Caldos de cultivo
Hace una semana, una madre de ocho hijos fue quemada viva por su marido -del que se hab¨ªa separado judicialmente dos a?os antes- en un pueblo granadino. La mujer asesinada hab¨ªa denunciado reiteradamente los malos tratos que le infligi¨® su esposo a lo largo de casi cuarenta a?os de accidentado matrimonio; pocos d¨ªas antes de su muerte contaba en Canal Sur la historia de ese infierno conyugal. El tr¨¢gico suceso no es excepcional: sesenta mujeres han sido asesinadas en Espa?a durante 1997 por sus maridos o compa?eros. El trasfondo de esos cr¨ªmenes son las 16.000 denuncias presentadas cada a?o por mujeres amenazadas, agredidas o vapuleadas; seg¨²n los expertos, los casos que llegan a los juzgados constituyen s¨®lo un d¨¦bil porcentaje de los malos tratos efectivamente producidos.El vicepresidente Cascos puso inicialmente en duda que el crimen constituyese un supuesto t¨ªpico de malos tratos: "Yo creo que cualquier exc¨¦ntrico en cualquier pueblo de Espa?a puede provocar, como de hecho a veces ocurre, una tragedia". Esa gratuita metedura de pata ser¨ªa rectificada al d¨ªa siguiente por otros ministros. ?C¨®mo explicar que el vicepresidente del Gobierno descartase a bote pronto la causa estad¨ªsticamente mas previsible del asesinato y apostase a favor de un simple trastorno mental transitorio? ?Ser¨¢ el machismo la hip¨®tesis mas adecuada para dar cuenta de ese espectacular patinazo?.
Es cierto que el PP no tiene un historial demasiado brillante en ese terreno. Hace pocas semanas los populares corearon una chocarrera gracieta de su presidente fundador, para quien la "exhibici¨®n del escote" de la diputada socialista Clementina D¨ªaz de Balde¨®n hab¨ªa sido el ¨²nico rasgo destacable de su intervenci¨®n en un debate parlamentario con la ministra Aguirre: "una simp¨¢tica alusi¨®n a los atributos de una dama", remachar¨ªa Fraga d¨ªas despu¨¦s sin dar su brazo a torcer. Cascos tambi¨¦n di¨® una zafia respuesta hace justo un a?o a una pregunta parlamentaria de la oposici¨®n sobre la imagen -tan patosa como cursi- fabricada por el secretario de Estado Rodr¨ªguez con ocasi¨®n del 18? aniversario -la mayor¨ªa de edad- de la Constituci¨®n de 1978: si fuera chica se vestir¨ªa de largo y si fuese chico ir¨ªa a votar. El despreciativo tono de cachondeo de su r¨¦plica ( "la exaltaci¨®n de la figura de la mujer como s¨ªntesis de virtudes tiene 25 siglos de existencia" y es confirmada por las cari¨¢tides y las matronas que decoran el frontispicio del Congreso) provoc¨® el abandono del hemiciclo por todas las diputadas (exceptuadas las populares); el lamentable episodio concluy¨® con la comparecencia en el Senado del vicepresidente para presentar excusas ante la Comisi¨®n Mixta de Derechos de la Mujer.
Pero sin desechar la eventual influencia de sus gustos chabacanos, el comentario de Cascos pudo ser tambi¨¦n una consecuencia de los reflejos condicionados que se les suelen disparar a los pol¨ªticos del PP ante cualquier informaci¨®n imprevista. Si la noticia es buena (sea la detenci¨®n de un peligroso etarra en Francia o el anticicl¨®n de las Azores), la incorporar¨¢n de inmediato a su activo e intentar¨¢n incluso reivindicar su autor¨ªa; si la noticia es mala (como el crimen de Granada o los bloqueos automovil¨ªsticos tras una nevada), tender¨¢n a lavarse las manos y a endilgar la responsabilidad a la fuerza del destino o a la herencia socialista. Consciente el gobierno de que la reacci¨®n de su vicepresidente hab¨ªa sido disparatada, varios ministros reconocieron despu¨¦s que el escalofriante parricidio remit¨ªa inevitablemente a un problema social. Es evidente, en cualquier caso, que el Ejecutivo deber¨ªa adoptar las iniciativas adecuadas para que el parlamento reformase las leyes y el ministerio p¨²blico actuase m¨¢s activamente en defensa de la igualdad entre los sexos: no en vano la impunidad penal y la tolerancia cultural hacia los malos tratos infligidos a las mujeres por sus maridos constituyen el caldo de cultivo de esas agresiones capaces de producir la muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.