La historia como bodrio pelmazo
H¨¦teme aqu¨ª que el se?or L¨®pez-Amor tiene un nuevo problema. Se anunci¨® hace pocas semanas que TVE iba a emitir importantes series de materias hist¨®ricas a lo largo de 1998. Los historiadores que formamos parte de la comisi¨®n acerca del centenario de 1898 ten¨ªamos y a razones para el temor porque los responsables aparecieron por ella y demostraron el m¨¢s ol¨ªmpico deseo de ignoramos. El resultado a la vista est¨¢. Es tan impresentable que la mejor salida que le queda al se?or L¨®pez-Amor es atribuir a la etapa anterior el origen de este nuevo fracaso de lo que debiera ser un instrumento de educaci¨®n y de distracci¨®n con un cierto nivel.No es ni lo uno ni lo otro. Se hacen programas hist¨®ricos de muy diversas maneras. Se puede intentar una especie de reportaje de investigaci¨®n, mezclado o no con intervenciones de historiadores, un debate o incluso un programa dram¨¢tico, escenificaci¨®n de los acontecimientos que narra. En C¨¢novas (el pasado martes en La 2) se ha acudido a hacer algunos planos de este tipo y a ello se han sumado tomas de la prensa de la ¨¦poca, paisajes -siempre con murmullo de pajarillos-, ambientes de ¨¦poca -lo m¨¢s bello, sin duda, del conjunto- y trozos de pel¨ªculas de acci¨®n o hist¨®ricas de las que no se da cuenta en subt¨ªtulos y que proporcionan una dosis de tiros de vez en cuando. La l¨ªnea que vertebra el programa es un actor, bien caracterizado como C¨¢novas, que arrastra los pies por ambientes de la ¨¦poca o soba libros, mientras que de vez en cuando mira con ojos acuosos a la c¨¢mara. Para mayor verosimilitud se le hace "hablar antiguo". Lo que se le hace decir en off quita cualquier tipo de respeto por los personajes hist¨®ricos porque le hace aparecer pesad¨ªsimo, anecd¨®tico e incoherente. Claro est¨¢ que a ¨¦l no le pasa lo que a la regente do?a Mar¨ªa Cristina, a la que, para mayor veracidad, se le pone acento alem¨¢n.
El gui¨®n no tiene presentaci¨®n. Tanto pelearse por la ense?anza de la historia y ahora resulta que deben volver a pasar por el bachillerato quienes se ocupen de estas materias en la televisi¨®n p¨²blica. Apenas merece la pena dar cuenta de lo que se dice en ¨¦l, porque est¨¢ constituido por una colecci¨®n de chascarrillos m¨ªnimos, insustancialidades y fantasmag¨®ricos recorridos a vuelo de p¨¢jaro, todo ello rodeado de una blandura azucarada llena de obsequiosidad por el personaje. Da la sensaci¨®n de que se ha partido de la base de que la divulgaci¨®n consiste en rebajar el nivel hasta el borde mismo de la deficiencia mental.
Es dif¨ªcil hacer una cr¨ªtica ideol¨®gica de un programa en donde se asegura que el posibilismo de C¨¢novas consist¨ªa en "esperar y ver" (?), en donde se habla de la estancia de Alfonso XII en Viena (y sale en imagen Praga) y en que se asegura que el bipartidismo se impuso en Espa?a porque tambi¨¦n hab¨ªa divisi¨®n de opiniones sobre poetas (Zorrilla y Campoamor) o toreros (Lagartijo y Frascuelo). Pero es indisputable el tufillo reaccionario que sobrenada a la chapuza: 1868 equivale a "escarceos pretendidamente revolucionarios" -cuando trajo el sufragio universal-, la Rep¨²blica es "la inoperancia" y la voz en off se regocija porque los diputados se lanzaran al suelo cuando Pav¨ªa entr¨® a tiros en el Congreso (como en 1981 hizo Tejero). Las palabras finales son sencillamente dignas de pellizcarse para comprobar si no se sue?a. Cuando muere C¨¢novas la voz en off asegura que tras ¨¦l se abri¨® un "nuevo turno hist¨®rico, el de las dictaduras" (??). El l¨ªder conservador emite entonces un pensamiento profundo: es cosa de vivos echarle la culpa al muerto de los males que acontecen. A eso se le llama una ense?anza hist¨®rica. ?Tanto cuesta preguntar un poco y tratar de hacer algo de un cierto nivel ya que se van a emplear cantidades importantes en tal prop¨®sito? Quedaba por inventar la telebasura hist¨®rica y en el a?o de la "guerra de las Humanidades" hemos llegado a ella.
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