Recordando a Vicente Pini¨¦s
Son muchos quienes podr¨ªan dar testimonio, con mejor causa que nosotros, de la larga trayectoria, humana y pol¨ªtica, que recorri¨® Vicente Pini¨¦s durante los muchos a?os que perdur¨® la autocracia franquista, y que le llevaron a constituir -junto con Satr¨²stegui, Miralles, Zulueta, Garc¨ªa de Vinuesa, Salabert, Jovelance y tantos otros- aquel grupo de mon¨¢rquicos liberales cuya inteligencia, valor y constancia en el mantenimiento de ideales comunes les hicieron enfrentarse con dicho r¨¦gimen bajo "el v¨ªnculo moral" conocido como Uni¨®n Espa?ola.Hemos de referimos, en particular, a una circunstancia -ya avanzada esa lucha por las libertades democr¨¢ticas- que hubo de conocerse como "contubernio de M¨²nich". Y, m¨¢s en concreto, a las inmediatas secuelas de orden personal, que, afortunadamente, no afectaron a Vicente -ni a otros varios participantes en el mismo- en igual medida que a los confinados en las islas Canarias o a los exiliados, si bien ambos casos comportaron serios perjuicios econ¨®micos a la mayor¨ªa de sus protagonistas.
Para hacer frente a esta situaci¨®n, que especialmente concern¨ªa a sus familiares, hubo de organizarse una caja de socorro para recaudar y distribuir los fondos suficientes con que atender las necesidades m¨¢s apremiantes. Fue Vicente Pini¨¦s, en esa ocasi¨®n, la cabeza y principal brazo ejecutor en tan dificultosa tarea, si tenemos en cuenta las circunstancias de la ¨¦poca, en que el temor a las represalias oficiales pesaba sobre tantas conductas. A esa labor dedicaba Vicente la mayor parte de sus jornadas, con sacrificio, claro est¨¢, de su despacho profesional de abogado. Exig¨ªa de quienes colaboraban con ¨¦l en la colecta la misma perseverancia y denodado esfuerzo que personalmente llevaba a cabo. Y as¨ª, no era raro ver c¨®mo m¨¢s de un encumbrado financiero hiciera su aportaci¨®n como un seguro de riesgo democr¨¢tico.
Fue ejemplar su voluntad de promover el acuerdo de M¨²nich, anticipando lo que a?os m¨¢s tarde signific¨® la transici¨®n. El texto de ¨¦ste hab¨ªa sido establecido en la Asociaci¨®n Espa?ola de Cooperaci¨®n Europea (AECE) d¨ªas antes del encuentro entre la oposici¨®n del interior. y del exterior que tuvo lugar en la capital b¨¢vara, pero no hab¨ªa pasado a¨²n al libro de actas, lo que plante¨® a los directivos dela asociaci¨®n el problema de mantenerlo en sus propios t¨¦rminos, edulcorarlo o hasta simplemente omitirlo. Todo ello, desde la perspectiva de hoy, podr¨¢ suscitar sonrisas, pero ten¨ªa su importancia cuando viv¨ªamos bajo una dictadura que, con pretexto del "contubernio", hab¨ªa suspendido varios de los derechos contenidos en su hipot¨¦tico fuero. Al tes¨®n de Pini¨¦s se debi¨®, sustancialmente, que se transcribiera ¨ªntegro al libro de actas el mencionado documento.
Por otra parte, fue Vicente uno de los abogados que m¨¢s se distinguieron en la defensa de encausados por su acci¨®n pol¨ªtica o sindical contra el r¨¦gimen franquista. Y hay que subrayar su nunca desmentida lealtad a don Juan de Borb¨®n y cuanto ¨¦ste representaba, y que no se reduc¨ªa s¨®lo a sus frecuentes visitas a Estoril, sino a la utilizaci¨®n de cuanto medio estaba a su alcance para hacer patente el monarquismo democr¨¢tico que hubo de plasmar en la Constituci¨®n actual.
No cabe olvidar, igualmente, su constante actuaci¨®n en el Colegio de Abogados de Madrid, a cuya junta fue varias veces candidato, sin tener suerte en sus leg¨ªtimas aspiraciones para renovarlo. Como tampoco le acompa?¨® la fortuna en las elecciones generales del 154 de 1977, en las que se present¨® por Senadores para la Democracia en la provincia de Huesca.
S¨ª desempe?¨®, y con notable prestigio, el cargo de letrado primero y decano en la Diputaci¨®n -luego Comunidad- de Madrid.
Con todo, queda por se?alar en Vicente Pini¨¦s su entra?able condici¨®n humana: su generosidad para con todos, su vitalidad desbordante, su memoria cultivada, su disponibilidad. permanente para toda causa noble y desprendida, la devoci¨®n a su patria chica del Alto Arag¨®n -era natural de Benabarre- y a la personalidad de su padre, que fuera ministro de Alfonso XIII en la cartera de Interior y, m¨¢s tarde,' presidente de la Diputaci¨®n de Madrid, as¨ª como la entrega a su familia.
Retirado en su casa desde hace a?os, a ra¨ªz de una penosa enfermedad, no quer¨ªa dejarse ver de casi todos sus amigos, pero sab¨ªamos que a¨²n viv¨ªa. Ahora, lo sabemos muerto, pero pocos seres dejar¨¢n una mejor memoria entre quienes tuvieron -tuvimos- el privilegio de su compa?¨ªa.
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