Pasi¨®n turca
El primer ministro de Turqu¨ªa, Mesut Yilmaz, acaba de visitar Madrid y otras capitales europeas con el objetivo de vender la imagen de su pa¨ªs a la opini¨®n p¨²blica y solicitar apoyo de los Gobiernos para su ingreso en la Uni¨®n Europea. Nada de ello es f¨¢cil. Turqu¨ªa vive y es una encrucijada de m¨²ltiples factores, algunos de ellos seriamente contradictorios. Constituye una compleja sociedad de 61 millones de habitantes de religi¨®n y cultura en gran medida isl¨¢micas, aunque el Estado sea laico. La correcci¨®n antiisl¨¢mica de Ataturk en los a?os veinte -que aboli¨® el sultanato y el islam como religi¨®n oficial- no ha podido eliminar el peso de varios siglos en sentido contrario. Es una democracia, cuando menos, imperfecta. El conflicto y las tensiones constitucionales entre los militares -verdadera columna vertebral, autores de tres golpes de Estado desde 1960- y el poder (es un decir) civil est¨¢n a la orden del d¨ªa. Hay quien, p¨²dicamente, habla de "democracia militar". La ausencia de democracia plena y la presencia de graves injusticias y desigualdades sociales propuls¨® en las ¨²ltimas d¨¦cadas el ascenso de un partido islamista moderado, el Refah, que gan¨® las elecciones de 1997 y ha logrado gobernar en dif¨ªcil minor¨ªa durante un a?o. Los militares presionaron y forzaron su salida. Ahora quieren ilegalizarlo, lo que constituir¨ªa un error adicional. El Refah (Partido del Bienestar) gobierna desde hace alg¨²n tiempo democr¨¢tica, moderada y muy eficazmente diversos municipios, algunos muy importantes. El fundamentalismo isl¨¢mico no es un movimiento uniforme. No es igual el de Turqu¨ªa, Jordania o Malaisia -integrados en el sistema- que el de Argelia. Los islamistas que han recurrido al terrorismo (Argelia, Egipto, Ir¨¢n del sah) son, generalmente, aquellos que han sido previamente ilegalizados.A?¨¢dase a esto el problema kurdo. Un tercio de la poblaci¨®n de Turqu¨ªa es kurda, una etnia distinta que se resiste a ser culturalmente turcomanizada. Seg¨²n adscripciones, los l¨ªderes de su comunidad aspiran a la autonom¨ªa o a un Estado independiente. Pero todos, incluida la poblaci¨®n en general, reclaman respeto a sus tradiciones, cultura y lengua (prohibida). ?C¨®mo puede decir Mesut Yilmaz (EL PA?S, 25 de noviembre de 1997) que "el kurdo no es suficiente como lengua para la educaci¨®n"? En cualquier caso, y si es as¨ª, ?por qu¨¦ reprimirlo? Por si fuera poco, el contencioso fronterizo greco-turco en el mar Egeo y la disputa por Chipre configuran la muy delicada faceta internacional de la encrucijada.
En el seno de este nada tranquilizador panorama, muchos turcos se consumen de pasi¨®n europea. Quieren formar parte de la UE. Es un amor no correspondido, al menos hasta ahora. Razones y pretextos integran el rechazo. La opini¨®n p¨²blica europea no ha sido educada para considerar que los turcos son europeos. Siglos de enfrentamiento entre el islam otomano y la cristiandad nos contemplan. Ahora bien, dada la Europa multicultural y plurirracial que existir¨¢ dentro de unas d¨¦cadas, no s¨®lo constituye un insulto a la inteligencia, sino tambi¨¦n un empe?o de S¨ªsifo pretender erigir un muro y preservar a Europa como club cristiano.
Hay, empero, buenos argumentos para oponerse a la entrada en el club -que no debe ser considerado cristiano, sino dem¨®crata- de quien no exhiba el suficiente grado de cordura democr¨¢tica y de respeto a los derechos humanos, individuales y colectivos, de los turcos y de los kurdos. El club no puede imponer a Ankara (aunque ser¨ªa una medida racional) que conceda a su poblaci¨®n kurda un decente grado de autonom¨ªa, pero s¨ª hacer patente el valor de cambio de las credenciales democr¨¢ticas. Poseerlas supone, al menos, que Turqu¨ªa deje de ostentar la vergonzosa distinci¨®n de tener en la c¨¢rcel a m¨¢s intelectuales, escritores y periodistas que ning¨²n otro pa¨ªs, y que modifique su muy el¨¢stica ley antiterrorista, que castiga no s¨®lo los actos violentos, sino. tambi¨¦n los "delitos de opini¨®n". Por no hablar de las personas que simplemente desaparecen. Cumplidos estos requisitos, con el tiempo, la pasi¨®n dejar¨¢ paso a una relaci¨®n bilateral m¨¢s tranquila, pero mejor fundada.
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