Un cad¨¢ver olvidado
La polic¨ªa y el juez tardaron un a?o en informar a los padres de un minusv¨¢lido de que ¨¦ste hab¨ªa fallecido
Ana P¨¦rez y Jos¨¦ S¨¢nchez, un humilde matrimonio jubilado de Entrev¨ªas, han vivido una pesadilla desde que el mayor de sus siete hijos, Jos¨¦ Luis, de 34 a?os, desapareci¨® del hogar, familiar un 5 de mayo de 1994. Durante m¨¢s de un a?o le buscaron y colocaron fotograf¨ªas suyas por media Espa?a (incluso estuvieron en el programa ?Qui¨¦n sabe d¨®nde?). Al a?o de dado como desaparecido, la familia descubri¨® que Jos¨¦ Luis no hab¨ªa desaparecido, sino que estaba enterrado en un desangelado nicho del cementerio de Carabanchel. ?Qu¨¦ hab¨ªa pasado? Pues que al d¨ªa siguiente de faltar a casa, Jos¨¦ Luis, supuestamente, se hab¨ªa lanzado al vac¨ªo desde un puente de la carretera de Valencia. ?Y por qu¨¦ no lo sab¨ªa su familia? Pues porque nadie les hab¨ªa avisado. Ni el juez ni la polic¨ªa, a pesar de que el difunto llevaba su DNI en el bolsillo de la camisa cuando, como se supone, se lanz¨® desde el puente. En el DNI figuraba claramente el domicilio familiar.La de Jos¨¦ y Ana es la historia de una familia de Entrev¨ªas que se ha visto vapuleado por la maquinaria de la Administraci¨®n, la judicial y la policial. De hecho, tres a?os despu¨¦s, el Ministerio del Interior ha admitido su error por no haber avisado a los padres y est¨¢ dispuesto a indemnizarles por "el perjuicio causado", que atribuye a los agentes de la comisar¨ªa de La Estrella que se quedaron el DNI tras el levantamiento del cad¨¢ver y olvidaron avisar a los padres.
El surrealista calvario de esta familia comienza el 5 de mayo de 1994. Aquella noche, Jos¨¦ Luis no lleg¨® a casa. Inquietos, los padres preguntaron por ¨¦l en todos sitios: hospitales, comisar¨ªas, polic¨ªa municipal, Anat¨®mico Forense... Nadie sab¨ªa nada. Al d¨ªa siguiente, el 6 de mayo, un polic¨ªa coment¨® a los padres que dejasen pasar un tiempo y, si Jos¨¦ Luis no daba se?ales de vida, denunciaran su desaparici¨®n. Finalmente, contactaron con el inspector jefe del ¨¢rea de personas desaparecidas, Miguel Mart¨ªnez, quien se hizo cargo de la investigaci¨®n. Durante un a?o el cruce de llamadas entre el inspector y la familia se torn¨® esperp¨¦ntico.
La familia llamaba todas las semanas al inspector en busca de alguna novedad. Al ver que las respuestas negativas se suced¨ªan, acudieron al programa ?Qui¨¦n sabe D¨®nde?
Falsas pistas
Alg¨²n telespectador llam¨® al programa televisivo y dijo haber visto a Jos¨¦ Luis por la zona de Valencia y Alicante. Era una pista falsa que s¨®lo contribuy¨® a enredar a¨²n m¨¢s a la familia. No obstante, los padres se agarraron a esa pista y viajaron a ambas capitales. Desconsolados, regresaron d¨ªas despu¨¦s a Madrid, tras inundar ambas ciudades con fotograf¨ªas de Jos¨¦ Luis.El 14 de marzo de 1995, son¨® el tel¨¦fono en casa del matrimonio. Era el inspector Mart¨ªnez, quien les coment¨® que unos colegas polic¨ªas hab¨ªan visto a Jos¨¦ Luis por la zona de la calle de Orense. "Le han visto, pero no hemos podido retenerle porque no ha cometido ning¨²n delito y es mayor de edad", coment¨®, siempre seg¨²n la versi¨®n de la familia. Jos¨¦, Ana y sus otros seis hijos efectuaron en las semanas siguientes una infructuosa batida por esa zona.
