Zapatos

Me sent¨¦ en la cama para calzarme, pero los zapatos hab¨ªan desaparecido. Mir¨¦ alrededor y vi asomar la puntera de uno de ellos, el izquierdo, me parece, por debajo de la cortina, aunque se retir¨® enseguida hacia el interior como si presintiera que hab¨ªa sido descubierto. Me levant¨¦, la corr¨ª de golpe y trotaron hasta encontrar refugio debajo de la cama, de donde logr¨¦ espantarlos con una escoba. Entonces se escondieron detr¨¢s de un armario grande y tan pegado a la pared que no me entraba el brazo. Envi¨¦ a dos zapatillas de mucha confianza a por ellos, pero regresaron al poco pisoteadas y maltrechas. Su inferioridad era evidente.Esa noche me envolv¨ª los pies en una manta por miedo a que los zapatos me los devoraran durante el sue?o: no sab¨ªa hasta d¨®nde ser¨ªan capaces de llevar aquella rebeli¨®n. Pero ni siquiera se acercaron a la cama. De madrugada los o¨ª recorriendo el pasillo desesperadamente hasta que dieron con la salida a las habitaciones de la memoria, que se hallaban de forma simult¨¢nea al otro lado de la puerta y en el interior de mi cabeza. No vi los lugares que atravesaban, pero reconoc¨ª por los pasos los diferentes suelos que yo mismo hab¨ªa recorrido para llegar hasta este punto de la vida.

Por la ma?ana, cuando me incorpor¨¦ sobre la cama para comenzar el d¨ªa, los vi a mis pies de nuevo, d¨®ciles, como los coches oscuros de un subsecretario. Tra¨ªan la suela sucia y entre el barro se distingu¨ªan pelos de alfombras caras mezclados con basura de lugares remotos y fragmentos de cucarachas aplastadas en hoteles de horror. Les sobraban razones para mostrar aquel aspecto de cansancio, como a m¨ª mismo, como a usted en esta ¨¦poca del a?o. Me met¨ª en ellos y supe que en el futuro s¨®lo ir¨ªa ya adonde quisieran llevarme, incluso aunque no me conviniera. Felices pascuas.