Dur¨ªsimos rostros
Alberto Schommer ya hab¨ªa insinuado de alguna forma su inter¨¦s por el mundo del flamenco en un libro anterior de hace bastantes a?os, Fermento. "Pero aquello fue de manera tangencial", afirma. "Ahora me he adentrado de lleno".La mayor¨ªa de los fotografiados, entre los que se encuentran ancianos m¨ªticos, como El T¨ªo Arroz, muestran dur¨ªsimos rostros curtidos por la vida y la sabidur¨ªa, con expresiones parecidas a las de los negros de Harlem o los aut¨¦nticos indios norteamericanos de finales del siglo pasado. "Son rostros de verdad", comenta por su lado el periodista Miguel Mora, "los rostros del flamenco".
El libro no s¨®lo se centra en retratos o en grupos bailando en una fiesta, sino en todos los detalles del cante jondo, el vaso de vino vac¨ªo abandonado sobre la mesa de un bar, las fichas de una partida de domin¨®, la entrada de la cueva de Chorrohumo, el legendario gitano granadino del Sacromonte, o la fuente de cualquier barrio de Jerez, todo un universo de objetos cotidianos que, bruscamente, a los ojos de Schommer, adquiere la categor¨ªa de s¨ªmbolo mitol¨®gico.
"Una de las cosas que m¨¢s me gustaron, y que esta sociedad est¨¢ despreciando, es su manera de poder estar toda la noche despiertos y por la ma?ana despreocuparse del mundo. Esa cosa que hoy e mundo actual aprecia tanto, que es la puntualidad, y que ellos desprecian, me parece de un valor impresionante, porque es libertad".
Schommer ha retratado los rostros del flamenco. En sus ¨²ltimos proyectos, como los libros de las ciudades de La Habana y Madrid o las m¨¢scaras de Venecia, las gentes, la presencia humana, protagonista de su c¨¢mara, ten¨ªan al lado trozos urbanos como una forma de vivir.
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