Paz, piedad, perd¨®n (por Navidad)

?Debemos reconciliamos por Navidad? Aznar y Gonz¨¢lez coincidieron el martes en un local p¨²blico -el uno llegaba y el otro se iba- y se saludaron, felicit¨¢ndose las Pascuas. Ese mismo d¨ªa, la prensa vasca reproduc¨ªa el abrazo entre los escultores Oteiza y Chillida, tras m¨¢s de 30 a?o de enfrentamiento. ?Ser¨¢n ambas im¨¢genes la prueba de qu¨¦ no toda rivalidad est¨¢ condenada a ser eterna?Lo peor de la que opone a presidente y ex presidente son los s¨ªntomas de que se pretende prolongarla hacia el sucesor de Gonz¨¢lez al frente del PSOE: que Aznar no haya considerado necesario pedir excusas por el alarde de su portavoz contra Almunia, poco antes de recibirle en Moncloa, es m¨¢s inquietante que la zafiedad de Rodr¨ªguez. La experiencia indica, por otra parte, que los Intentos de desprestigiar a los rivales pol¨ªticos suelen acabar afectando por igual al cr¨¦dito de atacado y atacante: al de la pol¨ªtica como actividad respetable. A la perpetuaci¨®n de esa atm¨®sfera contribuye con entusiasmo el periodismo de trinchera. Los corresponsales extranjeros se asombran del tono paranoico de algunos columnistas, que llevan a?os escribiendo el mismo art¨ªculo, siempre contra Felipe Gonz¨¢lez, proyectando contra ¨¦l sus frustraciones personales. En los diarios de Aza?a ahora recuperados se refiere. alg¨²n antecedente de lo que es capaz de hacer un publicista con el ego herido por no haber sido reconocido por el presidente del Consejo.

Sustituir a Gonz¨¢lez fue presentado por esos savonarolas como una cuesti¨®n de vida o muerte para la democracia. A ello se respondi¨® desde el PSOE considerando al PP como la continuaci¨®n del franquismo. La resultante fue que unos y otros se cargaron de raz¨®n para recurrir a cualquier m¨¦todo -hasta los m¨¢s innobles- en defensa de sus posiciones, pues de mantenerlas depend¨ªa el futuro del sistema. Pese al cambio de Gobierno, la cosa sigue m¨¢s o menos igual: al PSOE se le niega, en nombre de su pasado, legitimidad para criticar al Gobierno; y los socialistas convierten cualquier divergencia en prueba de que el pasado ha vuelto. La discusi¨®n sobre la reforma de la ense?anza de las humanidades es un ejemplo: el deseo de derrotar al otro ha pesado m¨¢s que las razones en favor de un acuerdo que era factible y deseable. El p¨²blico est¨¢ preocupado con tanta bronca y por eso agradece gestos civilizados como el de Aznar y Gonz¨¢lez; aunque sospeche que se deben s¨®lo a que se acerca la Navidad.

Lo de Chillida-Oteiza tiene m¨¢s fuerza. La rivalidad entre estos dos vascos ha sido durante d¨¦cadas una m¨¦tafora de Euskadi: de la voluntad de guerra civil que late en muchos corazones. Chillida tiene 73 a?os y Oteiza cumplir¨¢ 90 en mayo. Parece ser que ha sido este ¨²ltimo, con la ayuda de alg¨²n intermediario, quien ha sugerido la reconciliaci¨®n. El motivo aparente de la ruptura: acusaciones rec¨ªprocas de plagio. El real: que el ego de ambos era demasiado grande para un pa¨ªs tan peque?o (y en el que los banderizos guerrearon durante siglos s¨®lo por demostrar "quien es m¨¢s sobre la tierra"). Chillida es hoy reconocido mundialmente como uno de los m¨¢s grandes artistas del siglo XX, pero la influencia de Oteiza desborda lo art¨ªstico para incidir en lo social y desembocar en la pol¨ªtica. Su Quosque tandem (1963), presentado como un ensayo de interpretaci¨®n del alma vasca, sent¨® las bases para una redefinici¨®n de la identidad vasca y fue decisivo en la decantaci¨®n hacia ETA de la generaci¨®n nacionalista de los a?os sesenta: la del juicio de Burgos. Su ideal rom¨¢ntico de recuperaci¨®n de un estilo vasco genuino, adquirido en la prehistoria y luego borrado por la influencia latina, fue tomada al pie de la letra por artistas noveles, seminaristas y otros futuros activistas.

Su influjo sobre ese mundo se ha mantenido pese a que ¨¦l mismo rompi¨® con ETA y HB hace a?os. Antes escribi¨® este epitafio: "Amo a mi pa¨ªs profundamente; me da rabia (mi pa¨ªs) profundamente. Le doy mi vida. Profundamente le doy mi muerte". Ahora se reconcilia con Chillida. Es Navidad.