900 20 20 10
"Mirar hacia otro lado" es la actitud de quienes tendr¨ªan que reprimir, evitar, cerrar el paso a ciertas maldades y no se atreven: estamos todos implicados. No ver es igual a ver demasiado: se hace costumbre. Es la nueva defensa. Para m¨ª, una decepci¨®n m¨¢s: hubo un tiempo en el que cre¨ª que cuando se supiera todo y se conociera todo, el mal se reprimir¨ªa. No es verdad: pero no tengo ning¨²n deseo de retroceder. Una forma de esta rara escotomizaci¨®n social es la abundancia de la informaci¨®n "buena". El s¨¢bado, un informativo de TVE- 1 retrataba con toda crudeza el martirio de los ni?os a manos de sus padres o de otros adultos. Un d¨ªa antes dieron los v¨ªdeos del hospital brit¨¢nico donde las c¨¢maras ocultas captaban los intentos de asesinato familiar: lo del s¨¢bado era aqu¨ª, en Espa?a. Entre nosotros. Raro es el d¨ªa en que no se hable, se vea o se lea. No es ideol¨®gica, ni pol¨ªtica; no es religiosa ni atea: es familiar, social. Tampoco vale saberlo. Hace anos que vemos la tortura del Tercer Mundo, y de sus ni?os y sus hombres y mujeres. Ahora, el caso de las muchachas torturadas, violadas y asesinadas en Timor. Cu¨¢nto defendimos entonces la descolonizaci¨®n: y lleg¨® a Timor como a Argel, a El Cairo como a Ir¨¢n. O a Marruecos, con sus eleccioncillas. Cu¨¢nto cre¨ªmos en la democracia: y para estos ni?os quemados, retorcidos, abusados por sus padres o por otros, es un absolutismo siniestro y sangriento. Dice una teor¨ªa, en el reportaje, que es una transmisi¨®n: de padres a hijos. Los que fueron tratados a correazos, a correazos tratan: y as¨ª educan al verdugo de ma?ana, le preparan para su infamia.No me detengo en estos casos: hay otros sin palo ni prensa. Hay maltratos psicol¨®gicos, bofetadas injustas que inician un camino que continuar¨¢ alg¨²n profesor, alg¨²n capataz, alg¨²n c¨®nyuge. Hay formas de aterrorizar: el encierro sin luz -el "cuarto oscuro" famoso-, la creaci¨®n del miedo, el cuento sombr¨ªo, la expulsi¨®n del hogar. Hay formas de entrar en la peque?a vida privada y desposeer al ni?o de sus defensas. Y castigos que pueden ser costumbre, pero que no ocultan el odio: el enorme odio familiar. El reportaje dice que el menor que se sienta herido, o quien sepa de un abuso, llame urgentemente al 900 20 20 10 (creo que son religiosos: da igual) para que le atiendan. Quiz¨¢ el odio sin heridas f¨ªsicas no pueda ser tratado. (No s¨¦ d¨®nde debe llamar quien sienta que es hora de cambiar el sentido de la familia, de la paternidad, de la libertad, del abuso de unos contra otros).
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