Ruego y petici¨®n de una minusv¨¢lida
Hubo un d¨ªa en que la ONU acord¨® elegir el a?o 1981 como A?o Internacional del Minusv¨¢lido con el fin de estudiar la problem¨¢tica de ese sector marginado de la sociedad y publicar leyes para paliar la situaci¨®n en que viv¨ªa. Uno de los principales decretos que se publicaron fue el de eliminaci¨®n de las barreras arquitect¨®nicas. Hoy, en v¨ªsperas del a?o 2000, las barreras siguen sin eliminarse en la mayor¨ªa de los casos; para muchos, el tema est¨¢ demasiado o¨ªdo y su cumplimiento se soluciona con proponer aplicarlo a las nuevas construcciones.La realidad es bien distinta. Para conocimiento de todos dir¨¦ que todav¨ªa hay lugares donde los escalones separan la calle del patio de entrada, que tambi¨¦n hay escalones para entrar a ciertos ascensores, que las puertas son inferiores a 80 cent¨ªmetros de anchura, que la cabida en los ascensores y aseos es tan reducida que no permite la entrada de una silla de ruedas, que en los extremos del paso de peatones las aceras tienen bordillos. Tal vez piensen que los minusv¨¢lidos somos tan raros que no necesitamos ir a ciertos lugares como todo mortal; se equivocan, necesitamos los mismos servicios, y a veces con mayor urgencia.
El colectivo de minusv¨¢lidos espa?oles es de algo m¨¢s de un mill¨®n, m¨¢s los que diariamente provocan los accidentes laborales y de tr¨¢fico; aparte de los ancianos, beb¨¦s en carritos y futuras mam¨¢s, son un n¨²mero lo bastante importante como para tener en cuenta la vital importancia de la eliminaci¨®n de las consabidas barreras, y no nos explicamos el incumplimiento del mencionado decreto, no tiene l¨®gica ni justificaci¨®n. ?Se han parado a pensar en los colegios, institutos, academias, universidades y dem¨¢s centros de estudios donde el minusv¨¢lido es incapaz de poder participar de unos derechos como cualquier otro individuo?; ?han pensado en la poca accesibilidad de los cines, teatros y salas de concierto que por su dise?o impiden ver u o¨ªr sus obras?; ?han pensado lo vedado de algunos, museos, campos de deportes y plazas de toros para que tambi¨¦n pudieran pasar un buen rato de ocio?; ?han pensado que las iglesias y catedrales tampoco pueden ser visitadas por los que usan sillas de ruedas?, buen n¨²mero de ellas carecen de acceso y los minusv¨¢lidos tienen que ver y o¨ªr la santa misa a trav¨¦s de la pantalla de televisi¨®n; ante su imposibilidad, no asisten directamente a los actos lit¨²rgicos para cumplir su compromiso de fe.
No pretendemos favoritismos ni d¨¢divas, solamente sentirnos ¨²tiles, ser parte de la sociedad y no vivir cual par¨¢sito, a costa de los dem¨¢s y sin poder exponer nuestro criterio y razones. Hay que hacer constar que muchos se desviven por ayudarnos, pero el problema no se resuelve con una piadosa acci¨®n, sino con el fiel cumplimiento de los derechos humanos. A veces cuesta creer que vivimos en una sociedad donde todos podemos gozar con plenitud de igualdad y libertad, as¨ª dice la Constituci¨®n Espa?ola que votamos en 1978. Sorprende su poca eficacia en este caso concreto. Por ¨²ltimo, pedir¨ªa a los que pueden valerse por s¨ª mismos que se dieran un paseo por la ciudad o pueblo donde viven subidos en una silla de ruedas: ver¨ªan cu¨¢n distinto es el panorama, cu¨¢ntos son los obst¨¢culos que impiden pasear libremente por nuestro entorno, la importancia de la movilidad y el derecho a la propia autonom¨ªa. Si tal cosa hicieran, la solidaridad brotar¨ªa enseguida espont¨¢nea del fondo de sus corazones, porque la responsabilidad y adhesi¨®n a las causas justas a todos nos ata?en-
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