Educaci¨®n en humanidades
La educaci¨®n en humanidades ?puede mejorarse? ?Debe? Claro que s¨ª. Exactamente igual que la educaci¨®n art¨ªstica y musical, y la cient¨ªfica. Pero no se mejora por v¨ªa de instrucci¨®n o memorizaci¨®n de muchos contenidos. Educar en humanidades no es acumular nombres, obras, fechas. Es dar claves -y sensibilidad y gusto- para la lectura; es poner en comunicaci¨®n con los textos y con los hechos que mejor aleccionan sobre la condici¨®n humana o sobre nuestras condiciones sociales aqu¨ª y ahora.Las horas de clase para las humanidades ?pueden ampliarse? No es nada f¨¢cil. Cualquier aumento en una materia ha de repercutir en disminuci¨®n en otra u otras. Quienes pidan m¨¢s peso para las humanidades (?y por qu¨¦ no para las ciencias?) han de especificar a costa de qu¨¦ otras ¨¢reas lo proponen.
Los contenidos de las humanidades ?han de ser definidos y establecidos por decreto con car¨¢cter general y tambi¨¦n con pormenores? Hay dos razones poderosas en contra.
Una de estas razones atiende al desarrollo del pensamiento infantil y adolescente, que a lo largo de los a?os de la escolaridad obligatoria pasa de lo m¨¢s concreto a lo m¨¢s abstracto, de lo cercano a lo remoto. La ense?anza ha de acompasarse precisamente a ese desarrollo. En historia, geograf¨ªa, literatura, los contenidos han de irse ampliando acordes con eso. Incluso hacia los 15 o 16 a?os, cuando hay que ensanchar mucho el horizonte geogr¨¢fico e hist¨®rico, conviene que el profesor lo haga a partir de las realidades y experiencias m¨¢s cercanas a los estudiantes.
La educaci¨®n en humanidades ha de proceder, tambi¨¦n en los ya j¨®venes, a trav¨¦s de una serie de c¨ªrculos conc¨¦ntricos, cada vez m¨¢s amplios: el de lo m¨¢s local y pr¨®ximo (el pueblo o la ciudad); el de la comunidad ling¨¹¨ªstica, cultural e hist¨®rica en un espacio geogr¨¢fico; el del conglomerado cuya unidad pol¨ªtica (la del Estado) constituye a Espa?a desde el siglo XVIII; el de esa otra unidad cultural que ha sido Europa durante siglos y que adquiere ahora un nuevo sentido en las instituciones europeas; y ya el c¨ªrculo m¨¢s amplio, la humanidad en el planeta Tierra.
La segunda raz¨®n dimana del hecho de que las humanidades se hallan en el centro del conflicto de las ideolog¨ªas. No s¨®lo la filosof¨ªa o la historia, tambi¨¦n la propia literatura nacional o universal est¨¢ sujeta a discrepantes e inconciliables tradiciones herederas.
Un cr¨ªtico de prestigio puede permitirse hacer el censo de su "canon occidental": con eso no obliga a nadie. Un gobernante, una autoridad no puede hacer lo mismo, no debe hacerlo. Tampoco puede proponer una lectura ¨²nica de los sucesos hist¨®ricos. Irremediablemente lo har¨¢ desde la perspectiva de su propia ideolog¨ªa y enojar¨¢ a quienes no la compartan. Todo ello para no mejorar en nada la calidad de la ense?anza y conseguir s¨®lo arruinar la educaci¨®n para la convivencia.
?Definir con detalle y establecer m¨¢s contenidos m¨ªnimos en humanidades? No, gracias. Cuanto menos, mejor.
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