El Madrid abre demasiadas inc¨®gnitas
El Zaragoza abrum¨® al equipo de Heynckes en un partido con muchas ocasiones y poco gobierno
En un partido atractivo de puro deficiente, el Madrid no despej¨® ninguna duda sobre su estado. Se dir¨ªa que a?adi¨® datos muy negativos. Tuvo el encuentro a su favor, m¨¢s por la fortuna que por otra cosa, y lo dej¨® escapar por su incapacidad defensiva, por su debilidad t¨¢ctica y por la indolencia de algunos jugadores. Al Madrid le falt¨® el empaque de los equipos potentes y le sobr¨® inconsistencia. El Zaragoza, igual de inconsistente en muchos aspectos, le abras¨® en varios momentos, con llegadas continuas al ¨¢rea de Ca?izares, que tuvo un papel protagonista.Ra¨²l marc¨® en el comienzo del partido y en el escenario de su debut. Aquel d¨ªa, Ra¨²l se estren¨® con un mano mano frente a Cedr¨²n, que se fue al suelo en el regate. Pero el remate con la derecha sali¨®, inesperadamente alto, porque la porter¨ªa estaba libre. En cualquier otro caso, la jugada hubiera tenido un efecto traum¨¢tico sobre un muchacho de 17 a?os. Mucha gente que ahora lleva la bandera raulista pronostic¨® el peor futuro para Ra¨²l. Para muchos no daba para jugar en Primera. As¨ª se. escribe la historia. Tres a?os despu¨¦s, Ra¨²l se ha confirmado como uno de los tres mejores jugadores espa?oles, probablemente el mejor. Por encima de sus indiscutibles cualidades, hay una que le distingue: es un competidor contra los dem¨¢s y contra s¨ª mismo. En su recuerdo quedar¨ªa la muesca de aquel error y todo lo que se dijo con posterioridad. Y tambi¨¦n andar¨¢ con. la mosca por alguna cr¨ªticas que ha recibido por sus deficientes actuaciones en los ¨²ltimos partidos. Si ten¨ªa una deuda pendiente con la memoria y con sus cr¨ªticos, la sald¨® en el primer minuto. Hierro lanz¨® un tiro libre y Ra¨²l pein¨® el bal¨®n con mucha propiedad. As¨ª comenz¨® un partido muy agradable a la vista, pero mal jugado.
Sobre Ra¨²l: cualquiera que sea su estado, tiene gol. Eso no se discute. Sin embargo, su partido fue mediocre, tanto que fue sustituido. Apenas apareci¨® en un encuentro donde apareci¨® todo el mundo. Porque el encuentro fue tan divertido que result¨® un chiste. Cualquiera de los dos equipos agarraba la pelota en su campo y llegaba al ¨¢rea de enfrente sin ninguna dificultad. El Madrid tuvo tantas carencias defensivas que estuvo colgado del alambre a pesar de la ventaja que cobr¨® en el primer tiempo. Los problemas se derivaban de la fragilidad de su medio campo, donde Redondo no pod¨ªa tapar todos los agujeros. A su espalda, la defensa no achicaba y permit¨ªa un espacio tremendo. Por all¨ª llegaban como tiros todos los centrocampistas del Zaragoza, especialmente Acu?a y Kili Gonz¨¢lez. Pero nadie interpret¨® mejor que Gustavo L¨®pez la negativa de los defensas del Madrid a asomarse un poco.
Ocasi¨®n por ocasi¨®n, el Zaragoza tuvo m¨¢s que el Madrid, que tambi¨¦n alcanz¨® muchas. Lo ped¨ªa un partido festivo, vibrante y defectuoso. Muy defectuoso. La insolvencia de los sistemas defensivos fue espectacular. Nadie acertaba a defender, por actitud y por conceptos. El Madrid prosigui¨® en su dejadez y en su incapacidad para interpretar el dibujo del rombo. En este aspecto, la actuaci¨®n de Seedorf fue particularmente desdichada. Seedorf estuvo a la deriva durante todo el partido, sin inteligencia para interpretar su Posici¨®n de medio de enganche y sin la pujanza que le distingu¨ªa la pasada temporada. Desde hace un rato, Seedorf est¨¢ de vacaciones.
El partido termin¨® por hacerse tan ingobernable que los goles pod¨ªan producirse en cualquier instante y de cualquier manera. Aunque el Madrid tom¨® dos goles de ventaja, nunca pudo sentirse a salvo,. El Zaragoza le desbordaba con facilidad y todo quedaba a expensas de la punter¨ªa de sus delanteros o de la agilidad de Ca?izares. Como todo era indescifrable, los goles del Zaragoza no se concretaron en ninguna de las inunmerables incursiones hasta el ¨¢rea madridista. Llegaron tras un c¨®rner y el menos imaginable de los tiros libres. Acu?a meti¨®, el centro desde la izquierda y nadie acert¨® a cabecear la pelota.
Ni la ventaja del Madrid, ni el empate posterior, ni nada, cambi¨® el viento del partido, que sigui¨® racheado e incontrolable. A cada oportunidad del Zaragoza -hubo una formidable de Gilmar que no consigui¨® superar a Ca?izares en un remate sencillo- si gui¨® una del Madrid. Juanmi se hizo de goma para salvar un cabe zazo de Ra¨²l y m¨¢s tarde tap¨® un tiro de Redondo, que tampoco lo gr¨® aprovechar el rechace. As¨ª, hasta el final en un partido que fundamentalmente abre muchas preguntas sobre el estado del Real Madrid. Ahora mismo parece un equipo muy deca¨ªdo.
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