Noches de farol
Al caer la noche, se reparten las cartas y empiezan a brillar los faroles. Es la hora de las timbas. Whisky oscuro, alg¨²n tentempi¨¦ y todos los servicios que el cliente requiera para ligar la suerte con los naipes. "Todos menos el de las prostitutas, a los jugadores les obsesiona demasiado ganar como para fijar su atenci¨®n en otras cosas", refiere un polic¨ªa especializado en partidas clandestinas.El juego m¨¢s extendido es el p¨®quer descubierto. Sin l¨ªmite de horas ni de apuesta. Los organizadores de la timba suelen ser jugadores profesionales con la entrada vetada en los casinos, o ex crupieres que han cruzado el margen de la ley. Alrededor de la mesa tampoco faltan los tah¨²res ni los usureros para el dinero r¨¢pido. Alg¨²n que otro mat¨®n garantiza la tranquilidad de todos ellos.
Las partidas clandestinas, seg¨²n la polic¨ªa, pueden durar hasta 12 horas. Los clientes proceden del mismo c¨ªrculo que los anfitriones: las mesas de los casinos. Todos se conocen. "A los novatos los descubren enseguida, les delata su ansia ante la mesa de bacar¨¢", relata la polic¨ªa. Captados all¨ª mismo, se les agasaja e invita a pasar una velada con el juego prohibido, el p¨®quer en su modalidad m¨¢s dura: apuesta al descubierto. Pero los organizadores, seg¨²n la polic¨ªa, se guardan siempre una carta en la manga. La partida clandestina se celebra habitualmente en un chal¨¦ de las afueras (Majadahonda o Mirasierra) o en alguna trastienda de techos altos de Centro. Los billetes no duermen en toda la noche. Las apuestas fluct¨²an seg¨²n la cuenta de cada jugador. Y es entonces cuando el envite se convierte en trampa.
"Muchas partidas son meras ratoneras, todos menos uno est¨¢n compinchados y juegan con cartas marcadas hasta sacarle los ¨²ltimos cuartos. Hemos llegado a detectar timbas en las que se han movido hasta 40 millones de pesetas. Gran parte de los beneficios los obtiene el usurero, que presta dinero a intereses que rondan el 10% diario", comenta la polic¨ªa. Las v¨ªctimas no suelen presentar denuncia. Ignoran que han sido enga?adas o, al haber aceptado dinero en pr¨¦stamo, saben que romper el silencio les puede acarrear a ellos o a sus familias la visita de alg¨²n mat¨®n. "A otros les da igual perder, son gente adinerada, industriales y empresarios a quienes les va el juego", a?ade la polic¨ªa.
Los beneficios son repartidos entre los organizadores. Este dinero, sin embargo, tiene una tendencia natural a retornar a las mesas de juego, a buscar la multiplicaci¨®n con las combinaciones de la suerte. La polic¨ªa recuerda que no es raro ver a los organizadores de las timbas vaci¨¢ndose los bolsillos en los casinos.
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