Pol¨ªtica de pretextos

HA TRANSCURRIDO la primera semana de la cumbre de Kyoto sobre el clima, dedicada a tratar los problemas m¨¢s t¨¦cnicos asociados a la disminuci¨®n de las emisiones de gases de invernadero y a preparar el trabajo de los reponsables pol¨ªticos a partir de ma?ana. En ese debate t¨¦cnico se han producido algunos avances, aunque m¨¢s bien modestos. Lo que ha preocupado realmente a los delegados presentes han sido los aspectos m¨¢s pol¨ªticos de la cuesti¨®n.Los datos cient¨ªficos del problema son de sobra conocidos. De ellos se deduce la necesidad de empezar a tomar medidas para disminuir la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, especialmente de di¨®xido de carbono. El esquema b¨¢sico era conocido: reducir en un 15% para el a?o 2010 los niveles de emisi¨®n alcanzados en 1990. Una medida que afecta en primer t¨¦rmino a los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, que son los que han creado el problema de la contaminaci¨®n y los que siguen emitiendo mayores cantidades de gases de invernadero per c¨¢pita. Hab¨ªa problemas para fijar los porcentajes de reducci¨®n, de equidad en la distribuci¨®n de los esfuerzos, de contraprestaciones para los pa¨ªses menos desarrollados afectados por esas medidas y de concreci¨®n de las decisiones de pol¨ªtica energ¨¦tica, de transportes o de industria para que tales reducciones se ejecuten.

Sin embargo, una gran parte del tiempo de los delegados se ha empleado en la discusi¨®n del caso de la Uni¨®n Europea (UE). Europa acepta el compromiso enunciado anteriormente, pero lo aplica globalmente, de modo que, en el tiempo fijado, el conjunto de la UE habr¨¢ reducido sus emisiones seg¨²n lo acordado, pero reserv¨¢ndose la potestad de distribuir la carga entre sus miembros de modo que reduzcan m¨¢s los que m¨¢s han contaminado y siguen contaminando. As¨ª, Alemania o el Reino Unido deber¨¢n ir m¨¢s all¨¢ de lo estipulado para el conjunto, mientras que pa¨ªses como Espa?a o Portugal -que em¨ªten una cantidad de di¨®xido de carbono per c¨¢pita inferior a la media europea- pueden estabilizarse e incluso aumentarlas.

Ser¨ªa mejor que las autoridades espa?olas adoptaran un compromiso m¨¢s decidido para reducir las emisiones de CO2 tambi¨¦n en nuestro pa¨ªs, especialmente por el efecto pedag¨®gico. Pero lo cierto es que la posici¨®n europea es equitativa. Pues bien, Estados Unidos -que es con diferencia el que m¨¢s gases de invernadero vierte a la atm¨®sfera tanto en t¨¦rminos absolutos como per c¨¢pita- se ha enzarzado en una agria disputa con la UE porque alguno de sus pa¨ªses, particularmente Espa?a, pueda resultar beneficiado mientras otros socios de la Uni¨®n Europea aceptan compromisos m¨¢s rigurosos.

Tanto esta pol¨¦mica como la continua presi¨®n sobre los pa¨ªses menos desarrollados para que fijen tambi¨¦n objetivos de reducci¨®n tienen todo el aspecto de ser un pretexto para enredarse en cuestiones laterales y no afrontar las m¨¢s importantes y dificiles. Esperemos que la llegada, ma?ana, de los ministros del ramo a Kyoto, incluido el vicepresidente norteamericano, Al Gore, dinamice lo que resta de cumbre. Lo contrario ser¨ªa una terrible decepci¨®n.