De la guerra a la paz
Cuando se cumplen dos a?os desde la firma de los Acuerdos de Dayton que trajeron la paz a Bosnia, conviene hacer un balance de la situaci¨®n. ?Hasta d¨®nde hemos llegado y qu¨¦ es lo que queda por hacer? Se ha conseguido algo muy importante y es que ya no haya guerra y que la gente empiece a mirar hacia el futuro tratando de superar el pasado. En estos dos a?os, el Sarajevo que conoc¨ª como ministro de Asuntos Exteriores poco o nada tiene que ver con lo que hoy existe. La juventud ha vuelto a las calles, las terrazas de los caf¨¦s est¨¢n repletas de gente, los coches circulan a velocidad normal (ya no huyen de los francotiradores), las ventanas recuperan poco a poco sus cristales y la mirada de la gente vuelve a tener el brillo de anta?o. Se aprecia un considerable aumento de la actividad econ¨®mica. Han empezado a funcionar, aunque a trancas y barrancas, algunas instituciones comunes. Los aeropuertos tambi¨¦n se est¨¢n abriendo y las l¨ªneas a¨¦reas internacionales comienzan a tomar posiciones. Han aparecido emisoras de televisi¨®n y peri¨®dicos independientes. El teatro, el cine, la Universidad ponen tambi¨¦n su granito de arena para que este pa¨ªs vaya poco a poco teniendo una vida democr¨¢tica normal. No es tarea f¨¢cil. Este pa¨ªs ha pasado directamente de un r¨¦gimen comunista a una guerra de enorme crueldad y al enfrentamiento entre las tres comunidades, serbia, croata y musulmana. Los reflejos autoritarios, el predominio de los partidos mono¨¦tnicos y la mentalidad de conflicto entre las comunidades son lastres grav¨ªsimos para una reconversi¨®n a la democracia y a la tolerancia. Por eso, desde mi llegada, entend¨ª que la normalizaci¨®n de este pa¨ªs pasaba por una profunda reconversi¨®n de la polic¨ªa y de los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n, principales armas de las ¨¦lites mono¨¦tnicas para controlar a la poblaci¨®n y perpetuar la mentalidad de enfrentamiento. En los ¨²ltimos meses, durante mi mandato, se han sentado las bases para crear una polic¨ªa que cumpla con los baremos democr¨¢ticos, donde las fuerzas de seguridad est¨¦n al servicio de los ciudadanos y dejen de ser instrumentos pol¨ªticos de intimidaci¨®n al servicio del partido pol¨ªtico dominante de cada comunidad.Los medios de comunicaci¨®n tambi¨¦n est¨¢n siendo reestructurados para que cumplan con las normas de un Estado libre y respetuoso con las diferencias pol¨ªticas, sociales y religiosas. La reestructuraci¨®n de los medios de comunicaci¨®n estar¨¢, espero, terminada en los pr¨®ximos meses, pero ya se ha conseguido que la televisi¨®n de la Rep¨²blica Srpska o la televisi¨®n croata de Mostar dejen de dedicarse a emitir panfletos incendiarios contra los adversarios pol¨ªticos e incluso contra la propia comunidad internacional. No ha sido f¨¢cil. La resistencia de los partidos dominantes ha sido muy fuerte. La comunidad internacional ha tenido incluso que intervenir militarmente los transmisores que enviaban la se?al de la televisi¨®n de la Rep¨²blica de Srpska para conseguir que esta emisora abriera el abanico de opini¨®n a todos los partidos pol¨ªticos que concurren a las elecciones generales de ma?ana y el domingo y que se atuviera, durante la campa?a electoral, a una l¨ªnea editorial limpia. Si la reforma de estos dos elementos todav¨ªa no homologables democr¨¢ticamente, polic¨ªa y medios de comunicaci¨®n, avanza a buen paso, los dem¨¢s procesos de cambio necesarios para hacer de Bosnia un Estado conforme al modelo de Dayton, una democracia occidental como las dem¨¢s y una sociedad multi¨¦tnica tolerante, no progresan al ritmo que debieran ni tienen a¨²n el calado previsto. Queda por delante una ingente tarea por hacer y, hoy por hoy, no se puede decir que la paz est¨¦ ya definitivamente asentada o sea irreversible.
La reconciliaci¨®n definitiva, la superaci¨®n de la limpieza ¨¦tnica heredada de la guerra, el regreso de los refugiados, el establecimiento de bases democr¨¢ticas e institucionales firmes y el asentamiento de una econom¨ªa de mercado que funcione son nuestras prioridades para la vertebraci¨®n definitiva de una sociedad civil de corte europeo, y la creaci¨®n de un Estado de derecho conforme al modelo occidental. Si yo tuviera que resumir en una sola causa la dificultad fundamental para que los objetivos se cumplan, ¨¦sa ser¨ªa que siguen mandando aqu¨ª las mismas ¨¦lites de poder que hicieron la guerra. Hasta que esto no se resuelva y no sean sustituidos por otros pol¨ªticos de nueva generaci¨®n, sin las reminiscencias del pasado, sin ideas nacionalistas excluyentes y con visi¨®n de futuro, la transformaci¨®n va a ser francamente dif¨ªcil.
