dos a?os ganaron por primera vez en su historia. Aquel d¨ªa, el 17 de noviembre de 1996, toda la isla fue consciente de que llegar a Francia 98 hab¨ªa dejado de convertirse en el sue?o de dos visionarios: era una realidad posible que el domingo se hizo certeza.
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