Los asesinos siempre ganan
El l¨ªder serbobosnio Radovan Karadzic no es s¨®lo uno de los mayores asesinos que circulan en libertad hoy en d¨ªa en Europa. Es, adem¨¢s, uno de los criminales m¨¢s activos, bien encauzados y competitivos. Gana dinero a mansalva. Lo invierte bien. Y lo hace con toda impunidad. Es algo as¨ª como si Himmler se dedicara a tomar el t¨¦ con alguna viuda en el centro de Madrid, en Embassy por ejemplo, despu¨¦s de haber firmado el ¨²ltimo encargo de Zyklon B, el gas utilizado en Auschwitz para lanzar por la chimenea a la disidencia de opini¨®n y raza. Y por supuesto, despu¨¦s de haber ingresado un par de millones de d¨®lares en alg¨²n banco con conexiones exteriores.Presunto asesino. Pero el gran se?or del flequillo y pelo canoso, el gran l¨ªder de la irredencia del santuario de Pale, es un simpatiqu¨ªsimo personaje al que todos adoran en la zona independientemente de su religi¨®n. Rebosan sus cuentas corrientes e inversiones en Malta, en Grecia y en Chipre, mientras los serbios de Bosnia intentan distraer sus hambrunas y escaseces.
Fue ¨¦l, el vanidoso lacayo del presidente serbio, Slobodan Milosevic, quien los lanz¨® a esa guerra tan sangrienta como absurda. Fue ¨¦l, Karadzic, quien los sumi¨® en el odio y en el miedo, en la penuria cotidiana, en la angustia diaria de quien ve enemigos en todo lo ajeno. Hoy, los serbios de Bosnia, que iban a ganar el mundo de la gloria, la unidad de la naci¨®n para la eternidad, el honor y el poder racial, viven en la miseria, en la continua sospecha y bajo la permanente amenaza de un ataque de los mil enemigos ganados, de sus mil v¨ªctimas que claman venganza.
Pero los que no est¨¢n ciegos no dejan de ver las mansiones en Ginebra, los apartamentos y las lonjas en Sal¨®nica y las cuentas corrientes en todo el Mediterr¨¢neo oriental que nuestro querido patriota ha podido cosechar de la copiosa sangre que ha derramado su pueblo y los otros de la regi¨®n. Estos beneficios y riquezas son el bot¨ªn de guerra de nuestro h¨¦roe y patriota, Karadzic.
El poeta eternamente agraviado, siempre humillado por sus compa?eros en la universidad, ninguneado por sus profesores, ignorado por la comunidad acad¨¦mica en general y por esa alegre jaur¨ªa de intelectuales que alegraba Sarajevo antes de la guerra, orquest¨® la destrucci¨®n de esa ciudad que nunca lo homenaje¨® como ¨¦l cre¨ªa merecer.
La ¨²ltima vez que Karadzc habl¨® con quien esto suscribe, estaba en Ginebra enga?ando a todos aquellos que, estaban desesperados por dejarse enga?ar. Los representantes de la Uni¨®n Europea estaban deseosos de que la fuerza de la realidad, de las armas, dejara a los Balcanes en una situaci¨®n incontrovertible.
Era para muchos pa¨ªses europeos una cuesti¨®n extremadamente atractiva la vistoria de Milosevic y Karadzic. Los supuestos separatismos, que en realidad no eran sino la revuelta contra una ofensiva de la hegemon¨ªa racial serbia, se ve¨ªan castigados por una terrible y sangrienta represi¨®n. El Estado yugoslavo, una falacia de los pactos de los vencedores de la I Guerra Mundial, era preservado a toda costa. Ahora, 300.000 muertos despu¨¦s, destrozada aquella quimera, los europeos quieren que los serbios voten a BiLjana Plavsic como gran baluarte del occidentalismo y la moderaci¨®n. Plavsic fue una c¨®mplice sanguinaria de Karadzc en su d¨ªa. Hoy es la menos mala de las opciones. Los serbios de Bosnia votan ahora, pero esta elecci¨®n. bajo un sistema de poder encanallado nunca ser¨¢ una legitimaci¨®n para los vencedores. Gane Plavsic o los sicarios de Karadzic, la Bosnia serbia seguir¨¢ siendo una m¨ªsera regi¨®n, gobernada por unos miserables sin escr¨²pulos, cuya ¨²nica virtud es dejar al descubierto las miserias de esta Europa moderna, supuestamente unida y nuestra.
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