Los riesgos de una deflaci¨®n
Al crecimiento lento de la econom¨ªa europea se han a?adido, en los ¨²ltimos meses, las posibilidades de una recesi¨®n en la zona m¨¢s din¨¢mica del planeta hasta ahora (Asia) y sus efectos inmediatos en los mercados emergentes (sobre todo, en Am¨¦rica Latina), en el Viejo Continente y en Estados Unidos. Hasta tal punto que diversos economistas han comenzado a hablar de una etapa de deflaci¨®n. Esta hip¨®tesis ha crecido en la ¨²ltima semana ante la espectacular crisis financiera vivida en Jap¨®n, cuyos episodios m¨¢s llamativos -aunque no los ¨²nicos- han sido las bancarrotas del Hokkaido Takushoku Bank (el 21 en el ranking nip¨®n por activos) y del Yamaichi Securities (la cuarta agencia de valores japonesa); la ¨²ltima quiebra ha sido la m¨¢s importante en ese pa¨ªs desde el final de la II Guerra Mundial.Algunos analistas han considerado que, de consolidarse el fracaso del sistema bancario japon¨¦s, el crecimiento del PIB de la Uni¨®n Europea y de Estados Unidos podr¨ªa disminuir en un punto, lo que, junto a un aumento del d¨¦ficit exterior norteamericano y, tambi¨¦n, a la mayor dificultad de seguir bajando los tipos de inter¨¦s, producir¨ªa tensiones adicionales a la UE justo en el momento en el que ha de rematarse el proyecto de la moneda ¨²nica. Quiz¨¢ no hab¨ªa momento m¨¢s inoportuno que el del euro para que Europa sufriese unas turbulencias que los mercados no han descontado.
Seguramente es por esta mala coyuntura por lo que no se han levantado voces europeas representativas del establishment financiero que critiquen la at¨ªpica forma en la que las autoridades japonesas han echado agua al fuego de la ruina de su sistema bancario: a trav¨¦s de ayudas p¨²blicas generalizadas, aparentemente sin l¨ªmite. Se ha preferido el mal menor y nuestros banqueros m¨¢s cercanos se han olvidado de las teor¨ªas que ellos mismos han puesto en boga durante tantos a?os.
Jap¨®n ten¨ªa dos maneras de desliar el ovillo: la ortodoxa, consistente en dejar caer a los bancos enfermos y abordar a continuaci¨®n la liberalizaci¨®n siempre pendiente; y la realista, concediendo dinero p¨²blico a las entidades afectadas para evitar el efecto contagio y dejar en un segundo t¨¦rmino las reformas estructurales que equiparar¨ªan a la banca japonesa con sus hom¨®logos europeos o norteamericanos.
El ministro de Finanzas y el gobernador del Banco Central de Jap¨®n han convencido al primer ministro Hashimoto: "Es preciso inyectar toda la liquidez necesaria"; Ios fondos p¨²blicos son necesarios para hacer frente a esta situaci¨®n". As¨ª se salvar¨¢ la crisis y la ca¨ªda de m¨¢s bancos como fichas de domin¨®, pero aumentar¨¢ el d¨¦ficit p¨²blico, el mayor tab¨² de nuestros d¨ªas: con el dinero de los contribuyentes se avalar¨¢ el de los inversionistas de las entidades financieras, independientemente de que estos ¨²ltimos escogieran bien o mal el lugar en el que depositaron sus ahorros. Para ellos no hay riesgo.
Jap¨®n no tiene los mismos problemas que los tigres asi¨¢ticos de segunda (Malaisia o Tailandia) o de primera (Corea del Sur). En ellos, el inicio de las dificultades estuvo en la pretensi¨®n de sus Gobiernos de reforzar la credibilidad de las pol¨ªticas econ¨®micas fijando el tipo de cambio de sus monedas al d¨®lar; la sobrevaloraci¨®n de las monedas nacionales provoc¨® una reacci¨®n devaluatoria en cadena y la p¨¦rdida de la estabilidad. La crisis de Jap¨®n es la de su sistema financiero: opaco, r¨ªgido, falto de autonom¨ªa (excesiva dependencia de las empresas industriales) y con pr¨¢cticas contables irregulares (el m¨¦todo tobashi: favorecer las inversiones de los clientes m¨¢s importantes, asignando sus p¨¦rdidas a otros depositantes hasta que su rastro.. se pierde en los para¨ªsos fiscales). Por ello es muy dif¨ªcil determinar la profundidad del problema y su traslaci¨®n a la econom¨ªa real.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.