Amistad
Amistad es una pel¨ªcula bonita, conmovedora e interesante, que rata de unos acontecimientos que tuvieron lugar entre 1839 y 1841 y que se ajusta fielmente a los documentos hist¨®ricos. Millones de personas basar¨¢n su futura actitud hacia la historia del comercio de esclavos en las impresiones que saquen de verla. ?Hasta qu¨¦ punto ser¨¢n correctas?En primer lugar, la pel¨ªcula muestra c¨®mo el h¨¦roe, Cinqu¨¦, fue secuestrado cerca de Sierra Leona por unos vecinos por no haber pagado una deuda, y c¨®mo fue supuestamente entregado a un mercader de esclavos espa?ol en la costa. Muchos africanos en Norteam¨¦rica deb¨ªan su esclavitud a esa clase de trampa, pero fueron muchos m¨¢s los secuestrados en redadas o en guerras.
La cinta muestra en dos ocasiones un fuerte en Lomboko, cerca de la colonia brit¨¢nica de Sierra Leona. En el siglo XIX, muchos esclavos permanecieron retenidos en ese tipo de barracones, pero, en los primeros tiempos del comercio legal de esclavos, la mayor¨ªa de ellos eran comprados, o m¨¢s bien canjeados, directamente a los africanos. (Lomboko pertenec¨ªa entonces a una empresa de La Habana llamada Mart¨ªnez, pero el principal mercader de esclavos en la zona era Pedro Blanco, un negrero sobre el que Lino Nov¨¢s Calvo escribi¨® una novela famosa. Tambi¨¦n aparece en Barcelona y sus misterios, de Texido).
En la pel¨ªcula hay unos flash-back que ilustran la terrible "traves¨ªa intermedia", con momentos de gran violencia, como, por ejemplo, durante el viaje clandestino de los esclavos a bordo del barco portugu¨¦s Tecora. La brutalidad incluye flagelaciones, violaciones perpetradas por los marineros y lanzamientos por la borda de los esclavos para los que no hab¨ªa suficiente comida. Todas estas cosas suced¨ªan con frecuencia, aunque en esos viajes tambi¨¦n hab¨ªa periodos tediosos y hasta tranquilos, sobre todo despu¨¦s de los momentos de peligro -para la tripulaci¨®n-, cuando el barco estaba todav¨ªa cerca de ?frica. Muchos marineros, especialmente en los barcos portugueses, eran negros, lo que parec¨ªa tener un efecto tranquilizador para los esclavos, aterrorizados ante la visi¨®n de anglosajones de pelo largo y tez roja. Una vez que las grandes potencias abolieron formalmente el comercio de esclavos en el siglo XIX, los viajes ilegales por el Atl¨¢ntico eran mucho m¨¢s duros que cuando eran legales.
Los esclavos a bordo del Tecora fueron trasladados a La Habana, donde fueron vendidos. La corta escena en el mercado de esclavos bajo las murallas del palacio del capit¨¢n general de Cuba est¨¢ bien realizada. La revuelta con que empieza la pel¨ªcula no se produce en la traves¨ªa intermedia, y por tanto a bordo del Tecora, sino tras la venta de esclavos en La Habana y a bordo del Amistad. En la traves¨ªa principal se produc¨ªa una rebeli¨®n por cada diez viajes m¨¢s o menos, que eran sofocadas por lo general con gran brutalidad.
Por cierto, que el trayecto del Amistad a lo largo de la costa del norte de Cuba nos recuerda que hab¨ªa un gran n¨²mero de esclavos que, tras atravesar el Atl¨¢ntico, realizaban un largo viaje por mar o por tierra. Por consiguiente, el viaje de los esclavos desembarcados en Cartagena de Indias y trasladados en barco por la costa suramericana del Pac¨ªfico hasta Lima, Per¨², era tan horrible como la traves¨ªa intermedia.
Un buen papel es el del teniente Charles Fitzgerald, un oficial de la Marina brit¨¢nica que, con espl¨¦ndido laconismo, da testimonio de la situaci¨®n del comercio de esclavos en ?frica y m¨¢s tarde destruye el fuerte de Lomboko desde el mar. As¨ª se nos recuerda el notable papel desempe?ado por la Armada brit¨¢nica a la hora de poner fin, mediante bloqueos, sobornos o subvenciones, y alguna que otra acci¨®n naval, al comercio de esclavos. (Los oficiales brit¨¢nicos eran desp¨®ticos y a menudo deten¨ªan barcos que izaban banderas estadounidenses falsas. Durante a?os, esa clase de acciones enfurecieron al Gobierno de Estados Unidos m¨¢s que el comercio de esclavos).
