Los papeles cambiados
Nicaragua es una excepci¨®n en Am¨¦rica: un Gobierno de derecha que recela de su Ej¨¦rcito, de izquierda
El momento m¨¢s tenso de la celebraci¨®n del 18? aniversario del Ej¨¦rcito Nacional (EN) de Nicaragua, el pasado uno de septiembre, fue cuando lleg¨® la hora de escuchar los himnos. Al acto asist¨ªan el jefe del EN, Joaqu¨ªn Cuadra, y el presidente de la Rep¨²blica, Arnoldo Alem¨¢n. Primero son¨® el de Nicaragua: no hay problemas; todos lo escuchan con la mano derecha junto al coraz¨®n. Le toca luego el turno al himno del Ej¨¦rcito: la cara de Alem¨¢n empieza a transformarse, y hay un cruce de miradas. Lo que est¨¢ escuchando es el himno del Ej¨¦rcito Popular Sandinista (EPS). Por si faltaba algo, el general Cuadra ataca en su discurso al neoliberalismo y se queja de que los programas de ajuste impuestos por los organismos internacionales "est¨¢n engendrando mayor pobreza y, por lo tanto, violencia social".Esa an¨¦cdota, que aliment¨® las primeras p¨¢ginas de los diarios nacionales al d¨ªa siguiente, pone en evidencia la parad¨®jica situaci¨®n de Nicaragua. Un Gobierno de derechas, pero un ej¨¦rcito de izquierdas heredero del EPS, creado tras el derrocamiento de la dinast¨ªa Somoza el 19 de julio de 1979.
Los sectores m¨¢s duros del Gobierno conservador de Alem¨¢n acusan al EN de insubordinaci¨®n y no descartan el fantasma de la rebeli¨®n. Cuadra ha dicho en innumerables ocasiones que ese fantasma no existe y el propio Alem¨¢n reconoc¨ªa recientemente que durante su mandato "se est¨¢ consolidando la subordinaci¨®n de los militares al poder civil".
Hasta principios de los noventa, el jefe del Ej¨¦rcito fue Humberto Ortega, hermano del ex presidente Daniel Ortega y uno de los principales dirigentes sandinistas. Sali¨® de la instituci¨®n al mismo tiempo que varias decenas de miles de soldados durante el proceso de desmovilizaci¨®n comprometido en los acuerdos de paz firmados con la Resistencia Nicarag¨¹ense (conocida como Contra). Ortega se fue, pero los principales mandos del nuevo Ej¨¦rcito Nacional y los oficiales medios segu¨ªan siendo de origen sandinista.
Joaqu¨ªn Cuadra lo es; el jefe del Estado Mayor, general Javier Carri¨®n, tambi¨¦n. Lleg¨® el momento de construir una democracia y el Ej¨¦rcito asumi¨® su parte bajo la mirada recelosa de los pol¨ªticos de centro y derecha. La desmovilizaci¨®n tuvo un alto coste econ¨®mico y social. Los oficiales que aceptaron el retiro recibieron importantes lotes de tierras rurales y urbanas, y los soldados recibieron promesas que, al no cumplirse, los animaron a tomar las armas de nuevo.
De hecho, esta semana, siete a?os despu¨¦s de este proceso, se acaba de firmar el acuerdo de paz con un grupo de ex militares sandinistas (el Frente Unido Andr¨¦s Castro). Los pol¨ªticos de la derecha, que regresaron al pa¨ªs tras las primeras elecciones democr¨¢ticas de 1990, ven por todos lados el sello sandinista. Les preocupan las declaraciones de Cuadra, su popularidad (la ¨²ltima encuesta nacional lo sit¨²a como segundo personaje m¨¢s popular, detr¨¢s de la expresidenta Violeta Chamorro, y por encima de Alem¨¢n o de Daniel Ortega) y su poder econ¨®mico.
El inmenso Ej¨¦rcito de guerra que existi¨® en Nicaragua durante la guerra con la Contra es ahora una instituci¨®n peque?a en cuanto al n¨²mero de efectivos (unos 12.000), pero gigante en su poder pol¨ªtico y econ¨®mico. Quiz¨¢ por eso, Alem¨¢n vio al principio de su mandato la necesidad de controlarlo de cerca. Trat¨® de hacerlo mediante una ley que determinara el reparto de poder entre el Ministerio de Defensa y el alto mando militar. Se destap¨® el proyecto de ley y surgieron los problemas. La intenci¨®n era que el Gobierno controlara el presupuesto del Ej¨¦rcito (hasta ahora al margen del control parlamentario o del Ejecutivo). El debate fue tan acalorado que ahora el proyecto duerme el sue?o de los justos a la espera de que se alcance un consenso.
El recelo mutuo a los controles no es m¨¢s que el reflejo de la profunda divisi¨®n que sufre Nicaragua entre sandinistas y no sandinistas.
El EN no es la ¨²nica instituci¨®n que lleva el sello sandinista y, por tanto, est¨¢ bajo sospecha permanente. El actual Gobierno se encontr¨® con que todas las fuerzas de seguridad del Estado, e incluso otras instituciones como los bomberos, eran herederas directas del sandinismo. La Polic¨ªa Nacional, y con ella su m¨¢ximo responsable, Franco Montealegre, tiene que pasar una prueba cada d¨ªa. Sus principales mandos tambi¨¦n lo fueron durante la revoluci¨®n y ahora se les exigen actos de fe que demuestren su fidelidad al poder civil. Ahora la polic¨ªa est¨¢ mejor vista. Super¨® con nota dos pruebas de fuego. La primera, el pasado mes de abril, cuando el Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN) convoc¨® un paro nacional.
Las carreteras quedaron cortadas y las barricadas se levantaban en m¨²ltiples puntos del pa¨ªs. El Gobierno reaccion¨® con prudencia en las primeras horas. Los m¨¢s cr¨ªticos dijeron que no era prudencia, sino miedo a que la polic¨ªa no acatara ¨®rdenes. Finalmente, la fuerza de seguridad sac¨® sus antimotines a la calle y actu¨® con dureza.
Peor fue en mayo. Los estudiantes universitarios salieron a la calle en unas manifestaciones con altas dosis de violencia que fueron respondidas con gases lacrim¨®genos por la polic¨ªa. Pero ni eso sirvi¨® para eliminar la sospecha. Los malpensados, llegaron a decir que la polic¨ªa reaccion¨® con tanta dureza para provocar un conflicto y desestabilizar al Gobierno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.