Una discriminaci¨®n odiosa
Conviene saberlo. Los espa?oles hemos dejado de ser iguales ante la ley, al menos en alg¨²n aspecto. El Tribunal Supremo acaba de resolver 11 pleitos declarando el derecho preferente del var¨®n sobre la mujer en la sucesi¨®n de los t¨ªtulos nobiliarios, en contra de lo que ven¨ªa siendo su doctrina reiteradamente aplicada desde 1987 y como resultado de la sentencia del Tribunal Constitucional de 3 de julio pasado. No deja de ser una terrible paradoja que sea precisamente este ¨²ltimo ¨®rgano quien haya introducido una excepci¨®n al principio consagrado por el art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n que proh¨ªbe expresamente cualquier tipo de discriminaci¨®n, incluidas las fundamentadas en el sexo (prohibici¨®n ¨¦sta que s¨®lo cede ante las normas de sucesi¨®n a la Corona, tal y como previene el art¨ªculo 57 de nuestra Norma Suprema). La existencia de tres votos particulares de magistrados del propio tribunal, as¨ª como los informes contrarios del abogado del Estado y del fiscal dan una idea del grado de discrepancia existente.Pero, cabe preguntarse, ?c¨®mo puede llegarse a negar la aplicabilidad del precepto constitucional a la sucesi¨®n de los t¨ªtulos nobiliarios? Sencillamente, argumentando, como hace la sentencia de julio, que los mismos "se hallan desprovistos hoy de cualquier contenido jur¨ªdico material" que "no poseen una proyecci¨®n general" ni "relevancia social y jur¨ªdica" y que tienen un car¨¢cter "meramente simb¨®lico", es decir, que constituyen una especie de asociaci¨®n de car¨¢cter privado cuyas reglas s¨®lo afectan a las relaciones entre un grupo de personas por lo que son constitucionalmente irrelevantes.
No deja de sorprender que una sentencia como ¨¦sta, que ha sido denominada con acierto por un ilustre jurista como una "sentencia republicana" por contener semejantes manifestaciones, haya provocado una reacci¨®n entusiasta entre algunas corporaciones de la nobleza, nobleza a la que dicha sentencia deja reducida a la nada, pr¨¢cticamente a una "reserva" o, como alguien ha comentado, "nobleza jibarizada". Parece que mantener, a toda costa, la preferencia del var¨®n sobre la mujer es m¨¢s importante que defender la vigencia de la instituci¨®n y saber adaptarla a la evoluci¨®n social. ?Mueran las mujeres! fue el grito escuchado en una reuni¨®n privada de varones feudales aristocr¨¢ticos para celebrar la sentencia. ?Ciertamente una prueba de inteligencia que anuncia un brillante futuro para la nobleza!
Pero volviendo a la sentencia del Constitucional, lo que resulta dif¨ªcilmente comprensible para cualquier persona con sentido com¨²n es que los t¨ªtulos tengan un contenido jur¨ªdico real -el derecho al nombre- sean una instituci¨®n viva, en la medida que su majestad el Rey ejerce de vez en cuando su facultad para conceder nuevos t¨ªtulos, est¨¦n regulados por la ley y sometidos a los tribunales... pero no les resulte aplicable el art¨ªculo 14 de la Ley Suprema.
El resultado pr¨¢ctico de esta incre¨ªble historia es una clara vulneraci¨®n de los derechos de un grupo de mujeres a las que se abandona sin que importe lo m¨¢s m¨ªnimo el agravio y el da?o moral que esta sentencia les causa. No creo que se pueda estar contento sabiendo que esas mujeres, para algunos, como dir¨ªa yo... "sin importancia"... est¨¢n siendo deslegitimadas, discriminadas de esta odiosa manera y sin el menor reparo, en favor de unos varones que, contraviniendo todas las normas de "justicia", se creyeron fuertes. ?C¨®mo se atreven a cometer atropello semejante? ?C¨®mo no reaccionar ante ¨¦l? Se piensa, equivocadamente, que por encontrarse aparentemente solitarias y por decirlo de alg¨²n modo, "descodificadas" y sin ning¨²n lobby conocido que las defienda, se van a quedar quietas ya que, ?c¨®mo no!, el papel de la mujer ha sido siempre el de la sumisi¨®n y la obediencia. Que ni por un momento se crea que esto va a ser as¨ª. No nos someteremos a un poder que viola claramente el esp¨ªritu y la letra de la Constituci¨®n. Hoy somos todos iguales ante la ley y no ser¨ªamos leales a nosotras mismas si no luch¨¢ramos por nuestros derechos. Digo bien: "derechos" y no "privilegios". Si no hubieran luchado por ellos las mujeres que nos precedieron a lo largo de la historia, hoy entre otras cosas, por incre¨ªble que esto parezca, no tendr¨ªamos ni derecho a votar ni a disponer de nuestros bienes.
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