La opini¨®n, a favor de la ilusi¨®n
EE UU celebra el centenario del editorial que explico las razones por las cuales Santa Claus existe
Francis Pharcellus Church recibi¨® hace cien a?os el encargo m¨¢s dif¨ªcil que un director de peri¨®dico puede hacerle a uno de sus editorialistas: responder a una ni?a que preguntaba si Santa Claus existe. La respuesta, S¨ª, Virginia, se convirti¨® en uno de los textos m¨¢s hermosos jam¨¢s publicados en un diario y en un cl¨¢sico del editorialismo. La Prensa norteamericana y la facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia lo recuerdan ahora con multitud de art¨ªculos y debates profesionales."Querido director", escribi¨® hace un siglo Virginia O'Hanlon, hija de un m¨¦dico forense de Nueva York, "tengo 8 a?os. Algunos de mis amiguitos dicen que Santa Claus no existe. Mi pap¨¢ dice: "Si lo ves en el Sun, as¨ª ser¨¢". Por favor, d¨ªgame la verdad: ?existe Santa Claus?".
El destinatorio, Edward Mitchell, director del entonces muy popular The New York Sun, se tom¨® la misiva con toda la seriedad que requer¨ªa y le encarg¨® a Church que la respondiera ese mismo d¨ªa en un editorial de menos de 500 palabras.
Church, un periodista esc¨¦ptico y resabiado que hab¨ªa cubierto la Guerra Civil norteamericana, replic¨® con lo que John Tebbel, ex presidente del departamento de periodismo de la Universidad de Nueva York, califica de "una obra maestra".
Esa opini¨®n es universalmente compartida en Estados Unidos. "Church", dice Howell Raines, responsable de la p¨¢gina editorial de The New York Times, "supo proteger en cuatro p¨¢rrafos el universo m¨¢gico de Virginia, d¨¢ndole al mismo tiempo las claves para que, cuando creciera, conservara la esperanza en un mundo mejor". El editorialista del Sun, seg¨²n Williarri D. Sloan, profesor de periodismo de la Universidad de Arkansas, "emiti¨® toda una declaraci¨®n, tan v¨¢lida para los ni?os como para los adultos, sobre el valor de los ideales. No s¨®lo protegi¨® un mito, sino que dio una raz¨®n para vivir".
"Virginia", escribi¨® Church,"tus amigos se equivocan. Son v¨ªctimas del escepticismo de una era esc¨¦ptica. ( ... ) S¨ª, Virginia, Santa Claus existe. Existe del mismo modo que existen el amor, la generosidad y la entrega, y t¨² sabes que eso es lo que dar¨¢ a tu vida su mayor belleza y alegr¨ªa. ?Qu¨¦ feo ser¨ªa el mundo si no hubiera Santa Claus! Ser¨ªa tan feo como si no hubiera Virginias. Si no existiera la fe infantil, tampoco existir¨ªa la poes¨ªa que hace tolerable esta existencia".
"Aunque no veas a Santa Claus bajando por la chimenea, ?eso qu¨¦ prueba?'', prosigui¨® el editorialista. "Nadie ve a Santa Claus, pero tampoco hay pruebas de que Santa Claus no exista. Las cosas m¨¢s reales en este mundo son aquellas que ni los ni?os ni los mayores pueden ver. ?Has visto alguna vez hadas bailando en la pradera? Por supuesto que no, pero eso no prueba que no est¨¦n ah¨ª. Nadie puede concebir o imaginar todas las maravillas que no vemos en este mundo. ( ... ) Ah Virginia, nada hay m¨¢s real y duradero. Santa Claus vive y vive para siempre. Dentro de mil a?os, Virginia, dentro de mil veces mil a?os, continuar¨¢ trayendo alegr¨ªa al coraz¨®n de los ni?os".
The New York Sun desapareci¨® en 1949, pero estos d¨ªas decenas de peri¨®dicos norteamericanos est¨¢n publicando ¨ªntegro su texto m¨¢s imperecedero. "La eterna juventud de S¨ª, Virginia", escribe Thomas Vinciguerra en The New York Times, "parece sugerir que la mayor¨ªa de los lectores de las p¨¢ginas editoriales buscan temas singulares como tormentas de nieve o la muerte de una princesa. Quieren encontrar emociones que ya no se atreven a expresar, pero que desean compartir con otros".
El editorialista del New York Sun, seg¨²n Bob Haiman, presidente el jurado que concedi¨® el ¨²ltimo premio Pulitzer de periodismo editorial, "hizo un canto a la esperanza y, finalmente, una buena p¨¢gina editorial no debe hablar de otra cosa que de esperanza".
Virginia O'Hanlon dedic¨® su vida a la ense?anza infantil y falleci¨® en 1971, a los 81 a?os.
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