El legado de Mandela
NELSON MANDELA, uno de los grandes pol¨ªticos que ha producido este siglo, art¨ªfice de la reconciliaci¨®n racial que sac¨® a Sur¨¢frica del apartheid sin que el pa¨ªs cayera en una guerra civil o en el caos, cede el testigo del liderazgo del Congreso Nacional Africano (ANC). Dentro de 16 meses, tras las elecciones de 1999, abandonar¨¢ tambi¨¦n la presidencia del pa¨ªs, con 80 a?os ya cumplidos. Mandela permanecer¨¢, no obstante, como gran referencia ¨¦tica y pol¨ªtica para un pa¨ªs complejo que necesita conservar su legado.El pa¨ªs que deja a Thabo Mbeki, de 55 a?os -su n¨²mero dos, que le suceder¨¢ al frente del ANC y previsiblemente en la presidencia de la Rep¨²blica-, ser¨¢ dif¨ªcil de gestionar. La realidad surafricana es dura, y Mandela record¨® recientemente el riesgo, a¨²n latente, de guerra civil. El l¨ªder surafricano mira m¨¢s all¨¢ de las fronteras de su pa¨ªs, cuyo futuro depende tambi¨¦n del de sus vecinos. Y por eso apela a un "renacimiento africano".
Veintisiete a?os de c¨¢rcel y de lucha contra el r¨¦gimen racista del apartheid, instaurado en 1948, no nublaron la vista ni alimentaron el rencor de Mandela cuando le lleg¨® la oportunidad de negociar y conducir el cambio hacia la democracia. La inesperada muerte de su admirado Oliver Tambo le llev¨® en 1991 a la presidencia del ANC, el partido que hoy gobierna en Sur¨¢frica y que celebra su 50? conferencia. Mandela parecer¨ªa haberse estado preparando toda su vida para esa ocasi¨®n. La aliment¨® desde la c¨¢rcel, y supo llevarla a la pr¨¢ctica gracias a una combinaci¨®n de agudeza pol¨ªtica, generosidad innata y encanto personal. Sab¨ªa que el futuro de Sur¨¢frica pasaba irremediablemente por la reconciliaci¨®n racial, especialmente cuando la econom¨ªa estaba en manos de los blancos, que tras d¨¦cadas de apartheid eran los mejor preparados para regir un sistema econ¨®mico complejo.
Los objetivos de Mandela desde su victoria en las elecciones de 1994 se han cumplido s¨®lo en parte. Hoy, la econom¨ªa sigue en las mismas manos: las de los blancos. En un discurso inusitadamente largo -cuatro horas para una persona que no suele lanzar largas peroratas- y de tono recriminatorio, Mandela -que combin¨® un lenguaje revolucionario con un alto grado de realismo- se quej¨® ayer de la escasa contribuci¨®n de los blancos a la reconstrucci¨®n de Sur¨¢frica, de su econom¨ªa y de "una democracia verdaderamente no racista y no machista", y critic¨® a los "contrarrevolucionarios".
La paz se ha mantenido, pero la reconciliaci¨®n est¨¢ a¨²n distante, incluso entre los diversos grupos negros. Tres a?os despu¨¦s del supuesto milagro, quedan muchos problemas por resolver en un pa¨ªs de tendencias tribales centr¨ªfugas y de grandes disparidades econ¨®micas. La econom¨ªa crece, pero mucho menos de lo esperado. La inseguridad ciudadana y el crimen se han convertido en una de las preocupaciones centrales de la poblaci¨®n. El ANC defendi¨® durante a?os la consigna de "revoluci¨®n antes que educaci¨®n", condenando as¨ª a millones de j¨®venes negros a la ignorancia. De hecho, Mandela, en su primer discurso al salir de la c¨¢rcel, pidi¨® a los j¨®venes que volviesen a las aulas porque de ellos depend¨ªa el futuro del pa¨ªs. La pol¨ªtica de educaci¨®n de su Gobierno, sin embargo, ha dejado mucho que desear, y la mayor¨ªa negra siente frustradas sus expectativas: la libertad no ha tra¨ªdo el desarrollo ni el bienestar esperados.
El Gobierno de Mandela lleg¨® al poder sin experiencia. El propio presidente se ha ido distanciando en los ¨²ltimos tiempos de la gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa. Mbeki -que ser¨¢ elegido sin oposici¨®n- tiene ahora la oportunidad de volcarse m¨¢s sobre ella para concentrarse en la reconstrucci¨®n del pa¨ªs y en una mayor atenci¨®n a las desigualdades sociales. Mbeki se equivocar¨ªa si olvidara que en el camino de esa democracia "reci¨¦n nacida y que requiere a¨²n de muchos cuidados", como la defini¨® ayer Mandela, y esa reconstrucci¨®n econ¨®mica es esencial seguir aspirando a la reconciliaci¨®n. ?se es el gran legado de Nelson Mandela para su pa¨ªs y para toda la humanidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.