As¨ª estuvieron hasta que, otro d¨ªa, volvi¨® a sonar el tel¨¦fono. Esta vez el inspector les coment¨® que hab¨ªan identificado en Entrev¨ªas a una persona que pod¨ªa ser Jos¨¦ Luis. La familia, harta de buscar por la zona de Orense, entr¨® en c¨®lera. "?Por qu¨¦ no nos han avisado?", se quejaron. Precisamente, ellos viven en ese barrio. Fotograf¨ªa en mano, preguntaron en bares, asociaciones... Tampoco hubo suerte.
D¨ªas despu¨¦s del enfado, el inspector Mart¨ªnez volvi¨® a telefonear. Lo de Entrev¨ªas, les dijo, tambi¨¦n hab¨ªa sido una falsa alarma. Pasaban los meses y el solivianto familiar crec¨ªa. En la Semana Santa de 1995, y ante la falta de pistas, Jos¨¦ y Ana decidieron hacer una nueva visita al inspector Mart¨ªnez. Como no estaba, le dejaron el recado. Ser¨ªa la ¨²ltima visita sin noticias. El 6 de junio de 1995 (13 meses despu¨¦s de la desaparici¨®n) lleg¨® la terrible realidad. Ana, una de las hermana de Jos¨¦ Luis, solicit¨® en el registro un certificado de empadronamiento. Lo necesitaba para acceder a una vivienda de protecci¨®n oficial. Su sorpresa fue may¨²scula cuando el funcionario le extendi¨® un documento en el que Jos¨¦ Luis figuraba de baja del padr¨®n por defunci¨®n. Llorando, la hermana corri¨® a casa de sus padres, que inmediatamente telefonearon al inspector. ?ste, extra?ado, les dijo: "Ma?ana voy a ir al registro a ver que pasa".
Tres d¨ªas despu¨¦s, el inspector les pidi¨® que se presentaran en su despacho. "Quiero hablar personalmente con ustedes", les dijo. Y as¨ª fue: "Jos¨¦ Luis falleci¨® hace un a?o", les coment¨® el inspecor. La familia no le cre¨ªa: "?Tienen pruebas de eso?", inquiri¨®. El inspector pidi¨® a un subordinado que subiese del archivo el expediente de Jos¨¦ Luis. Luego les mostr¨® varias fotograf¨ªas del cad¨¢ver tendido en el asfalto y les facilit¨® el lugar exacto en que estaba. La versi¨®n oficial, un suicidio. Para m¨¢s informaci¨®n, les remiti¨® al Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 23 de Madrid, cuyo titular es Julio de Diego L¨®pez, el juez que estaba de guardia el d¨ªa en que se produjo la muerte.
Al llegar al juzgado, un funcionario les dijo que Jos¨¦ Luis se hab¨ªa suicidado. "Nos trataron con muy malos modos", recuerda la madre de Jos¨¦ Luis. "Intentamos hablar con el juez, pero no nos recibi¨®", agreg¨® ayer. "Adem¨¢s, no nos dejaron ver los papales del juzgado hasta que no tuvi¨¦ramos un abogado". Paloma S¨¢nchez, la otra hermana de Jos¨¦ Luis, no pudo aguantar m¨¢s y mont¨® en c¨®lera. "Encima de que nos enteramos 13 meses despu¨¦s de que mi hermano est¨¢ muerto, ahora nos dicen esto", espet¨® al funcionario que la atendi¨®. Paloma fue al decanato de los juzgados y present¨® una queja. A¨²n espera la respuesta. Este peri¨®dico intent¨® ayer, sin ¨¦xito, hablar con el juez.
