The Doors, el grupo de Jim Morrison, vuelve con grabaciones in¨¦ditas
Una caja de 4 CD's celebra el trig¨¦simo aniversario de la banda
The Doors, el grupo m¨¢s mitificado del rock californiano de los sesenta, ya tiene su caja retrospectiva. The Doors box set (Elektra) contiene cuatro CD's y un librito rico en fotograf¨ªas. Las tres cuartas partes del material sonoro son in¨¦ditas: las grabaciones en directo, las rarezas de estudio y sus primeras maquetas ofrecen un retrato alternativo y sin censuras de la turbulenta obra de Jim Morrison.
Aunque en realidad dejaran de funcionar en 1972, los Doors tienen todav¨ªa un manager. Danny Sugerman, su representante y bi¨®grafo, habla de ellos en presente, como si fueran un grupo vivo. Y lo son, al menos en sentido comercial: se habla de que han vendido p¨®stumamente m¨¢s de 40 millones de discos. Son los prodigiosos resultados de una mitificaci¨®n, que se inici¨® con los libros del propio Sugerman, compa?ero de juergas de Morrison, y que se convirti¨® en fen¨®meno universal con The Doors, la pel¨ªcula de Oliver Stone.Ciertamente, la propuesta de los Doors era fascinante y ¨²nica. Cuando surgieron a la luz p¨²blica, en 1967, romp¨ªan con la est¨¦tica y la ideolog¨ªa de la contracultura juvenil, a punto de cristalizarse en la insurgencia hippy. Morrison estudiaba teatro y cine en la Universidad de Califomia y ten¨ªa una formaci¨®n europea: su caldera intelectual se, alimentaba con Nietzsche, Rimbaud, Celine; el nombre del grupo estaba inspirado por textos de William Blake y Aldous Huxley. Musicalmente, llamaban la atenci¨®n hasta en la formaci¨®n instrumental: bater¨ªa, guitarra y teclados (?sin bajo!).
The Doors box set revela el prototipo del grupo, al rescatar las maquetas que grabaron en 1965: Ray Manzarek carec¨ªa de ¨®rgano y la m¨²sica, dominada por su piano, parece la de una pandilla de beatniks. Por el contrario, las cintas en directo presentan un sonido torvo y furioso, inflamado por un Morrison tan angelical como mal¨¦volo, enhebrando sermones, citas de canciones ajenas, delirios y provocaciones.
En el libro que acompa?a a los discos, los supervivientes intentan reescribir su historia: no, su Hello I love you, presente en su primera versi¨®n de 1965, no era un plagio de The Kinks ya que, aseguran, estaba inspirada por Sunshine of your love, de The Cream (en realidad, el tr¨ªo brit¨¢nico se form¨® en 1966). Seg¨²n ellos, I can't see your face in my mind, en su interpretaci¨®n en directo de 1967, defini¨® la l¨ªnea musical de Carlos Santana. No hay explicaci¨®n de su bache creativo de finales de los sesenta, cuando se esfum¨® su reserva de canciones. La obra posterior a la muerte de Morrison, dos ignominiosos discos, es evitada, con excepci¨®n del tema Tightrope ride. La caja se redondea con un CD titulado Las favoritas de la banda que ofrece las versiones can¨®nicas de 15 piezas cl¨¢sicas.
Retrospectivamente, resulta evidente que Jim Morrison no se equivoc¨® al marcharse a Par¨ªs en 1971. Con la amenaza de una condena a ocho meses de trabajos forzados por "esc¨¢ndalo p¨²blico" y el agotamiento de su veta musical, as¨ª pod¨ªa creerse un miembro tard¨ªo de la generaci¨®n perdida, un exiliado dispuesto a materializar su vocaci¨®n de poeta en la capital de Francia. All¨ª expir¨® misteriosamente y all¨ª est¨¢ enterrado, aunque no faltan los testimonios de seguidores que le han reconocido en diversos lugares del mundo.
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