La complicada acci¨®n legal en tres fases que ocupa gran parte de la pel¨ªcula y que deja en tan buen lugar al sistema legal de Estados Unidos est¨¢ muy bien conseguida, aunque da una imagen un tanto negativa del presidente Van Buren.
Hasta aqu¨ª, todo est¨¢ bien. Sin embargo, al espectador no se le dan antecedentes de estos dram¨¢ticos acontecimientos. Por ejemplo, se da a entender que el comercio de esclavos era un hecho infame llevado a cabo por latinos despreciables como los espa?oles y los portugueses. Pero, durante muchas generaciones, hasta la abolici¨®n anglo-norteamericana del comercio, en 1808, tambi¨¦n lo hac¨ªan a gran escala capitanes y mercaderes brit¨¢nicos, y, en mucha menor medida, norteamericanos. Incluso en la d¨¦cada de 1830, cuando tuvo lugar el episodio del Amistad y pr¨¢cticamente no exist¨ªa el comercio de esclavos con Estados Unidos, hubo barcos, capitanes y marineros estadounidenses implicados en este comercio, por lo general en nombre de comerciantes brasile?os o cubanos. El mismo Amistad fue construido, con el nombre de Friendship, en Baltimore y vendido en La Habana, como lo fueron otros cientos de barcos. A menudo se utilizaron mercanc¨ªas brit¨¢nicas y estadounidenses, como moneda de cambio en ?frica, y el c¨®nsul de Estados Unidos en La Habana, Nicholas Trist, fue c¨®mplice del comercio de esclavos al permitir sin pesta?ear que los esclavistas cubanos utilizaran la bandera norteamericana.
Tambi¨¦n hubo ocasiones en la d¨¦cada de 1830 en que las rebeliones de esclavos en los viajes a lo largo de la costa de Estados Unidos -considerados en Washington tan legales como consideraba Espa?a los del Amistad por la costa de Cuba empujaron a los barcos a refugiarse en Las Bahamas. El Gobierno en Washington se ocupaba de recuperar la "propiedad" de sus ciudadanos.
Tambi¨¦n la postura de Espa?a en el caso del Amistad est¨¢ retratada de forma unidimensional. Entre los siglos XVI y finales del XVIII, Espa?a apenas comerciaba con esclavos y prefer¨ªa comprarlos a otros. En la d¨¦cada de 1790, con Gran Breta?a y Estados Unidos interesados de repente en la abolici¨®n, los colonos cubanos, as¨ª como dos espa?oles, Montes y Ruiz, realmente ingeniosos y que aparecen en la pel¨ªcula como caricaturas (Igual que la reina Isabel II), se percataron de que si fueran capaces de comprar esclavos a la misma escala que los brit¨¢nicos hab¨ªan hecho durante tanto tiempo, pod¨ªan convertir su isla en una Jamaica m¨¢s grande y pr¨®spera. As¨ª lo hicie-
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Amistad
Viene de la p¨¢gina anteriorron, y pensaban que la actitud de los brit¨¢nicos era pura hipocres¨ªa. El Gobierno espa?ol apoy¨® a los cubanos en esta actitud, a pesar de su aceptaci¨®n formal en 1817 del principio de abolici¨®n. El Gobierno de Madrid no pod¨ªa permitirse el riesgo de perder el apoyo de sus ricos colonos cubanos, por miedo a un movimiento independentista en Cuba y tambi¨¦n porque estaban plenamente absorbidos por la destructiva guerra civil carlista. Da la casualidad de que el ministro espa?ol que esos d¨ªas estaba en Washington (denominado "embajador" por un error perdonable) era ?ngel Calder¨®n de la Barca, cuya mujer, la extraordinaria Fanny, fue autora de uno de los mejores libros de viajes, en el que relata la misi¨®n de ella y su marido en M¨¦xico unos a?os despu¨¦s.
Los realizadores de Amistad, tan creativos en otros aspectos, no presentan, pues, el contexto internacional en el que tienen lugar los dram¨¢ticos acontecimientos en los que se centra su historia. Pero los detalles nos son mostrados de una forma brillante.
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