Deberemos estar a su altura
Esta lluviosa ma?ana prenavide?a, los lectores de Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n vamos por las calles sin sentir la lluvia ni el agobio de un cielo bajo y m¨¢s que demacrado. En realidad, no vemos calles ni lluvia, porque estamos en otra parte: en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, en la Facultad de Ciencias de la Comunicaci¨®n nos est¨¢n nombrando -un poco- doctor honoris causa. Y nos sentimos algo presumidos y orgullosos. Como cuando nos dieron el Premio Nobel de Literatura por haber le¨ªdo a Samuel Beckett y repetimos suerte al volverlo a recibir por los poemas de Vicente Aleixandre y de sus compa?eros de generaci¨®n. No est¨¢ mal eso de poder ser otros gracias a la lectura. No a todas las lecturas, por supuesto. S¨®lo aquellas que nos hacen ser lo que somos. No muchas. Pero, repito, no est¨¢ mal. Son ventajas de la edad avanzada. De joven, nos empe?amos a ser s¨®lo nosotros mismos, y as¨ª nos va (mejor dicho, nos fue). Con los a?os aprendemos a aprovecharnos del pr¨®jimo, como los vampiros, y esa sana astucia nos proporciona lujosos beneficios. Por supuesto, depende del entorno. Hay ¨¦pocas de escasez en que la gente no tiene m¨¢s remedio que contentarse con lo que lleva dentro. Mi generaci¨®n, en este sentido, ha sido afortunada. Empezamos a ser -entre otros- un poco Manolo V¨¢zquez en la revista Triunfo, en el decenio de los sesenta, y gracias a ¨¦l llevamos 30 a?os discrepando del mundo y sus miserias. A veces, en total comuni¨®n de pareceres; otras, no; pero casi siempre a partir de nuestro acuerdo o desacuerdo con ¨¦l y ya sea a trav¨¦s de sus columnas period¨ªsticas, de sus novelas, de sus ensayos... No olviden sus libros de poemas. Es donde Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n podr¨¢ seguir existiendo. Porque, evidentemente, Manolo V¨¢zquez ha dejado de existir. Como Samuel Beckett, o como Vicente Aleixandre, o como Jaime Gil de Biedma, o como V¨ªctor Erice, o... En fin, como todo creador que ha pasado a ser el tiempo en el que vive: no existe. Esta ma?ana lluviosa, a esta misma hora, quiz¨¢ crea estar en la Facultad de Ciencias de la Comunicaci¨®n recibiendo el nombramiento de doctor honoris causa. Pero sus lectores a lo largo de m¨¢s de 30 a?os sabemos que somos nosotros quienes estamos all¨ª. Ahora, deberemos estar a la altura. Para volver a empezar, como, seg¨²n parece, va siendo menester.
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