Campanadas digeribles
Un experto suizo garantiza que el reloj de Sol marcar¨¢ las doce uvas a un ritmo m¨¢s lento que el a?o pasado
Este a?o no habr¨¢ atragantones con las uvas de Nochevieja. La Consejer¨ªa madrile?a de Obras P¨²blicas, la prestigiosa relojer¨ªa Losada y el mism¨ªsimo Philippe P¨¦llaton, una eminencia suiza, en la materia, se pusieron de acuerdo ayer para garantizarlo. El reloj de la Puerta del Sol sonar¨¢ a una cadencia digerible.?ste no es asunto balad¨ª. En la noche del pasado fin de a?o, los millones de espa?oles que comieron las uvas sincronizados con el reloj madrile?o tuvieron que acelerar el ritmo deglutidor al que estaban acostumbrados, los tres segundos por campanada de toda la vida. Sin previo aviso, la m¨¢quina comenz¨® a repicar a la vertiginosa cadencia de 1'15 segundos, tiempo a todas luces insuficiente para meter una uva en la garganta y remitirla al est¨®mago. Hubo cr¨ªticas, indignaci¨®n, llamadas de tel¨¦fono a peri¨®dicos e instituciones y funestos presagios para Espa?a en 1997. El consejero de Obras P¨²blicas del Gobierno madrile?o, Luis Eduardo Cort¨¦s, del PP, asegur¨® que aquello no se repetir¨ªa.
?Qu¨¦ pas¨®? Que el relojero de siempre, Vicente Rodr¨ªguez, se present¨® el 31 con su artilugio retardador de costumbre, una suerte de contrapeso con dos placas de metal que utilizaba para retrasar el ritmo propio de la maquinaria. Pero Juan Blasco, el arquitecto encargado de las obras de rehabilitaci¨®n del edificio de la Puerta del Sol que se llevaban (y a¨²n se llevan) a cabo, replic¨® que "ni de broma" iba a aceptar el mecanismo casero de Rodr¨ªguez. Aquella fat¨ªdica noche tambi¨¦n se encontraban en la torre los relojeros que restauraban la maquinaria de las manecillas m¨¢s televisadas de Espa?a, Jes¨²s L¨®pez y Pedro Ortiz, de la casa Losada. Tampoco se dejaron llevar por el entusiasmo al ver el artilugio de Rodr¨ªguez. As¨ª que ¨¦ste, al que d¨ªas despu¨¦s despidieron como cuidador del reloj, se fue para su casa con su aparato sin entender muy bien por qu¨¦ lo que ha funcionado durante 20 a?os no iba a funcionar 21. "Ni siquiera me dijeron por qu¨¦ estaba despedido. Ha sido una completa falta de consideraci¨®n y de delicadeza", comentaba ayer Rodr¨ªguez.
Cort¨¦s, flanqueado ayer por los relojeros de la casa Losada y por P¨¦llaton, y para zanjar el tema de una vez, dijo: "Ahora el reloj est¨¢ en manos profesionales". Los de Losada, adem¨¢s de restaurar el reloj, han incorporado un dispositivo integrado que permite que el espacio intercampanal fluct¨²e entre los dos y los tres segundos.
Por su parte, monsieur P¨¦llaton, un tipo amable y simp¨¢tico, manifest¨® tras inspeccionar durante dos d¨ªas el reloj que el trabajo de sus colegas madrile?os result¨® "impecable". Y si lo dice P¨¦llaton va a misa, porque el experto manda en el taller de la instituci¨®n El Hombre y el Tiempo, organismo que integra el Museo Internacional de Relojer¨ªa y el Centro Internacional de Restauraci¨®n de la localidad suiza de Chaux-de-Fonts.
El t¨¦cnico suizo se confes¨® "encantado" con la labor de vigilante. Ha sido muy divertido, con todo el elemento folcl¨®rico que rodea el reloj, lo de las uvas y esto", dijo entre sonrisas. A?adi¨® el especialista extranjero que el reloj de la Puerta del Sol "es una maravilla". "Estoy convencido de que los relojeros de Losada se lo han pasado tan bien como yo hurgando en la maquinaria, como un ni?o cuando juega con un mecano gigante", concluy¨®.
Pero al final quedaba la inevitable pregunta. El nuevo dispositivo permite un margen que fluct¨²a entre los dos y los tres segundos por campanada. Pero ?cu¨¢l va a ser la cadencia, exacta de las campanadas? El consejero Cort¨¦s, aunque asegur¨® que lo del ritmo fren¨¦tico es historia, prefiri¨® salirse por la tangente: "Se sabr¨¢ el d¨ªa 31, as¨ª hay m¨¢s sorpresa".
Una pista: Cort¨¦s, amante confeso de lo brit¨¢nico, reconoci¨® hace ahora casi un a?o que el ritmo al que hay que tender es al del Big Ben, cuyas campanadas suenan, exactamente, cada dos segundos.
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