Esta sustituci¨®n de l¨ªderes y de ideolog¨ªas basada en una diferencia ¨¦tnica en el fondo inexistente, o en una concepci¨®n del mundo basada en establecer barreras religiosas artificiales, es obvio que no puede hacerla el alto representante, porque el mandato que le da Dayton no es el de un protectorado. S¨®lo puede hacerla el propio pueblo, a trav¨¦s de elecciones libres y democr¨¢ticas, en un clima exento de amenazas y en el que todas las opiniones pol¨ªticas se expresen libremente.
No hay democracia sin una econom¨ªa libre que la sustente. Pero una econom¨ªa sana exige la erradicaci¨®n de las manifestaciones m¨¢s groseras de la corrupci¨®n.
Existen pruebas evidentes de desv¨ªos de fondos en beneficio de unos pocos -enriquecidos en la guerra- y en perjuicio de la mayor¨ªa. Y muchos de esos circuitos est¨¢n controlados por personas sobre las que pesan graves acusaciones de haber cometido cr¨ªmenes contra la humanidad durante la guerra.
La comunidad internacional est¨¢ empe?ada en combatir esta lacra de las sociedades modernas con una serie de medidas que yo he propuesto. Esas medidas tienen tres frentes: la formaci¨®n de fiscales, jueces y polic¨ªa anticorrupci¨®n; nueva legislaci¨®n que haga transparente la gesti¨®n de los fondos p¨²blicos, y la puesta en marcha de mecanismos de control e investigaci¨®n. Los dos primeros informes del personal investigador de la comunidad internacional se han publicado ya, y queda ahora por ver si las autoridades locales ser¨¢n capaces de aplicarlos con el rigor necesario.
Para hacer avanzar a este pa¨ªs, es imprescindible incentivar la constituci¨®n de una sociedad civil fuerte y bien estructurada a trav¨¦s de organizaciones de trabajadores, empresarios, un sistema que promueva los derechos de la mujer y de los j¨®venes, una estructura judicial independiente del poder pol¨ªtico y una verdadadera convivencia capaz de superar las barreras religiosas. Esto ¨²ltimo se puede conseguir si los l¨ªderes religiosos toman un partido m¨¢s decidido a favor de la tolerancia, dejando atr¨¢s su desafortunada actitud de antes, durante y despu¨¦s de la guerra, consistente en trabajar a favor de los partidos pol¨ªticos mono¨¦tnicos dominantes. Y por supuesto, y no me cansar¨¦ de insistir, es cr¨ªtico establecer una polic¨ªa democr¨¢tica y unos medios de comunicaci¨®n libres e independientes, porque sin ellos no puede haber libertad de expresi¨®n y de elecci¨®n, y sin libertad de expresi¨®n y de elecci¨®n no puede haber democracia.
Me preocupa cada vez m¨¢s consolidar y acelerar el regreso de los refugiados y desplazados por la guerra, cuya cifra a¨²n supera el mill¨®n de personas. Nuestros esfuerzos, tal y como especifica el Acuerdo de Dayton, deben centrarse en devolver a sus hogares a todas aquellas familias que viven en condiciones menos favorables dentro del propio territorio, o que se vieron obligadas a emigrar al extranjero.
No puedo dejar de denunciar aqu¨ª las falsas alternativas al retomo de los refugiados y desplazados que se vienen presentando ¨²ltimamente como una panacea y que consisten en la aceptaci¨®n del statu quo. Esta opci¨®n es rechazada no s¨®lo en el plano ¨¦tnico, porque significar¨ªa consagrar la limpieza ¨¦tnica, sino tambi¨¦n en el pol¨ªtico, ya que conducir¨ªa a la partici¨®n de Bosnia-Herzegovina, que es una receta segura para la reanudaci¨®n del conflicto b¨¦lico.
La entrega de presuntos criminales de guerra debe ser otro de nuestros objetivos fundamenta les. Su presencia enrarece y contamina el clima de cambio democr¨¢tico y su comparencia ante el Tribunal de La Haya es urgente y necesaria.
Aunque el mandato expira en junio del 98, las tropas de la Alianza no pueden, todav¨ªa, abandonar Bosnia-Herzegovina, bajo peligro serio de que se reanude el conflicto.
Todo el proceso de democratizaci¨®n en marcha podr¨ªa verse comprometido sin la renovaci¨®n del compromiso militar de la comunidad internacional.
Todo lo que hasta ahora se ha conseguido y lo mucho que queda todav¨ªa por hacer ser¨ªa impensable sin el clima de seguridad que proporcionan las tropas de SFOR.
?ste debe ser un compromiso claro para que podamos seguir trabajando.
Estoy convencido de que, con todos sus defectos, Dayton es la ¨²nica alternativa viable para la paz definitiva en Bosnia-Herzegovina.
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