En manos de la abogada
La familia decidi¨® entonces poner el caso en manos de la abogada Esperanza Marcos Ju¨¢rez. Cuando alguien fallece en extra?as circunstancias, lo l¨®gico es que el juez contacte con la familia y le ofrezca personarse. En este caso, "ni se hizo ofrecimiento de acciones, ni se comunic¨® la defunci¨®n a la familia ni el juez", subraya Marcos, "acudi¨® al lugar para levantar el cad¨¢ver".Y se basa en un atestado policial de la Comisar¨ªa de La Estrella en el que se indica que "el juzgado [al ser informado de la muerte] comision¨® a un furg¨®n del Anat¨®mico Forense para que trasladase el cad¨¢ver". El juez, seg¨²n consta en ese atestado, no acudi¨® al levantamiento del cad¨¢ver porque a esa misma hora se hallaba en otro lugar de Madrid interviniendo en un caso similar, agrega la letrada. Ese atestado lo hicieron los mismos polic¨ªas de la comisar¨ªa de La Estrella que se quedaron con el DNI del difunto. Y que son los que debieron avisar a la familia. En una c¨¢mara frigor¨ªfica del Anat¨®mico Forense estuvo el cad¨¢ver durante un mes, hasta que el juez dio orden de que fuese inhumado. El sepelio fue con cargo a la beneficencia.
Lamentos de una madre
Ana, la madre de Jos¨¦ Luis, tiene el coraz¨®n destrozado por el dolor. Llevaba a?os pagando la p¨®liza de una funeraria por si a su hijo alguna vez le ocurr¨ªa algo y ella faltaba. Ahora, su pena es que hayan tenido que enterrarle "por la caridad". "Y que no me hayan dado la oportunidad de velarle y llorarle", se lamentaba ayer. Casi dos a?os tard¨® en ver el cad¨¢ver de su hijo, del que ya s¨®lo quedaban los huesos. Fue cuando lo exhumaron para la segunda autopsia, en octubre de 1995.Pero las vicisitudes de esta familia no quedan ah¨ª: Jos¨¦ Luis, que asist¨ªa peri¨®dicamente a un psiquiatra para que le suministrara su medicaci¨®n, ten¨ªa una pensi¨®n de 36.160 pesetas al mes. Con ese dinero ayudaba al sost¨¦n familiar, que se completaba con la paga de jubilado de su padre. Durante su desaparici¨®n, la familia sigui¨® cobr¨¢ndola, al igual que pagando a la funeraria la cuota correspondiente. Ahora, la Seguridad Social le reclama la devoluci¨®n de ese dinero "por indebidamente percibido".
A la abogada de la familia le asaltan muchas preguntas: "?C¨®mo es posible que la polic¨ªa no consultara durante la b¨²squeda el registro civil? ?Por qu¨¦ no se comunic¨® a la familia su defunci¨®n si en el bolsillo del cad¨¢ver llevaba su DNI y la direcci¨®n?". "Mis clientes", a?ade, "han sufrido un terrible da?o moral por este funcionamiento anormal de la Administraci¨®n".
As¨ª lo hizo saber hace tiempo al Ministerio del Interior en una demanda en la que reclamaba una indemnizaci¨®n de cinco millones de pesetas para la familia "por el grave perjuicio causado". La ¨²nica satisfacci¨®n que han recibido los padres tras esta esperp¨¦ntica odisea, lleg¨® por correo el pasado 26 de noviembre. Interior admit¨ªa que los polic¨ªas de la comisar¨ªa de La Estrella hab¨ªan incurrido en "responsabilidad por no haber dado aviso a la famillares de la aparici¨®n del cad¨¢ver" de Jos¨¦ Luis, a pesar de que "entre la documentaci¨®n que ¨¦ste portaba", se?ala Interior, "figuraba el DNI" del difunto. En la misma carta, Interior insta a la familia a que aporte las facturas y comprobantes" de que disponga para abonarlo y reponer as¨ª el perjuicio causado.
"Pero no habla de resarcir los da?os morales y ps¨ªquicos causados a los padres y hermanos", matiza la letrada. Lo que el dinero no podr¨¢ apagar, sea cual sea la cantidad que finalmente Interior decida entregar a la familia en concepto de responsabilidad patrimonial, "es la pena de la madre por no haber podido velar y llorar la muerte de su hijo Jos¨¦ Luis", apostilla Marcos. "Voy al cementerio, miro la tumba y me digo: ¨¦se no es mi hijo", cont¨® anoche la madre.
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